al mismo tiempo que saltaba sobre la mesa, iban saliendo disparados todos los platos que sus piés iban pisando, sin dejar de salpicar en su pequeño cuerpo y en el trajecito que su abuela con tanto cariño le habia confeccionado. No dejaba de gritar ni de patalear y como si de el ultimo en la faz de la tierra se tratara nadie intentaba consolar tal pataleta, pero pedro seguía gritando,llorando,maldiciendo todo lo que sus ojos percibían,de repente calló.Se bajó de la mesa apoyandose sobre sus rodillas para intentar hacer pie sobre la silla,tropezó,y calló al suelo,y sin soltar ni una de las pocas lagrimas que le quedaban se sentó rapidamente,se limpió el rostro moqueante con una de sus mangas,y recogió algunos restos que quedaban pisoteados de espaguetis,volviendolos a meter en su plato que recogió del suelo, se metió en la boca la unica cucharada que le quedaba como si hubiera sido la última de una gran cena,acercó el plato hasta el fregadero y se fue a dormir.A la mañana siguiente se levanto,se subió encima de la mesa escalando sobre la silla,alzó su vista al frente y comenzó a gritar y llorar al mismo tiempo que daba patadas al aire de rabia. Al instante paró se sentó justo en el momento que el ruido de unas llaves habrían una puerta,alguien corrió por el pasillo y entrando de golpe en el salón la voz de un niño preguntó: - ¿eres tú papa? - si, soy yó, pedro.