La señora Pato sacó el pico de su nido y notó el aire templado de la primavera.

Miro hacia las colinas y vio los campos cubiertos de flores y mariposas revoloteando.

Miró hacia el cielo y vio un radiante cielo azul.

¡Llegó la primavera!- graznó feliz,- vamos a nadar al estanque – le dijo a sus hijos.

La señora Gallina, paseaba al sol por el patio de la granja.

Desde que Don gallo la despertara al amanecer, como siempre hacia, cacareaba feliz – ¡se terminó el invierno, ha llegado la primavera!
 

Todos los animalitos de la granja se iban despertando y salían al sol.

-¡Llegó la primavera!- exclamaban felices, ¡mirad como brilla el sol!

Los árboles del patio exhibían sus recién estrenadas hojas verdes.

La señora Pato cruzó el patio seguida por sus hijitos.

¡Buenos días señora Gallina! – le graznó amablemente.

¡Buenos días señora Pato! – le cacareó la señora Gallina ¡qué bonitos hijos tiene!

¡Muchas gracias! – respondió moviendo sus plumas blancas muy orgullosa. Nos vamos a nadar al estanque, ¿quiere acompañarnos?- la invitó.

¡Muchas gracias por su invitación! – Le respondió agradecida la señora Gallina,- pero a nosotras las gallinas no nos gusta nadar.

 – ¿Cómo que no les gusta nadar? – preguntó la señora Pata. A todas las aves nos gusta nadar – graznó muy convencida.

 – A nosotras no- se apresuró a responderle la señora Gallina.

¡Usted está equivocada! – afirmó la señora Pata.

¡No lo estoy!- cacareó la señora Gallina.

¡Si, lo está! – afirmo la señora Pata enojada.

¡Qué no lo estoy!- cacareó enfadada la señora Gallina.

De repente se escuchó…

¡SILENCIO! – ululó el Don Búho desde su Nogal.

Me han despertado con tanto alboroto. Escuche toda vuestra conversación y quiero decirles que ambas tienen razón y las dos están equivocadas.

-¡Eso no es posible!- graznó molesta la señora Pata.

-¡Esta en un grave error!- cacareo la señora Gallina.

-Ni lo uno, ni lo otro – dijo Don Búho.

Veamos, y veremos que es muy fácil de entender.

Nosotros tres somos aves,- dijo,-¿estoy en lo cierto?- pregunto con ojos serios.

-¡Si, claro! -afirmaron la señora Pato y la señora Gallina al unísono.

-A usted señora gallina- le gusta levantarte al amanecer, ¿estoy en lo cierto?- le pregunto.

-¡Si, Don Búho!- respondió.

-Y a mí, me gusta desayunar cuando el sol se oculta y pasear por las noches con mis amigas luciérnagas. A mí no me gusta bañarme en el estanque- continuó ululando – pero, ¡me encanta mojarme con la lluvia! – y a usted señora Pata eso no le gusta nada. Tengo entendido que si sus hijitos mojan su espaldita con la lluvia se ponen muy enfermos – ¿estoy en lo cierto? – le pregunto muy serio.

-Es verdad- graznó la señora Pata.

Lo que sucede -continúo diciendo Don Búho- es que aunque somos las tres aves somos tres aves diferentes, como los niños, los adultos, las casas, las ciudades y los países.

Así son las cosas, parecidos pero diferentes. ¡No hay razón para enfadarse por esto! Podemos tener gustos diferentes e igualmente llevarnos bien.

- ¡Es muy cierto! – graznó la señora Pata.

- ¡Estoy de acuerdo!- cacareó la señora Gallina.

-¡La primavera es maravillosa!- ululó Don Búho y dio un gran bostezo. Si me perdonan- agrego- voy a continuar durmiendo. ¡Que tengan un buen día Señoras!- se despidió

-¡Y usted buenos sueños! – se despidieron ellas.

Y así fue como la paz volvió a la granja. Hablando siempre se entienden las aves, ¡y también las personas

Y colorín colorado este cuento ha terminado.