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Categoría: Hechos Reales

los ojos

Todo empezó con aquellos ojos que doblegaban por su intensidad a los míos.
Yo era un hombre seguro de mí mismo, y de cada una de mis decisiones, controlando cada paso que daba rumbo a mi destino, mi futuro, mi sueño...
Pero, la mudez de esa mirada me puso en un estado de ansiedad, por saberlo que había tras de ellos; ¿qué pensaba de mí? ; ¿cuál sería su decisión?. Pensaría que soy un desalmado; o que no sé lo que quiero; o qué diablos querían decirme. Aquellos ojos y su intensidad, estaban destrozándome; poco a poco me sentía más y más débil, como si el aire de mi vida se estuviera desinflando por el hueco de aquellos ojos...
- No se avergüenza Ingeniero - Habló al fin - Es su propia cara, y aun así, ¿niega usted ser el padre de esta niña?
Parecía que me había matado, pues sentí, cómo la duda penetraba en mi, como una bala en el centro de mi corazón. Miré a mi abogado defensor y rehuía a mis ojos; miré luego a la mujer con la niña y al abogado demandante, y ellos miraban con alegría el rostro de la juez. Con rabia y frialdad, respondí:
- No. Yo no soy el padre de esta niña señora juez; y a esta mujer, sólo la he visto una sola vez en mi vida.
Nuevamente su mirada escrutaba a los míos. Y todos los que estábamos en la sala de justicia, también la miraban, esperando de sus labios su decisión...
- De acuerdo ingeniero - me dijo la juez - Debido a su posición anticonciliadora, me veo precisada a tomar una decisión de acuerdo a mi oficio. Por favor ingeniero... Podría pararse - me paré, casi con los pies que se me derretían - Declaro procedente la acusación que se le imputa a usted.
En ese instante, todo me pasó por la mente: el día en que conocí a la madre de la niña, sus palabras llenas de temor "No. No me hagas daño... "; y yo, respondía con palabras llenas de alcohol "Te amaré siempre, confía en mi... "; luego, aquel día terrible cuando me dijo: "No me viene la regla"; "Habrá que hacerte un aborto, pues yo no deseo nada serio contigo. No te quiero"; "¡No puedo abortar, es pecado!"; "Si así lo deseas, es cosa tuya, pero no esperes nada de mí, quizás solo dinero y nada mas". Luego, como una maldición, todo comenzó a irme de mal en peor. Primero tuve un accidente, después el negocio tuvo un bajón. Y en esos terribles momentos, me cayó el juicio de alimentos. Contraté a un amigo abogado, para que se ocupara de este espinoso asunto. Pero, esa mirada, esos ojos, fue lo único que comenzó a desmoronarme...
- Deberá abonar a la niña no reconocida - Hablaba la juez - el 35% de sus ingresos, hasta su mayoría de edad...
Me imaginaba la vergüenza, el que dirán, mis amigos, mi familia. Yo, el hombre con autocontrol, dueño de una importante empresa, bien relacionado, que todo lo deseado lo conseguía. Mis premios en la Universidad, mi título, mi maestría, mi experiencia en los negocios, mis éxitos... Y todo, se me caía al tacho por esa maldita criatura, que aún sin conocerla ni verla comencé a odiarla con toda mi alma.
- Por supuesto, ingeniero, usted puede apelar a una instancia superior, pero... Sé que usted es un hombre preparado e inteligente, y por lo tanto sé que no lo hará - Seguía mirándome y hablándome.
¿Que hago ahora? - Pensaba - ¿Cómo salgo de esta? ¿Por qué negaba ser el padre?. Toda la vida he sido un hombre de principios, eso lo aprendí en mi hogar, pero, ¿por qué negaba desde el fondo de mi ser, que esa niña no era mía?. Y recordé lo que me dijo un empleado del negocio: "He visto a su amiga salir con un tipo"; todo mi ser se volvió lleno de celos y odio, y aproveché la ocasión para terminar la relación. "Me has engañado. Sé que has salido con un muchacho, desde hoy todo ha terminado. No quiero verte mas", le dije; luego sus ojos, llenos de lágrimas, rogándome que le perdone, que no había nada malo, que era solo un amigo. Para mí, fue mí oportunidad; aun así, la usaba sólo para buscar satisfacción sexual.
- Por el Articulo número 201053, de la Ley del niño y adolescente, y en presencia de Demandante, la madre de la niña, y en compañía de su abogado... - seguía perorando la juez, esta vez sin mirarme, como si estuviera en un altar y desde allí nos miraba como si fuera una diosa.
Recordaba a los padres de la mujer, cuando la trajeron con su barrigota, injuriándome de ser un violador, etc. "Ella ya era mujer cuando estuvo conmigo", les dije; la miraron pero no me creyeron, "Hagan lo que tienen qué hacer, y yo actuaré como deba". Cuando los vi salir pensé: esto es pan comido, buscaré los hilos correctos, y un buen abogado acabará esta pesadilla. Lamentablemente, la suerte, así como la mujer y sus padres, se alejó de mi vida... Silenciosamente, sin avisarme cuando volvería...
Y ahora, yo allí, delante de la juez, de sus ojos, que me estaban crucificando; cuando yo sólo fui uno de los que estuvo con ella, no el único... Pero eso, de nada serviría comentarlo...
- Señores, creo que hemos terminado - Terminó de hablar la juez -. Ingeniero, antes que se retire, quisiera hablar con usted, por supuesto, extrajudicialmente. Por favor acompáñeme a mi oficina.
Miré a mi abogado, mientras todos se retiraban, y me sentí como un niño desolado. Me dijo que no tenía nada que temer. Entré a la oficina de la juez que estaba detrás de la sala de audiencias, y ella cerró la puerta tras de mí. Me senté frente a su escritorio, y ella me dijo:
- Lo he observado ingeniero, y he visto en usted un gran temor, como si temiera al amor que se le está ofreciendo. Un hijo es una bendición, nos da la oportunidad de recordar lo que somos y lo que fuimos, y de lo que siempre, a lo largo de nuestra vida hemos necesitado: dar y recibir, afecto y atención. No cierre su puerta, pues mas adelante será más difícil de abrir. Por supuesto, que somos mayores, dueños de nuestros destinos y cada paso es una decisión tomada, buena o mala; pero veo que... ya ha tomado la suya, espero que sea lo mejor para usted y para los seres que ama, puede retirarse ingeniero.
Las palabras y los ojos de la juez me tocaron el alma, como si hubiera hurgado dentro de mí y hubiera abierto el arrecife que tenía, dejando salir todo el caudal de sentimientos y prejuicios que guardaba. Salí y observé que las lágrimas caían de mis ojos y que el aire me faltaba, fui casi cayéndome hacía el baño, y en el interior de un water, comencé a llorar desoladamente; recordaba a mi madre "Hijo, cuídate de las mujeres que sólo buscan tu dinero"; "No te preocupes, yo sé cuidarme", le decía; "Busca a una chica de tu nivel hijo, para que mejores, aprendas, y escales posiciones sociales hijo, escucha a tu madre que yo siempre deseo tu bien", la escuchaba por una oreja y por la otra se salía. Recordé una vez que conversé con padre: "¿Es difícil encontrar a una mujer que te quiera?"; "Si hijo, es difícil, muy difícil". Cuando madre y padre se divorciaron, se me rompió el corazón, y nunca entendí por qué. Un día, yo ya era hombre, y le dije a padre: "¿Por qué dejaste a madre?"; "Hijo, ella no era para mí"; lo miré a los ojos, y pregunté: "¿Por qué me abandonaste padre?"; no me miró, bajó los ojos al piso y susurro: "Fue un error... Me equivoqué"...
Recordaba claramente, cuando aún era un niño. Padre ya se había ido de la casa, y madre se había vuelto a casar. Me peleaba con ella, por la rebeldía de mi juventud, y me largaba de la casa. Aquel día fui caminando a buscar a padre, y cuando llegué cerca a su casa, me escondí tras los arboles, y... Lo vi: estaba feliz, con otra familia, con otra mujer, otros hijos, con bellos vestidos, jugando, en un día de Sol, bellos jardines, linda casa, con ventanas grandes, al borde del mar. Era... era, era mi sueño; y escondido me puse a llorar, sin saber adonde ir... Me sentí tan solo en el mundo, que mi corazón se puso como piedra. Eso me ayudó a luchar contra todo, sentí ganas de superarme a mí mismo y lograr todo lo que un hombre desea realizar en una vida; pero, nunca entendí por qué no deseaba casarme ni buscar hacer una familia... Nunca. Hasta hoy; en que vi en esos ojos de la juez, toda mi vida pasando como una película. Y yo, no deseaba volver a vivirla ni verla nunca más.
Me limpié los ojos y salí del baño. Afuera estaban en el salón de recepción mi abogado, la mujer, su abogado y... La niña. Los miré, me acerqué, y vi a la niña por primera vez; sus ojos me miraron y sentí como un flash que iluminó mi atormentada alma, sonreí y caminé hacia mi abogado.
Cuando salíamos del Palacio de Justicia, mi abogado me preguntó:
- Disculpe Ingeniero, honestamente ¿esa niña es su hija? . Nunca he visto tanta frialdad, es como sí usted fuera de piedra...
Lo miré de soslayo, y lo tomé del brazo. Caminando juntos le dije:
- No...

- FIN -
Dedicado a Rosario.
- Joe 26/05/03
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 2887
  • Fecha: 04-06-2003
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 4.75
  • Votos: 75
  • Envios: 4
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
Pamela
invitado-Pamela 04-07-2003 00:00:00

es que no vale la pena ni decirte nada, pero te lo voy a decir, un hombre mas como tantos en la calle, que piensan en ahora que estan jovenes y niegan a sus hijos y cuando envejecen se quedan solos tirados en un cuarto por que no tienen quien los visite, quien los quiera. acuerdate lo que se siembra se cosecha, y si siembras maldad , maldad cosecharas, el mundo da muchas vueltas y lo que tu alguna vez le hiciste a los demas se vuelve hacia ti y tres veces. PIENSALO

Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 04-06-2003 00:00:00

Pues leyendo muy atento este texto, me he sentido el abogado mismo : ¿ qué comedia de mentiras es esta ? Pero a los abogados qué les importa, y a los ingenieros...menos. Yo le creo a la jueza : ¿ qué opción queda ?

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