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carne de presidio antepenultimo.

habia pasado ya tiempo que martina habia dejado la movida del robo y aun mas lo del lupanar, pues ya no tenia auge para esos tiempos que corrian y no hubo mas remedio que cerrarlo. ella tuvo que buscar la vida de nuevo en un puesto de legumbres que habia adquirido en una zona centrica de apanteco. ya contaba 41 años y su vida pese a ser casi infertil no tenia mucha monotonia. desde que habiase quedado sin su oficio de juventud ahora se dedicaba a mantener y a cuidar entre comillas a un sobrino de una prima lejana; jose, le decian. tendria a la sazon 31 años. y salia a vender con ella o bien, iba con sus primos a la parte norte de la paz para adquirir peroles, fruta parecida al chapopote pero mas dura y que solo crecia en esa zona por ser mas desertica y boscosa. lo malo casi era que su sobrino a veces parecia algo ido. y cuando algo no salia bien rompia en crisis nerviosas que solo le terminaban "no haciendole caso". como solia decir su prima a conocidos que le veian estallar; farfullando palabrejas o bien revolcandose. aun asi, martina lo apreciaba. su vida pasaba sin miramientos; levantandose desde la cinco de la madrugada, preparando con jose la mercancia o bien, riñendo con sus amigas puesteras acerca de la novela de las diez o las cuitas de cada una. asi, la vida pasaba. por unos subitos 5 años. hasta que de nuevo y sin saber como aun mas, regreso a las andadas por un suceso clasico de los caciques y adminsitradores de negocios pequeños; le cerraron su puesto en las primeras horas del dia porque no pudo sufragar los gastos mensuales de la plaza. ante eso, no habia mas remedio que cancelar su venta y sucedio un viernes, cuando jose habiase quedado rezagado junto con un primo menor, juan para acomodar legumbres que habian traido de acatitla y ya acababa:

- tengan cuidado, tu y el otro cristiano-. reclamaba ella-. ya ven que luego me peleo con la del 15 porque las verduras se caen y se deshacen en el piso.

- si, tia.- exclamo jose de subito-. eh, tu juan: ayudame con esta carga. y asi estaban atareados. cuando hicieron acopio de presencia unos hombres trajeados, vestidos de azul cielo; eran 4. martina, pensando que se trataba de unos gendarmes que solo venian a tomar apunte de quienes vendian en la tarde y tras un breve saludo les increpo:

- ¿ como va todo, señores? acabo de llegar y aun no he vendido.

- recoja sus cosas y pase con el administrador.- replico casi duro uno de los hombres sin corresponder a la charla.

- ¡como es posible-. protesto-. ¡si yo siempre vengo a tiempo y jamas he dejado en mis manos una venta. todas las cuentas las he rendido. ¿que pasa, oficial?

- son ordenes del administrador-. dijo el que se veia mas experimentado en esos casos-. usted ya no aparece en el registro de pagadores y su contrato se ha cumplido. obedezca a la buena y no arme algun lio.- sin añadir mas a la charla, martina obedecio ante las miradas de los puesteros y la mirada molesta, casi tiranica. ¡lo que habia que sufrir un obrero! cuando, al salir del mercado, y sin resistir mas, grito girando sobre sus talones:

- ¡imbeciles! ya me las pagaran! me las pagaran por hundirme en este hoyo! ¡ruines! -. jose empezaba a estallar en una crisis y en su enojo le grito, mas molesta aun:
- ¡callate tu, callate! ¡ganas de dejarte donde mi prima, malhaya, te abandono y de donde te saque!-. asi, jose reprimio su colera desaforada. y continuo caminando. asi, llegaron a su domicilio y ahi Martina se desplomo en llanto. ¿ que haria ella, sola, viviendo solo de la lastima de parientes; sin oficio ni beneficio y aun mas, criando casi a un parasito? a sino decente, cuando menos con monotonia. volveria a las andadas. asi, llamo a uno d e sus antiguos compañeros; un tal jorge, y este acepto sin recelo. estaba decidido: robarian en uan tienda de electrodomesticos sin esperar mas. a la medianoche. y sucedio. un hombre d emedian aedad quiso rebelarse contra ellos, pero de pronto sintio una smanos apoderandose de su cuello:

- agh! aggh! ruines, dejenme, dejenme!-. gritaba. mas la gente permanecia inmovil o muerta ante dichos maleantes. y de nuevo retorno. esta vez para ser notada la felonia y los delincuentes ser condenados a la mansion del delito y la rapiña. apenas comenzaba. (continuara)
Datos del Cuento
  • Autor: anonimo
  • Código: 20869
  • Fecha: 27-03-2009
  • Categoría: Policiacos
  • Media: 4.6
  • Votos: 84
  • Envios: 0
  • Lecturas: 5741
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