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los perseguidos

no sé por qué le dije que no cuando me moría de ganas por verla, pasear con ella, pero le dije que no y no y no. ella sonrió y con un beso en el aire se fue con sus cinco amigas, tan lindas como ella. la miré hasta que subió en un auto lleno de gente joven, así como ella. bajé la mirada, estaba confuso. pensaba en cómo una chica de diecinueve años se puede enamorar de un hombre de mas de cincuenta, pero tenía pruebas, demasiadas pruebas de esta chica como para dudar de su pasió. no había día ni hora en que no tocara la puerta de mi casa. la saludaba, besaba en la mejilla y le decía que era demasiado viejo. ella sonreía y entraba a mi casa, cogía cualquier cosa y se metía en mi cuarto. había veces en que se desnudaba frente a mí para darse un duchazo. ¿vienes conmigo?, ¿me pica la espalda?. la miraba y sencilamente no le hacía mucho caso. el colmo fue cuando una noche mientras dormía, la sentí en mi cama. había sacado una copia de mi casa. tuve que salir de mi casa e irme a un hotel... ustedes se estarán preguntado el por qué la rechazaba. la razón es que era muy joven para mí, eso era todo. había vivido tantos desencantos, metidas de pata, extorsiones, etc, como para volver a caer en el mismo embrujo. no, nunca mas, me decía. tuve que cambiar de chapa en todas las puertas de casa. pasado un tiempo, tuve que mudarme de casa. pero, no sé cómo ella se averiguó de mi nueva dirección. me gustassss, decía, me gustan los escritores viejos como tu... la miraba y le decía no, no y no. por suerte, todo cansa. una noche en que entraba a casa, la vi sentada en la puerta. le iba a decir que se fuera por favor, que era inútil su esfuerzo, pero, decidí no hacerlo. pasa, le dije. ella entró con una bolsa llena de juguetes, caramelos. ¿qué haces?, pregunté. es mi cumpleaños, respondió. sentí lástima y le dije que le iba a comprar una torta. se la conseguí y puse diecinueve velas. le canté el happy birthday y luego, sopló todas las velas. antes, ella me confesó, pidió un deseo. me dijo que quería que la poseyera. es imposible, le dije, no hago el amor con chicas tan jóvenes como tu, es mas, hace mas de cinco años que he colgado los chimpunes, nada, no hago el amor, ni siquiera me masturbo, nada, tan solo me dedico a escribir y a vagar por las calles. le conté que me gustaba mucho irme a distritos abandonados; conversar con indigentes; pensar en los huevos de una gallina; romper latas viejas tiradas en la calle; sacarme los zapatos y caminar para sentir el frío de la calle; jugar con las hormiguitas y las cucarachas de mi casa... ; de pronto, la chica linda me miró a los ojos, retrocedió y se fue de la casa para no volver. tuve que comerme la torta solo, aunque le déjé su pedazo en la puerta de la casa. creo que decir la verdad, sencillamente, ayuda mucho a la personas...


san isidro, julio del 2007
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 18861
  • Fecha: 19-07-2007
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.69
  • Votos: 83
  • Envios: 1
  • Lecturas: 2317
  • Valoración:
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