Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Cuento
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Cuento
Categoría: Sin Clasificar

Una historia de amor a la belleza

¿Cómo empezar a contar? ¿Cómo decir la confusión en que estuve?... Para qué cuestionarse, para que entender si uno mismo es un caos cuando las cosas no las entendemos, cuando llega a nuestros sentidos ese viento amorfo, esa fuerza que eriza la piel y que nos araña cada partícula de nuestra piel. Y uno que es así como cualquiera, cae, se deja arrastrar, como una pluma flotando en el aire...

Estaba sentando en mi casa cuando escuché la voz de una chica a través de la ventana. Me gustó su voz, tanto me gustó que salí hacia la ventana a mirarla. Era hermosa. Para qué describirla si la belleza no tiene siempre una forma común. Era hermosa así como cuando ves sonreír a un bebé, cuando sientes que deseas contemplarla durante toda tu vida, y ya la sientes parte de ti, algo que adorar, entregarle el resto de tu atención, de tus sueños y anhelos. Todo cuando estás frente a la belleza encarnada en una mujer. Cuando estoy ante la belleza, mis sentidos se hacen agua, y se derraman del recipiente de la carne. Salí a la calle y me acerqué lentamente, así como esos tigres que huelen su presa. Ella hablaba con una vecina, vestía con traje de seda negra con estampas de flores de colores variados. Usaba zapatos negros, de charol, con un leve taco punta y movía el pie izquierdo de arriba hacia abajo como si tuviera prisa por caminar. Y cuando estuve a breves pasos de ella pude olerla toda. ¡Dios! ¡Olía a rosas! Es un ángel me dije. Me acerqué un poco más y ellas voltearon a verme. Sus ojos se clavaron a los míos. Ella decía algo pero no podía escucharla, era como un Sol que brillaba y mis ojos se quedaban chorreados por su brillo... No recuerdo que dije, pero ellas rieron, y mucho, como si estuvieran frente a un payaso. Una mujer como ella sabe bien cuando un hombre se le ha enamorado a primera vista. Me enamoré y caí en su telaraña. Le pedí, con una voz de pito, si podía acompañarla. Estaba tan estúpido que no me di cuenta que había salido sin zapatos. Ella me lo dijo. Yo reí, y le dije que me gusta caminar sin zapatos. ¿Para qué?, preguntó. Me gusta sentir la tierra, el cemento, aquello que tenga que ver con la fertilidad femenina... Pareció que no me entendió. Se despidió de su amiga, que era mi vecina y también lo hizo conmigo. La seguí. Pareció que ella se incomodaba, pero luego la vi escapara una risita de complicidad, como si adorara ser perseguida por un hombre enamorado. Le gusto, pensé y continué siguiéndola hasta llegar a un mercado lleno de frutas. ¿Te ayudo?, le dije. Asintió. Cogí su canasto y sentí que éramos pareja, al menos todos los chicos que nos miraban parecían tenerme envidia. Ella continuaba riendo con complicidad. Y así la pasamos hasta que compró lo que debía comprar. Gracias, me dijo. Eres dulce, pero debo dejarte, tengo novio y si te ve, voy a tener problemas, por favor, no me siguas mas. Pero... puedo verte otro día, le dije. No, no puedes, me dijo, y, volviendo a sonreír, cogió su canasta y continuó caminando hasta doblar la esquina de la calle. La seguí hasta ver que entraba en una casa grande, parecía que no había nadie más que ella. Me acerqué a la casa y toqué la puerta. Ella salió y sus ojos se pusieron muy grandes y más hermosos. Le rogué que me hiciera pasar, me puse de rodillas, empecé a decirle que estaba loco por ella, y que no me iría si no me abría la puerta un instante... Su rostro empezó a temblar, como si yo fuera el lobo feroz y ella uno de los tres chanchitos. Insistí al verla dudar, pero ella cerró la puerta en mi cara, diciéndome que me fuera, o si no, llamaría a la policía. Cuando uno está tan loco, como yo en ese instante, no le importa nada de nada. Así que no pude contenerme y pensé en que debería entrar o entra. De pronto, vi que había un árbol que casi tocaba la ventana de uno de los cuartos de su casa. La trepé sin pensar, y como si fuera un mono, pude lanzarme y penetrar su casa a través de aquella ventana. Quizá estuviera alguien adentro, y si fuera así, iba a tener muchos problemas, pero yo no podía pensar en nada más que en ella, en verla, en decirle todo mi sentir, en tocarla toda, en amarla eternamente, era así mi vehemencia, mi locura pasional, mi deseo por dejarme abrazar por el fuego de su belleza. Ya dentro, escuché el sonido de una radio en uno de los cuartos. Es su cuarto, pensé. Caminé despacio y vi que la puerta estaba entreabierta. Al compás de la música escuché el sonido de una ducha de agua. Está por bañarse, pensé. Y era cierto, pues, pude verla, allí, sentada frente a un espejo, mirándose como una niña, jugando con sus largos cabellos, y luego, se paró y comenzó a quitarse sus ropas. Vi como caía como una cascada negra su traje de seda con estampados de rosas de colores. Vi sus pies desnudos, sus dedillos que los movía y jugaba con sus dedos de la mano, era como un sueño, como estar en el cielo y ver a un ángel sin alas… La vi quitarse sus ropas íntimas, sus medía color carne… ¡Dios¡ ¡Era tan hermosa¡ Y allí estaba, totalmente desnuda, pero de perfil. No se daba cuenta de mi presencia, pues yo casi no respiraba, era como una parte de la pared, un adorno más… alguien que no podría más que observarla sin que se diera cuenta. De pronto, la vi entrar en la ducha. La vi jabonarse sus partes íntimas, todas las demás, y yo, allí, agazapado, sin saber si entrar o no entrar. Decidí no hacerlo. Tampoco quise salir por la puerta, decidí salir por la ventana… pero antes de irme, le dejé un poema escrito en un pedazo de papel. Se lo puse sobre su cama y luego salí de la casa a través de la ventana, de la misma forma como entré. Me fui a mi casa, no sé como, pero feliz, contento. Me había embriagado de su belleza y me había saciado de ella, sin hacer nada más que contemplarla como el Quijote a su Dulcinea, como el poeta a la Luna… Y cuando llegué, todos mis sueños fueron para ella. Desperté como si estuviera en el Paraíso. Salí de mi casa y fui a verla, a ella, a mi adoración encarnada… Pude verla, pero tras el árbol de su casa, no deseaba que notara mi presencia, esperaba que saliera para enviarle otro poema, pues, sentía que sólo asó podría acercarme a su corazón, sólo así, sólo así… es lo que pensaba, y lo pensé por meses, luego por años, hasta que una tarde la vi caminando en los brazos de otro. No sé por qué no me puse celoso, deseaba que fuera feliz, con cualquiera, conmigo por qué no, pero, esto de la suerte ni de las casualidades no iba conmigo, pero eso no cesó en mi afán en enviarle mis poemas. Y así lo hice hasta verla entrar a la iglesia en traje de novia, y en los brazos de un tipo desconocido. Pasaron los años, y yo continuaba escribiéndole. Envejecí, ella también. Ella había viajado pero había retornado a nuestra ciudad en donde yo me había vuelto un escritor, uno de los tantos escritores que jamás son publicados… pero, ella volvió, y sola, viuda, con nietos… Continué enviándole poemas, hasta que una tarde alguien tocó la puerta de mi casa. Era ella. Abrí la puerta y era una anciana preguntando por mí. Nos miramos los ojos, y luego, nos abrazamos, lloramos, hasta que tuve que pedirle que se fuera a su casa pues le había enviado otro poema. Me gustan tus poemas, me dijo, pero me gusta más tú, te amo… La miré y le pedí que saliera de mi casa. No lo entendió, y con el rostro cubierto por sus preciosas y arrugadas manos salió de mi casa, casi corriendo como cuando era una jovencita… Me ama, me dije. Me volví a sentar en mi escritorio y continué escribiendo… Había realizado que más importante que poseer la belleza es contemplarla y expresarla, así como cuando vez a una paloma que huye de ti cuando te le acercas, así, pues ella ama su libertad… ama volar, ama vivir expresando su amor por la belleza…


San isidro, abril de 2006
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 16477
  • Fecha: 24-04-2006
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.36
  • Votos: 50
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2868
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 44.202.183.118

1 comentarios. Página 1 de 1
JuliusCesar
invitado-JuliusCesar 25-04-2006 00:00:00

Tu escrito esta mas o menos. Al principio me parecio que empezaste bien, muy interesante como ibas pero se fue haciendo monotono y mas con el uso de todas esas frases y palabras gastadas " don quijote a su dulcinea" " me embriague de su belleza" etc etc...ademas no me gusto la direccion que le diste a la trama, en fin, mi calificacion es 6, apruebas pero te falta mejorar.

Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Cuentos: 21.633
»Autores Activos: 155
»Total Comentarios: 11.741
»Total Votos: 908.508
»Total Envios 41.629
»Total Lecturas 53.552.815