Hace mucho, mucho tiempo, existió un jardín en el que vivían millones de flores, destacaba por su belleza un arrogante Lirio que crecía junto a una humilde Margarita.
Una mañana una hermosa muchacha puso sus ojos en el Lirio y exclamó:
- ¡Que bella flor! Esta ha de ser la flor del Amor ¡se parece tanto...!
El Lirio quedó intrigado con las palabras de la muchacha ya que durante su vida no había conocido al Amor. ¿Quien sería aquel con el que había osado compararle?, empezó entonces a preguntar a las demás flores.
- Margarita ¿Conoces tú al Amor?
A la Margarita se le llenaron los ojos de lágrimas recordando que muchas de sus compañeras habían sido deshojadas para conocer al Amor y no pudo contestar.
- Rosa ¿Conoces tú al Amor?
La Rosa bajo la cabeza al recordar que también sus hermanas habían entregado su vida al Amor de muchos enamorados. Tampoco pudo contestar.
Y así, una a una, todas las flores quedaban sumidas en la más profunda tristeza ante la insólita pregunta del Lirio y ninguna acertaba a pronunciar palabra.
Estaba a punto de desistir en su intento de conocer al Amor cuanda alguién le llamó.
- ¡Lirio!... yo conozco al Amor
El Lirio giró la cabeza y vio que era un Espino el que le había llamado.
- ¿Tú? ¿tu que ni tan siquiera puedes florecer dices conocer a alguien que me iguala en belleza?
- Si. Yo le acompañé en su camino - dijo el Espino.
- ¿Y es cierto que se me parece? - preguntó el Lirio.
- Si. El viste una túnica tan blanca como tu corola.
- ¡Oye Espino! ¿Has visto sus ojos?
- No. He visto su mirada y es divina.
- ¿Y su corazón? ¿Es tan hermoso como el mio?
No hubo respuesta.
- ¿Por que no contestas? - preguntó el Lirio.
- No puede, también él está llorando - dijo la humilde Margarita.
El Lirio montó en cólera porque no lograba entender quien era el Amor y poco a poco fue cambiando su color blanco por morado.
Cierto día acertó a pasar por el lugar un sacerdote que al ver la tristeza de tan hermosa flor pensó:
- ¡Esta ha de ser la flor del calvario!
Y lo cortó.
Cuentan las demás flores que el arrogante Lirio fue a morir entre la corona de espinas de un Cristo que había en la iglesia del pueblo.