Dedicado a María Eugenia, cuyas lagrimas han allanado el camino de mis musas.

La antes inocente niña, ha sido azotada por el terrible embate de los tiempos, más ella inmutable, parada de frente contra el viento, solo ha escrito en su corazón con la tinta indeleble del perdón su determinación a no dejarse doblegar.

Frío viento cargado de aguas
Cuyas gotas aguijonean al tocar mi cara
Y que amenaza con arrancar las canas
De la raíz que él hace tanto tiempo añora

Terrible confluencia de aliados enemigos
Viento atormentado, nubes negriazules
Motas de polvo que unidas con el viento
Y amasadas con agua se convierten en metralla

Parado en la colina, oteando el horizonte
Mi alma peregrina buscando mira al norte
Más se imponen agresivos todos los elementos
Furibundos el viento y el agua me corroen
Y apagan con sus gritos mi voz y mis lamentos

Volando a mis costados, terrible desventura
Pasan todos aquellos de raíces menos duras
Que habiendo presentido todas estas penurias
En el momento bueno, vivieron sus locuras

Sabía mi alma pura lo que era el huracán
Por eso mis raíces se cundieron en la cima
E hice roca fuerte arriba en la colina
Sabiendo que los débiles ya nunca volverán

Que se los lleva el mar
Que se los lleva el viento
Que saben al momento
Que igual da ya llorar
O soportar estoicos
Hasta el último aliento.

Pasada la tormenta mis lagrimas no miro
Mi rama seca yace tendida allá en el suelo
Mi cuerpo se ha doblado mis pies ya no los siento
Más mi alma sigue atenta como en los viejos tiempos
e irónico ha venido a acariciarme quedo
mi antes enemigo, ahora suave, el viento.