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la carta sin remitente

Cansado me recosté en la cama, tras un arduo día, no pensaba mas que en descansar, entubé cambiando los canales del televisor para darme cuenta de la porquería de
Cable – visión que tenemos en esta ciudad. Sin darme cuenta de la hora fastidiado por la basura televisiva me quede dormido, y no fue hasta pasadas las 3 de la tarde que desperté. Atolondrado y un poco mareado por el exceso de sueño tome un cambio de ropa y me dirigí hacia la bañera, donde abrí el agua para templarla antes de disponerme a tomar un regaderazo.

Pasadas las 5 PM. El hambre empezó a hacerse presente en mi estomago de tal manera que decidí salir a comprar alguna de las porquerías que suelen vender en las calles de nuestras ciudades.

Al salir de mi apartamento me di cuenta de que el maldito cartero tampoco entrego correspondencia en mi buzón el día de hoy. Maldiciendo al sistema de correspondencia nacional me dirigí a un pequeño puentecito de tacos ubicado en la esquina de la calle Falcón esquina con la avenida Morelos.

Sabia yo, que mi vecindario se encontraba dentro de el centro de la ciudad por lo cual no era área segura y mucho menos por la noche. Pero yo estaba acostumbrado a este tipo de vencidarios por lo que no le di mucha importancia al peligro de ser abordado por algún maleante.

Tras saciar mi voraz apetito decidí regresar a mis aposentos a disfrutar de las ya tan merecidas vacaciones, de paso llegue a comprar una caja de cigarrillos, sacando uno de su caja lo encendí y di una bocanada que llena de el aroma penetrante del tabaco quemándose invadió mis pulmones y me relajo. Caminando pensaba en lo afortunado que soy por tener estos días libres.

Ya de regreso en mi edificio apartamental decidí revisar el correo por ultima ves antes de subir a mi suite ubicada en el piso numero 28, y mi sorpresa fue que al abrir el buzón encontré una carta sin remitente, en ese momento no le di mucha importancia, la tome y lentamente me encamine a mi cuarto.

Entrando deje la susodicha carta en la mesita del café y me recosté en un sillón que es mi sala, donde estuve fumando, y delirando en todas las tonterías que a mi mente venían.

Después de unas cuantas horas de reflexiones ideotas me decidí a abrir la mentada carta, la cual para estos momentos ya me causaba algo de sospecha, pues al no encontrar el remitente sentí morbo y sentí miedo.

Tome el cuchillo de cartas dispuesto a sacrificar el sobre para ver el interior pero en ese momento vino a mi mente el recuerdo de los ataques con ántrax vía correo me dio mucho miedo y busqué rápidamente un pañuelo, el cual coloque en mi boca para cubrirla en caso de que el mortal virus fuese el contenido de mi correspondencia sin remitente.

Lentamente acerqué el instrumento de oficina con el cual me disponía a cortar la esquina de mi correo, pero me detuvo una voz dentro de mi que sugerido la posibilidad de una bomba, me detuvo.

Con cuidado tome el sobre de papel y meticulosamente lo examine con las manos y a contra luz para rectificar la ausencia de cualquier tipo de dispositivo explosivo. Una ves terminado el examen de contenido y al ver que no contenía ningún tipo de material peligroso me dispuse a abrir la carta.

Con el sistema anti-intoxicaciones casero que me prepare colocado en mi rostro por el caso de algún gas o alguna bacteria que pudiera causarme un problema a mi salud. Y con lentitud y mucho cuidado introduje el cuchillo, y poco a poco corte el borde del sobre asta dejarlo completamente abierto.

Una ves abierto me aleje 3 metros y deje que se oreara la habitación por unos instantes antes de acercarme otra ves. Empecé lentamente a sacar con mucho cuidado el contenido de mi misteriosa correspondencia, y fue cuando logre por fin ver el contenido del sobre.

Una carta de mi trabajo, donde el maldito patrón me señalo el motivo de mis vacaciones, el muy ideota decidió que ya no requería de mis servicios y me despidió.

Lleno de rabia y todavía alterado por el susto de la carta sin remitente me tome la decisión de vengarme…


Continuara…
Datos del Cuento
  • Categoría: Urbanos
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