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Perfección

Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. - (Génesis 2:7)
I
“La humanidad ha luchado contra la muerte durante toda su historia; y hasta hace poco no había esperanza alguna. Siempre me pareció horrible el concepto de la muerte, y fue así como me absorbió la idea de la creación de un ser perfecto, un ser capaz de soportar el inevitable paso del tiempo.
Ya que podría decirse que sobrepasar a la muerte es una aspiración de la medicina, toda mi vida la he dedicado a ella para bien de la humanidad. Me gradué con excelente promedio de la Escuela Internacional de Medicina. Mi tesis, titulada: “Adán Inmortal”, me abrió la puerta para llevar a cabo mi tarea. La mundialmente famosa empresa médica Jehnova Lab. me ofreció empleo para continuar con mi investigación sobre la creación de un humano perfecto, así que yo acepté sin dilación.
Los primeros resultados se dieron cuando descubrí que hay un gen dominante dentro del ADN humano capaz de hacernos adaptables a cualquier medio, además de que muy pocas personas lo tienen desarrollado al cien por ciento. Les estoy hablando del Gen Y, nombrado así en honor a mi maestro, el Dr. Yoshizumi, pionero en la investigación de la evolución genética humana.
Tras pruebas con primates pude observar que éstos, al ser injertados con el Gen Y, pueden soportar el calor y el frío extremo, además de que su velocidad de curación aumentó en un veinte por ciento. Fue así como el árbol comenzó a dar frutos.
¡Mi investigación cumpliría el desesperado deseo de la humanidad de sobrepasar a la muerte!
Gracias a mis avances, y con la ayuda de mis colegas, pude obtener el permiso de pasar a la siguiente fase: La experimentación con humanos.
Primero fue el análisis de diferentes tipos de personas, posibles prospectos que contuvieran el Gen Y; luego, su recolección. A diario llegaban sedadas a nuestro laboratorio una veintena de personas para hacerles diversas pruebas, desde tipos de sangre hasta la cercenación de alguna parte de su cuerpo. Si sobrevivían, los tirábamos al mismo lugar de donde fueron recogidos; si no, eran conservados para cualquier cosa que nos hiciera falta.
Tres años duró la operación. Al final de ella habíamos recolectado y conservado los cuerpos de más de cincuenta personas y, cuando tan solo faltaba poco para concluir, mis colaboradores fueron partiendo uno a uno, argumentando que yo estaba loco, que la investigación empezaba a volverse grotesca; pero ellos no entendían que todo era para que la humanidad se sobrepusiera a la muerte.
Fue así como seguí yo solo; mis jefes me veían con recelo, querían que todo terminara, pero ya faltaba muy poco para lograr mi objetivo. Había creado ya varios prototipos, pero todos salían defectuosos, necesitaban algo, algo me hacía falta ¡y no sabía qué era! Tanta fue mi frustración que estuve a punto de rendirme, de dejar todo atrás, me sentí tan mal que ese día me fui temprano a casa.”
II
“Poco después me dirigí al laboratorio, y como vivía cerca, llegue antes de las siete de la mañana.
Al entrar, Franz - el encargado de la compañía- se acerco a mí y me dio una no grata noticia: si en un mes no mostraba resultado alguno con mi investigación me quitarían el capital. No quería creerlo: el sueño de mi vida no podía terminar así, no debía terminar así. Tenía que idear un plan. Asentí, y corrí hacia el laboratorio, que se encontraba en el nivel inferior.
Grité con impotencia, rompí frascos, matraces, todo. Una mezcla de químicos cayó sobre los cuerpos; fue entonces cuando escuche algo que me devolvió la esperanza perdida. Dos de los aparatos conectados a los cuerpos mostraba un sonido persistente: Había logrado obtener signos vitales en los cadáveres con los que practicaba.
Retire los vidrios rotos que quedaron esparcidos sobre los cadáveres y puse manos a la obra. Tome muestras de tejido nervioso, sangre y huesos; necesitaba comprobar que fue lo que causo esa reacción. Ahora estaba poseído por el éxtasis de tener en mis manos la vida y la muerte.
Lo había descubierto: por mi enojo, el líquido que cayó sobre los cuerpos les proporciono una rara especie de enzima que hizo reacción con su cerebro y les permitió generar débiles señales de vida. Ahora que tenía la respuesta clara, podía cumplir mi sueño.
No podía perder el tiempo, si todo salía bien, en menos de un mes podría tener resultados concretos; así que tome el teléfono y llame a Franz: En exactamente un mes quería que todos los directivos se reunieran para ver los resultados. Se llevarían una gran sorpresa...”
III
Llegó el día planeado. Los directivos fueron tomando uno a uno su lugar sin saber lo que contemplarían.La expectativa los mantenía inquietos, todos hablaban entre sí. Se escucho un ruido en el cuarto contiguo y, sin esperarlo, la puerta se abrió de golpe y todos miraron atónitos la extraña criatura que surgió por el umbral. Sus ojos no daban crédito a lo que veían.
Una gran masa de músculos se paró frente a ellos. Todo su cuerpo tenía partes aún sangrantes y en carne viva. La cabeza era pequeña con relación a su gran tamaño, que alcanzaba los dos metros y medio de altura. Una segunda cabeza, más pequeña, le surgía del lado izquierdo del pecho: era esa la cabeza del doctor. Su tórax, formado por una gran estructura ósea cubierta con diversas partes de los cadáveres, ahora resucitados, emanaba un fuerte olor a muerte. Del costado izquierdo surgían más de una docena de brazos unidos para así formar uno solo, del lado derecho tenía dos, uno sobre el otro. Lo único “normal” dentro de la criatura eran sus piernas, sólo un poco más gruesas para así poder soportar el peso de su cuerpo.
Todos se pusieron de pie y trataron de huir, eran la viva imagen del miedo. Automáticamente el gran brazo izquierdo bloqueó la salida.
-¡Que ha hecho doctor! - gritó Franz - ¿Es esto acaso el resultado de sus torcidos experimentos?-Experimentos que ustedes pagaron. – Respondió el doctor con serenidad. En ese momento su voz sonaba cavernosa y deformada. - Así como Dios creó a Adán de la imperfección del polvo yo acabo de crear al humano perfecto a partir de despojos. Y me he unido a él ¿Acaso no le parece artístico mi trabajo?–Es usted un monstruo, doctor – chilló Franz.–Lo sé, soy un monstruo, pero soy perfecto, ahora soy inmortal. Pero vamos, no se sienta usted mal. En unos momentos seremos uno solo, ya que para que mi creación pueda sobrevivir tiene que absorber las proteínas de los cuerpos vivos, y ustedes serán los primeros.
Franz trató de defenderse de la terrible criatura que era ahora el doctor, pero fue lo último que hizo porque fue devorado por ella, al igual que sus colegas.
Al final, sólo se escucho el eco de sus gritos, ahogados bajo toneladas de cemento.

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