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Categoría: Infantiles

Una leccion para hermoso

Había una vez, en un pequeño país, no muy lejano, un hermoso corcel blanco, de esbelta figura y crin de largos y suaves cabellos.

Dicho corcel se llamaba Hermoso, y ya podréis intuir por qué era, por su esbeltez, por su piel perfecta, por sus músculos perfectamente diseñados, y por su envidiable forma física.

Jamás se acercaba a otros caballos a los que menospreciaba por su aspecto. Ninguna yegua era lo suficientemente hermosa para él, se había convertido poco a poco en un caballo exigente y pedante, al que nadie hablaba ni contaba con él para absolutamente nada.

Cada vez que se presentaba a un concurso hípico, Hermoso lo ganaba sin ningún problema. Tenía toda su casa llena de trofeos que mostraban los galardones que año tras año ganaba gracias a su belleza.

Sin embargo Hermoso, jamás le prestó atención a su formación. No acudió mucho al colegio, ni quiso seguir formándose aún teniendo todas las oportunidades para hacerlo. Creía, que era mucho más fácil vivir de su imagen, y en cierto modo, así era. Solo tenía que presentarse, posar, dar cuatro saltos para tener todo el reconocimiento de la gente que le rodeaba. La popularidad, se había convertido en una parte esencial e imprescindible de su vida, y no sabía vivir sin ella.

Un día de las fiestas de su ciudad, Hermoso se presentó al concurso de belleza anual, que cada año se celebraba por esas fechas, y que por supuesto cada año ganaba sin ningún esfuerzo.

Pasó toda esa mañana acicalándose, poniendo cada cabello en su lugar, limpió y perfumó cada centímetro de su precioso cuerpo con las más exquisitas esencias.

Dentro de ese concurso, había una parte en la que debía pronunciar unas palabras, un sencillo discurso,  que año tras año repetía y que le sacaba del apuro, pues Hermoso carecía de formación, de vocabulario y de soltura a la hora de expresarse. Con una sonrisa al final del discurso, y unos cuantos parpadeos seductores se ganaba sin problemas al jurado.

Otra de las pruebas, consistía en hacer algo artístico, saltos hípicos al son de la música. Como cada año Hermoso realizó su actuación, pero con tan mala suerte esta vez (y tras haber obviado el calentamiento previo) se lesionó una pata al caer de una mala postura.

El médico lo reconoció, y diagnosticó la fractura, y también le comunicó a nuestro vanidoso corcel, que no podría volver a competir como lo había hecho hasta el momento.

En ese instante, Hermoso se percató, de que la vida es algo más que estética, aparentar y vivir la vida de una forma superflua. La amistad, el aprender cosas nuevas y el ser mejores personas viviendo la vida como gente natural, enriquece y mucho a todo ser viviente de este mundo.

Y es una lección que le costó mucho esfuerzo asumir, y un gran sacrificio que al fin y al cabo mereció la pena.

Hermoso estudió, montó un negocio y encontró a una yegua muy amable, cordial y a la que quiso el resto de su vida, tanto o más como se había amado a sí mismo tantísimo tiempo, un amor, que jamás fue correspondido.

 

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado

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