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Categoría: Ciencia Ficción

Una mañana especial

No era una mañana más. Sabía que esta mañana tenía algo que la hacía sentir especial. No sabía que era. Me levanto de la cama y siento que algo muy fuerte se apoderaba de todas las arterias de mi corazón, la presión me llagaba al pecho, pasaban los segundos y cada vez era más fuerte la presión que sentía. Mis ojos querían explotar, la cabeza me dolía, no podía hacer nada. Trato de calmarme. De repente miro hacia el final del pasillo y observo que esta la famosa butaca grande que era de mi abuela Ana. Me siento y rápidamente pude sentir el aroma de flores que solía ponerse todas las mañanas. La presión desaparece en menos de segundos. Me he quedado sin palabra. Estoy sola, no sé que hacer, ni que pensar. Pensé y dije, tengo que llamar a alguien, pero ¿a quien? Me levanto de la butaca, agarre el teléfono, mis manos comienzan a temblar, el teléfono se vuelve loco, comienza a marcar números y mi corazón vuelve a agitarse descontroladamente. Siento que la presión me esta subiendo. Tiro el teléfono. Vuelvo a sentarme y todo vuelve a la normalidad. Me siento más relajado cada vez que me siento en la butaca que era de mi adorada abuela. Pienso, ¿será mi mente que quiere apoderarse de mí en esta mañana? No puede ser. Tampoco estoy loca, bueno eso creo… Observo la butaca, comienzo a hablarle como si fuera mi abuela la que estuviera en ese momento y no la butaca. Rápidamente siento como el escalofrió se apodera de mi cuerpo y en menos de segundos desaparece. Algo anda mal abuela… Le comento. ¿Que será? ¿Por qué en esta mañana de Domingo? El viento alterado azota fuerte contra las ventanas, entran las hojas y todas vuelan a mí alrededor. Yo asustada y desesperada comienzo a gritar, ¿Dios mío que esta pasando? Porque tanto en tan solo una mañana. El viento desaparece todo se calma. Las hojas en forma de círculo rodean la butaca. Me levanto y noto que hay un papel justamente entrando hacia la habitación de mi abuela. Sorprendida y con la boca abierta estuve más de 1 minuto mirando el papel. Rompo a reírme en carcajadas. Me pregunte ¿no puede ser? Esto sí que fue un drama. Ahora se preguntaran que fue lo que decía exactamente el papel. Pues bien… Justamente me coloque frente a la butaca de mi abuela y sin poder parar de reírme le pedí perdón. Si, perdón. Perdón porque justamente en esa mañana olvide que mi abuela adorada cumplía 1 año de haber fallecido. Mi abuela enojada y consciente de que me había olvidado de esta fecha, hizo de las suyas dejándose sentir. Por eso mi presentimiento de que esta mañana tenía algo que la hacía especial. Y no la mañana, si no el día.
 

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