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UN CUENTO DE LA MONTAÑA

Érase una vez un pueblo lejano donde habitaba una niña llamada Aída, que tenía toda clase de animales con los que siempre jugaba ya que no tenía amiguitos con quien jugar y esto era así porque hoy día todos sabemos que en los pueblos apenas quedan niños con los que jugar.

Aída vivía en un típica casa de pueblo, con un mobiliario muy antiguo y con una usual cocina de leña de fuego bajo.

Cuando llegaba el tiempo de invierno el abuelo la llevaba al colegio y la iba a recoger todos los días ya que tenía que atravesar un puente por encima del río que en esta época suele permanecer helado. A las tardes, cuando volvía del colegio iba al corral, jugaba con los conejos y les daba de comer, también cogía a su perro, un perro muy pequeño con el que salía a correr al campo y a visitar la cabaña que sus padres tenían en el monte a una hora de camino desde el pueblo.

Una tarde Aída, subió con su padre a la cabaña a dar de comer a las vacas y al regresar, a causa de una gran tormenta de nieve, se perdieron; la madre, al ver que no regresaban, muy nerviosa, avisó a los vecinos del pueblo que salieron enseguida en su busca.

Aída no se daba cuenta de lo que estaba pasando y mientras, se entretenía jugando a hacer muñecos de nieve. Por alli, paseaba un montañero, también despistado a consecuencia de la gran tormenta, al oir hablar a su padre con el montañero, Aída se dio cuenta de lo que pasaba.

Mientras tanto, los vecinos del pueblo regresaron sin haber conseguido encontrar a Aída y a su padre, entonces subieron al campanario de la iglesia y tocaron repetidamente las campanas, de esa forma Aída, el padre y el montañero pudieron orientarse y buscar el camino de regreso a casa.

Para celebrar que todo había terminado bien organizaron un baile en la plaza del pueblo e hicieron grandes cazuelas de chocolate con churros que calentaron en una hoguera que encendieron en medio de la plaza.

Llegó la primavera y Aída se entretenía con su perrito recogiendo flores y mariposas, pero desde ese invierno siempre teniendo cuidado de no separarse mucho del pueblo.
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