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RETRATOS FAMILIARES

Soy tío de cinco niños y cada uno de ellos es muy especial. Me gusta observarles siempre pero como no tengo una buena foto de ellos he decidido retratarlos a través de mis líneas...

Como siempre se empieza por las mujeres, empezaré por la mayor de ellas:

TUTI

Tiene nueve años, y aunque siempre piensa y prepara sus travesuras tiene como un ángel que la cuida y que sólo yo puedo verle... Muchas noches me pongo a conversar con el ángel, y le pregunto muchas cosas, pues quisiera saber cuando dejará de ser tan calladita y vergonzosa antes sus amigas. También le pregunto cuando encontrará aquello que le gustaría realizar el resto de su vida... El ángel me contesta que el tiempo la ayudará y en cuanto a saber encontrar su don, sólo ella podrá saberlo, pero mientras tanto él la cuidará y seguirá al lugar en donde vaya...

Como siempre, antes de alejarnos me pide que no deje de narrarle mis cuentos durante las noches, o a través de un email, pues eso la ayuda a visualizar bellas imágenes y a aprender a escuchar mejor la voz de su interior... Le prometo que lo haré y cuando le veo alejarse, me provoca seguirle hasta el cuarto de Tuti. Lo veo pararse tras de su cama y los dos sonreímos al ver su tierno cuerpecito amontonado de sabanas, con su largo pelo revuelto entre su almohada.

Me le acerco a mi sobrinita y le acaricio su cachete. Miro a su ángel y lo veo atento y complacido, le gusta que la quiera... Salgo del cuarto y siento que ella está en buenas manos...

BELEN

Tiene ocho años y cuando camina por su casa parece aquellas princesitas que andando en un reino de colores y muñecos. Me gusta admirarla, escucharla y caminar cerca de su lado, pero, me he dado cuenta que le gusta estar siempre sola... es que, ella es una princesita, y su reino esta en la fantasía, pero yo, aunque soy ya muy grande, puedo ver aquel reino. Observo como sueña y vuela por las verdes hojas y las coloridas flores como una mariposa...

Le gusta mucho cantar como las aves del cielo, pero tiene un geniecillo que gusta contarle cosas no muy buenas... La otra vez me acerqué a su geniecillo y le dije: “¿por qué no la dejaba mas tranquila?”. Me respondió que ellos dos eran como hermanos, que a ella le gustaban las historias de las hadas, los gigantes, y ese tipo de personas; que le gustaba vivir en un castillo de muros plateados y brillantes, con grandes ventanas enmarcadas en oro, y un jardín repleto de gruesos árboles, con muchos niños que la apreciaban y cuidaban como su única reina... "¡Es una reina!", me dijo el geniecillo. Le miré y le dije que para mí desde que vino a mi vida lo era...

El duendecillo se paró y sin despedirse de mí se encaminó hacia el cuarto de Belén, la quiso despertar pero ella le dijo que aún estaba oscuro y que la dejara un rato mas en paz, pues deseaba soñar con su castillo de cristal, tocar su piano de cristal con coleta larga, y que todos los niños que estaban cerca de ella la siguieran y jugaran con hasta que despertase... Miré al geniecillo y sonreí, luego, me acerqué a Belén y le acaricié el rostro, ella se acomodó en su camita y continuó con su sueño, como si fuera un angelito...

CESITAR

Tiene cuatro años y tiene tantos juguetes que muchas veces que entro a su cuarto no sé si está o no está, pues, como es aún muy pequeño pareciera uno más de todos sus muñecos. Le gusta mucho mirar la televisión y jugar con la nana, pero he notado que está muy solito...

Una noche viajé a través del barco de mi imaginación y le vi durmiendo como un gatito en su cuarto. Le miré y vi que estaba rodeado por una serie de personajes que habían salido de la televisión. Les pedí que le dejaran dormir, pues aún era muy pequeño. Me miraron sorprendidos y con los ojos muy abiertos me dijeron que era él, Cesitar, quien no les dejaba, pues a través de sus sueños les llamaba a cada instante para jugar en su mundo de cristal y fantasía... Les miré y les pedí que trataran de no escucharle tanto, pues muchas veces, sobre todo cuando se es niño, uno puede verles a través de su imaginación, llegando a asustar a sus padres con sus visiones tan fantásticas...

Me prometieron hacerlo, pero antes, me pidieron que le narrara cuentos, pues así ellos podrían dejar de poblar todos los sueños de Cesitar. Les dije que sí, y luego, todos ellos se fueron y se metieron a través de la televisión… Me acerqué a su camita y noté que todas sus luces estaban encendidas. Las apagué y cuando estaba volviendo a mi casa escuché que Cesitar lloraba. Retorné a su cuarto y prendí las luces nuevamente, y luego, le conté el cuento del niño que durante la noche viajaba hacia el país de todos los niños… Le vi sonreír y cerrar los ojos para volver a dormitar. Le acaricié el rostro y se quedó totalmente dormido en medio de muchos juguetes echados por toda su cama...

SAMUEL

Tiene nueve años, y aún recuerdo cuando jugaba el ajedrez, le vi tan serio que pensé que el mundo sería muy bueno con él, pues noté que todo lo que realizaba lo tomaba muy en serio... Sentí que deseaba estar cerca de él, pero Samuel no vivía en mi pueblo, vivía muy lejos, cruzando todo el inmenso mar, al otro lado del mundo. Y aunque lo sentía muy solo, a través de mis cartas y mis sueños, sabía que podría acompañarle un tiempo.

Una noche, decidí viajar hasta su casa y le vi junto a un amigo que hablaban en francés durante mucho rato. Yo trataba de decirle que estaba a su lado, pero Samuel seguía conversando con su amigo. Noté que se querían mucho. Se contaban todas sus cosas, intercambiaban juguetes e iban al mismo colegio... Fue extraño pues percibí que algunas veces dormían en la misma casa, como hermanos. A Samuel le agradaba aquella compañía, y me di cuenta que sería un estupendo amigo, el mejor de todos los amigos para confiar, pelear, compartir las cosas buenas y malas, todo.

Me sentí contento por verle así, sano y lleno de buenos pensamientos. Pude ver que soñaba con un lugar lleno de plantas en un lugar en donde habitaban muchos chinitos... Le vi viajando a través de sus sueños hasta acercarse a uno de los chinitos y conversar con él cerca al borde de un precioso lago. Luego, se mudaron de ropas y se bañaron como si fueran pescados... Fue increíble verle nadar por más de dos horas, y solo dejó de nadar cuando despertó sobre su cama que estaba lleno de soldados de juguetes y fotos de todos los amigos que había conocido...

Me puse contento y decidí escribirle una vez a la semana. Sabía que eso le gustaría, sobre todo si era un cuento del tío...

JUAN PABLO

Tiene once años, y es el mayor de todos mis queridos sobrinitos, y él también vive muy lejos, pero no sé por qué lo siento muy cerca de mí, es seguro que piensa casi igual que yo, y si es verdad, es mejor darle un consejo. No es bueno mentir tanto, a menos que sea necesario. Yo sé que no le gusta estudiar, mas le gusta jugar, gritar, mirar a las personas y sobre todo, pasear por las calles de todo Barcelona.

Una noche, decidí visitarle a través de mis sueños e imaginación, y le encontré durmiendo... La verdad es que me sorprendí mucho, había crecido. Tenía el pelo largo y muy lacio. Su nariz estaba grande como una nuez, y sus ojos negros brillaban como dos luceros, carambas, pensé, en verdad, se parece mucho a mí, aunque no pensaba igual que yo. Me le acerqué y le soplé al oído. Se asustó y se paró como un monito, o un gatito negro. Miró a todo su alrededor pero no pudo verme, eso es normal pues soy invisible, y vivo en la fantasía, o en sus sueños...

Volví a acercarme, y nuevamente se asustó, partiendo a la carrera hasta llegar al cuarto de su mamá. Cerró la puerta con llave y se metió debajo de su cama. Le seguí, y me puse junto a él. Le soplé el oído otra vez y sus pelos se pusieron como un erizo de mar... Juan Pablo comenzó a temblar como una castañuela y tuve que hacer algo para que se calmara, y de pronto recordé que a él le gustaban mucho las aventuras de "Pockemon"... Me le acerqué nuevamente, y le hice recordar a HISHU… Recordó, me visualizó y empezó a reírse, despertando a su mamá que de un empujón lo sacó de su cuarto... Nos miramos un instante y me sentí feliz. Le induje que prendiera su computadora y me buscara en el Chat, y cuando lo hizo, volvimos a estar contentos un momento... No conversamos mucho, pero sí volvimos a estar juntos como cuando dormía como un monito en medio de cinco almohadas...


Bueno, estas son mis flores que alegran mucho mi paso por la vida, espero que cuando el tiempo me separe de sus vidas me recuerden un poquito; quizás por ello es que escribo estas líneas, para que recuerden que no podré olvidarme de ellos…





Joe, marzo del 2005.
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 13808
  • Fecha: 13-03-2005
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.63
  • Votos: 54
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2993
  • Valoración:
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