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Categoría: Románticos

la cara oculta de la luna

La cara oculta de la luna

“Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste,
Por que nunca sabes quien se puede enamorar de tu sonrisa.”
Gabriel García Márquez

…tanta oscuridad contempla este viaje, todo alrededor esta reducido solo a mi imaginación; puedo sentir mi cuerpo ondear dentro de una brisa de aroma fresco y joven, admito que nunca había experimentado nada igual antes, me sentía algo desasosegado, era una experiencia algo extraña, mi cuerpo paralizado en su totalidad, no podía por mas que pudiera mover mis brazos y mis piernas, no era nada que me lo impidiera, no tenia voluntad sobre ellos, vivía un tipo de viaje sin razón ni destino.
Mi vida¡ no se si aun me poseía, buscaba alguna respuesta en el vació sin señal alguna. Seguía sintiendo aquella brisa mimándome con su aroma fresco y joven, no podía abrir mis ojos; en un momento aquella brisa había cesado, ya no sentía aquel aroma fresco y joven, sentí que mi cuerpo había descansado sobre un jardín. Mis ojos aun cerrados contemplaban la poca luz que se filtraba por la delgada piel de mis parpados, de repente ya podía moverme sin ningún problema y poco a poco logre abrir mis ojos.
Al lograr abrirlos, volvió esa brisa con su aroma fresco y joven, estimulando y motivando mi cuerpo a que me levantara; al poder observar a mi alrededor desde mi altura natural note aquellos hilos de luz colarse por entre las hojas de los árboles que poblaban ese extraño lugar: La naturaleza era la abundancia del lugar, estaba sobre un jardín muy verde de donde sobresalían algunas flores de distintos colores, los árboles no se podían contar en numero, inmensos y sus ramas parecían infinitas de donde nacían miles de hojas verdes como el color de la esperanza.
Mis pies estaban descalzos y vestía una bata blanca que me cubría todo el cuerpo con un prendedor dorado hacia el lado izquierdo de mi pecho, con la forma de dos alas de ángel, entonces comenzó a rodar en mi mente una duda: no sabia si estaba muerto y si este era el paraíso del que todo el mundo habla en vida al cual no pertenezco. Al no tener respuesta alguna solo empecé a recordar aquello que no pude hacer y aquellas cosas las cuales no pude ni quise decir a quien debía hacérselo saber. Decidí entonces dejar eso atrás y concentrarme en aquel lugar tan inspirador y en un momento de admirar tanta maravilla, empecé a escuchar una serie de galopes que venían de adentro de aquel bosque y con ello las ramas de los árboles se agitaban a medida que se acercaban los galopes, no puedo negar que al principio sentí un poco de inquietud al presenciar aquel evento. Cada vez los galopes se escuchaban mas fuerte y así las ramas de los árboles se agitaban con mas fuerza, de pronto, entre las ramas bajas de los árboles se alcanzaban a notar cabelleras blancas muy largas, no sabia realmente que era cuando de repente algo paso a mi lado muy rápido, al mirar hacia la dirección de ese algo que había pasado, otro pasaba por detrás mió y en ese instante salio algo brillante del fondo del bosque y se dirigía hacia donde yo estaba, acercándose cada vez mas sumándose a los que pasaban a mi alrededor y ese momento escuche un relinche que también provenía del fondo del bosque en el momento en que aquella luz ya estaba sobre mi. Empecé a correr hacia el final del bosque para poder estar un poco mas a salvo; al llegar a la orilla del bosque pude notar quienes eran los dueños de esos galopes al adelantarse por mi lado, eran unicornios cabalgando a lo largo y ancho del valle que existía al terminar el bosque, cabalgaban con una felicidad que les invadía el alma, se podía notar al verlos entre ellos jugar, pero, me había olvidado por completo de aquella luz del bosque que venia volando hacia a mi y al regresar mi mirada hacia el lugar, note en un instante que ya no estaba, era extraño y aun se agitaban las ramas de los árboles. Me quede mirando fijamente hacia el interior del bosque y así poder saber que era realmente lo que había en ese interior. De repente, unas alas blancas inmensas sobresalían de entre los arbustos del bosque y al ver esto, empecé a sentir un poco de impaciencia por que no sabia si era algún ser extraño, peligroso y si los unicornios estaban felices de haberlo evitado, y así, empecé a retroceder mientras aquellas alas se acercaban cada vez mas, y con una brisa fuerte que me domo el corazón, de aquellos arbustos salio un hermoso Pegaso, y tras de el varios mas. Volaban hacia fuera del bosque para reunirse con los unicornios en aquel valle. Al ver esto, no podía ocultar la felicidad que invadía a l ver tan hermoso espectáculo ante mis ojos, mi corazón latía cada vez con mas fuerza, aquellos unicornios galopaban alrededor mío y los pegasos desplegaban sus alas para volar y después bajaban para confundirse un poco entre los unicornios.
En un momento en que mi mirada se desvió hacia el horizonte, observe en la cima de una montaña no muy lejana una luz intensa que centelleaba con mucha frecuencia, me causo curiosidad y decidí dirigirme hacia ese lugar en donde se encontraba. Poco a poco me fui acercando mientras aquellos seres continuaban a mi alrededor, unos volando y otros galopando. Al llegar al lugar aquel de donde provenía aquella luz, solo podía observar una fuente de agua en el a mitad de aquel sitio y un banco vestido con plantas trepadoras; en donde aquella luz que centelleaba a lo lejos era solo los pequeños rayos de luz del sol reflectándose por entre los hilos de agua que emergían de la fuente, pareciendo diminutos diamantes cayendo hacia el fondo de la fuente. En un momento el cielo se aclareció aun mas de lo que estaba, las nubes pasaron a ser solo espectadoras hacia un lado del firmamento y el sol se había convertido en el anfitrión de ese momento. Decidí sentarme en aquel banco vestido por plantas trepadoras y contemplar lo que sucedía desde el principio y así poder encontrar una verdadera explicación; a mi alrededor yacían toda clase de flores con infinitos colores que bailaban al ritmo de la brisa que acariciaba aquellos prados. Observaba a mi alrededor mientras los unicornios seguían galopando y los pegasos volando, todo estaba en una paz intensa, solo se escuchaba el pasar de la brisa, el galopar de los unicornios y el aleteo de los pegasos en el cielo; de pronto la brisa cogio fuerza en una sola dirección llevándose consigo aquellos pétalos que estaban sueltos, hacia el horizonte apareció un pequeño resplandor de luz, y con ella, un canto.
Era una nana, la reconocí en el instante en que escuche las letras que adornaban esa canción. Era una nana que me cantaba mi madre y así empecé a estar un poco mas calmado al sentirme entre los brazos de aquella melodía, y, de aquella luz se empezaba a visualizar una figura humana; era una dama, venia caminando hacia mi, no podía distinguir exactamente de quien se trataba y si era conocida. Su silueta revelaba la angelical figura de una mujer, la cual era consentida por su vestido.
Al estar ella mas cerca, me di cuenta que ese lugar no era el paraíso como lo había pensado en un principio, ni que yo estaba muerto; eso y todo aquello era el fruto de todos aquellos pensamientos reprimidos que mi mente había convertido en un sueño y aquella mujer era simplemente la que en las noches acunaba mis sueños. Sus cabellos ondulados, libres como el viento, adornados por una diadema plateada que contrastaba con su hermoso vestido azul cielo, su rostro tan radiante como siempre, iluminando la noche sobre las estrellas dominado por esos ojazos negros.
Al acercarse junto a mi, sentada a mi lado, tomando mi mano y dominado por su tierna mirada, sentí una invasión de cariño que al igual que un rompecabezas, faltaban algunas fichas para completar la figura, en un momento desvié la mirada hacia un brillo sobre su vestido ala altura de su pecho, y para sorpresa mía, era un prendedor con lamisca forma del que se encontraba en mi pecho; la forma de dos alas de ángel con la única diferencia de que el de ella era de cristal.
Paso mucho tiempo en ese pequeño instante en que nuestras miradas se perdían hacia otra dimensión que no fueran nuestros mismos seres y junto con su sonrisa flotaba en una mar de esperanza. El calor de su pequeño contacto me llenaba de una energía especial, volví a sentir los galopes de los unicornios pasando a nuestro alrededor. El día se torno en un color tierno, sentía que mi cuerpo no descansaba sobre aquel banco. Acariciaba su rostro y sus cabellos sin mencionar palabra alguna, deseando tenerla entre mis brazos para siempre mientras escuchaba aquella nana, mi vida en ese momento se convertía en una melodía fina que ambientaba el alma, añorando este momento durante mucho tiempo, en el componía una canción con el temor de que nunca la escucharas mientras mi vida caminaba sobre el barro, cansado y pidiendo a gritos que vinieras a rescatarme de la soledad, mientras su imagen era solo el consuelo de todos aquellos sueños dejados atrás, donde en este mundo tan grande mi bolsa ya no era tan pesada como en el principio.
De repente, empecé a sentir un frió intenso en mis pies y cada vez subía hacia mi pecho, aquella nana se escuchaba en un vació mientras las nubes cubrían el sol, mis anhelos se convertían en pequeños hilos de esperanza para ver si conseguía bordar ilusiones y sueños, la brisa agonizaba a su paso y de repente, de mis ojos empezaban a caer gotas de cristal, deslizándose por mis mejillas, brotaban del alma del verdadero yo, y ella, con mirada triste soltaba mi mano para poder acunarlas y que no cayeran. Empecé a entender que llegaba el momento de despertar, pero lo evitaba, no podía dejar pasar la oportunidad de que al menos en mis sueños podía satisfacer mi espíritu de amor; mientras ella sonreía, sentía que me arrancaban el corazón de un solo alón al ver que se levantaba de aquel banco, desabrocho el prendedor que descansaba sobre su vestido y con una gesto de cariño, tomo mi mano depositándolo lentamente y con una sutil caricia se despidió mientras yo me ahogaba en pensamientos para que se quedara. Dio la vuelta hacia el horizonte y con una mirada de tranquilidad sobre tristeza emprendió camino hacia su destino, desapareciendo por completo.
Continuaba aun sentado, preguntándome ¿por que tenia que ser así mi destino?, ya no se escuchaban los galopes de los unicornios y mas aun ya no estaban por ningún lado, mientras se oscurecía todo a mi alrededor, observaba el prendedor contemplando su brillo natural, hasta que en un momento… todo acabo.

Desperté exaltado, triste por lo que había soñado, deseando que no hubiese soñado nada cuando lo único que hizo fue despertar mas mis ansias por ella, mientras pensaba en lo que una vez le escuche a un amigo sobre de que los sueños, cuan intensos que fueran podían convertirse en presagios y que a veces no le damos importancia por que no aceptamos nuestros destinos, y en este caso con un amor ajeno e imposible, pero, lo mas extraño de todo y que aun no concibo, es que en un desvió de mi mirada, sobre mi mesita de noche estaba aquel prendedor de cristal con forma de alas de ángel.

Simplemente
PEDRO

“Todo lo que sucede, sucede solo por una razón.”
Datos del Cuento
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.96
  • Votos: 78
  • Envios: 6
  • Lecturas: 4723
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
fanny
invitado-fanny 13-10-2007 00:00:00

realmente me trasporte a tus sueños es una sensacion muy rara no la podria describir es una de esas cosas que lees y te impactas quedas sin palabras. me quedaria corta al decir que me gusto mucho

isabelmaria
invitado-isabelmaria 08-10-2007 00:00:00

Sabes?no se que palabras o frases utilizar para mostrarte lo q realmente he sentido al leer tu narracion.Va mucho más allá del genero en el q se encuadra.Es preciosa!!!!!!!!!!ADMIRO TU FORMA DE SENTIR Y DE ESCRIBIR!!!!!Es muy larga pero dan ganas de leerla 3 veces más como minimo ajajjaj.UN BESO!!!!Q sigas tan iluminado!!!!:)

Pedro Calero
invitado-Pedro Calero 13-05-2006 00:00:00

Este cuento es dedicado a todas aquellas personas que alguna vez se han enamorado de una sonrisa, una cancion, una mirada, un adios, un hola y que aun guardan ese sentimiento entre cuerpo y alma sin poder desahogarlo en sus oidos por temer caer ante un no... es dedicado, solo a ella... Pedro Calero

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