Yo no quiero que nuestras cartas sean tan frías. Y que algunas parezcan muy diplomáticas. Yo no quiero obligarte a responderme, si tú ya no sientes el interés de antes. Lo que yo quiero… Es que de verdad necesites saber de mí como yo de ti. Que de verdad te agraden mis e-mails y sentir aquella llamita de la que me hablaste en aquella ocasión. No quiero pensar que todo se enfrío.

Cuando te he escrito de forma fría lo he hecho a propósito, porque así he percibido algunas de tus cartas…Frías, cortas y artificiales… (Aclaro que no todas han sido así). Y yo que valoro tanto las amistad… Para mí eso es un golpe bajo. Prefiero no recibir más tus respuestas a sentir tal sensación de desánimo.

Las frases frías… Para mí sólo son una colección de palabras. Con letras formadas por un derrumbe de sentires ya olvidados. Cada palabra entonces es una roca de hielo. De un enorme glaciar, que quisiera yo, se derritiera y cada letra congelada golpea en mi rostro, como si fuesen las astillas del cristal más duro sobre la faz de la Tierra, lastimándome así no sólo el rostro sino también penetrándome el alma.

Aquellas tardes que te entregué, donde me pedías hacerte compañía y accedí a hacerlo… Aquellas horas que permanecía muda mientras tú INVOCABAS A TU MUSA... Y que a veces no comprendías mi silencio... Yo allí estaba!!! Sólo que trataba de no interrumpirte... Te confieso que jamás pude escribir al acompañarte. No me concentro si estoy con alguien... Lo mío es a solas y en hoja de papel y a lápiz... Me gusta palpar lo que voy escribiendo, porque así mis sueños parecen más reales al tacto. Mientras tú escribías yo sólo aguardaba…Esperando quizás el momento que acabaras, para terminar mi cometido contigo. Tú sabes… Soy tu fiel compañera. Te quiero.


PD: Gracias por permitirme recuperar tu afecto nuevamente.