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Pequeño lugar de encuentro

Hubo una vez un niño rico. El tenía todo lo que podía desear. Sus papás siempre le habían dado todo tipo de caprichos, apenas le gustaba algo al minuto lo tenía entre sus manos. Una vez se encaprichó de una moto eléctrica, para su corta edad conducir algo así era un poco peligroso, pero él insistía e insistía y para que dejara de ponerse pesado sus padres le compraron la mejor moto que podía imaginarse. El se puso muy contento y estuvo varios días dando vueltas con ella por el jardín. Luego el jardin se le hizo pequeño y entonces salió con ella a un campo cercano y allí dio más y más vueltas. Al cabo de unos días ya no tenía más sitios nuevos por los que moverse y como le sucedía siempre, comenzó a perder interés por aquella moto hasta que un día la dejó abandonada en ese campo cercano a su casa y regresó alegremente andando.

Sus padres al enterarse se enfadaron mucho y le obligaron a ir en busca de aquella moto, buscando quizá que aquel niño se responsabilizara un poco de las cosas que poseía y no se desprendiera de cosas tan valiosas de una forma tan descuidada.

Pero andando por ese campo abierto en busca de su moto tropezó con una niña. Al verla tan distraida con algo que tenía en las manos le preguntó:

Niño: ¿Qué tienes ahí?
Niña: No es nada, cosas mías.
Niño: Quiero verlo.
Niña: ¿y tú quién eres para mandarme que te enseñe algo mío?
Niño: No te importa quien soy, quiero ver lo que tienes entre las manos.
Niña: Pues yo no voy a enseñártelo, ya te puedes ir perdiendo de mi vista.

El niño se sintió confuso, nunca antes le habían hablado de forma tan despectiva y contundente. Pero acostumbrado siempre a conseguir lo que quería, volvió a insistir.

Niño: Enséñamelo, anda, no seas boba, venga, enseñame eso que tienes entre las manos.
Niña: Que te he dicho que no. Mira, para que lo entiendas, es que no puedo enseñártelo, no es algo que....
Niño: No te hagas derrogar, venga, enseñamelo, sabes que al final lo vas a hacer ¿porqué me haces perder tanto el tiempo?, enseñamelo.
Niña: de verdad, prefiero no hacerlo, me pondría muy triste si lo pierdo.
Niño: ¿Qué puede haber en tus manos que si lo pierdes te ponga triste? debe ser algo muy valioso!. No quieres enseñármelo porque seguro que es algo único y especial que yo no tengo. ¡Enséñamelo! Ya!
Niña: Tienes razón, lo que tengo en mis manos es un tesoro, algo dificil de conseguir es cierto, pero no creo que tú pudieras tener algo así nunca, es solo algo privado mío, no puedo enseñártelo, de veras que...
Niño: ¡Basta! no te hagas derrogar más, me lo vas a enseñar quieras o no.

Y diciendo estó comenzó a forcejear con aquella niña que se llevaba asustadas sus manitas al estomágo tratando de proteger aquello que contenía entre sus dedos.
Pero el niño que era más fuerte sujetó su mano y con decisión fue abriendo cada uno de sus dedos hasta que su pequeña mano estuvo completamente abierta mientras la niña con los ojos muy abiertos le pedía por favor que soltara su mano, que no la abriera.

Y cual fue su sorpresa al ver que lo que aquella niña contenía eran solo pedazos de tierra que liberada cayó espolvoreando el suelo de aquel campo y mezclándose con las hierbas.

La niña comenzó a llorar. El niño, confundido solo pudo decir:
- Pero ¡si esto es tierra!! ¿qué clase de tesoro es un trozo de tierra?, me has engañado, esto no es nada bonito ni valioso ¿porqué decías que tenías un tesoro? ¡era mentira! ¡niña tonta!

Pero la niña con los ojos enrramados y el rostro inundando de tristeza mirando a los ojos a aquel niño simplemente le dijo:
¡Era un tesoro! Tú no puedes entenderlo, Anoche mi mamá me cogió la mano, depositó un trocito de tierra en ella y me dijo, lleva esta tierra al campo, dentro de ella hay una semilla, busca un buen lugar y entiérrala. De esa semilla crecerá un bello árbol y siempre que necesites estar conmigo, subete a sus ramas mira al cielo, yo te buscaré entre todos los árboles y escucharé todo lo que quieras decirme, será nuestro pequeño lugar de encuentro. Después de decirme esto mi mamá cerró los ojos y mi papá me dijo que se fue a vivir al cielo.

El niño quedó impactado con tal información y algo surgió en él que hasta ese momento no había experimentado, de sus ojos brotaron unas pequeñas lágrimas de compasión y por primera vez en su vida se sintió mal, sintió algo extraño en su pecho, una opresión, una tensión interior, la idea de que algo no lo había hecho bien, la certeza de que había hecho daño.

- Perdona, yo no sabía... acertó a decir con un hilo de voz sin saber muy bien qué hacer. Siento haberte quitado ese tesoro.

Pero entonces la niña, tras unos segundos de tristeza, se limpió los ojos llorosos y mirando al niño con comprensión le dijo:

-Bueno, no te preocupes, tú no sabías que yo tenía en mis manos algo tan personal y preciado para mi, ayúdame a encontrar ahora esa semilla, ¿vale? es esencial para mi que la encuentre, de veras.

Y el niño sin entender bien porqué lo hacía y aún sabiendo que era muy difícil encontrar algo tan pequeño en aquel inmenso campo, nada dijo y se puso a buscar junto a la niña aquella diminuta semilla. Así estuvieron durante varias horas y como era de esperar tal semilla no fue encontrada a pesar de que ambos pusieron mucho empeño y esfuerzo.

Cuando ya se hacía de noche el niño entristecido viendo que era imposible seguir buscando algo tan pequeño, se levantó y sacando de su dedo pulgar un anillo se lo dio a la niña y le dijo:
- toma, te doy mi anillo de plata, cuando cumplí seis años lo ví en una tienda y me encapriché de el, mis papás me lo compraron, lo he llevado siempre conmigo y lo tengo mucho cariño, tal vez sea la única cosa de la que no me he desprendido nunca, por ello es justo que te lo entregue ahora puesto que por ser tan caprichoso y egoista, te he privado de algo que era importante para ti.

La niña se quedó sorprendida con el gesto de aquel niño pero en silencio lo aceptó en sus manos y bajó su cabeza dispuesta a marcharse. Entonces el niño retuvo su mano y le dijo en tono muy serio:
- entierra por favor este anillo en la tierra, si lo haces con confianza crecerá de él un hermoso árbol y podrás hablar con tu mamá. Te lo prometo. Confía en mi.

La niña se quedó pensativa y sin entender bien porqué cumplía ese extraño deseo se agachó, enterró el anillo y se marchó en silencio hacia su casa.

Y cuenta la leyenda que tras muchos años en un lugar indeterminado de aquel inmenso campo, regado por la lluvia y por el Sol creció un hermoso árbol, un imponente árbol que tenía una característica que lo hacía muy especial para cuantos lo contemplaban: ¡sus hojas, las de las ramas más altas, eran completamente plateadas! Y aquella niña, en los días en que se sentía triste, esquilaba hasta esas ramas y mirando al cielo conversaba con su mamá, imaginando que aquel árbol brillaba de forma tan especial, que era imposible que su mamá no lo encontrara rápidamente en aquel inmenso campo.

Y dicen los sabios del lugar que por las noches sin que nadie le viera, desde hacía muchos años un niño se acercaba sigiloso a ese árbol y esquilándose hasta las ramas más altas retocaba con su bote de pintura de plata unas cuantas hojas, aquellas que por el llanto de aquella niña se habían quedado más descoloridas.

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Moraleja:

Siempre, siempre hay una forma de arreglar un daño. Una actitud generosa, siempre brilla.
Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
Lebana
invitado-Lebana 12-11-2006 00:00:00

Una historia real que viví de cerca, pero tú le has puesto el toque mágico.

Lágrima Azul
invitado-Lágrima Azul 12-11-2006 00:00:00

Querida Lebana, sí, el cuento es mío. Todos mis cuentos tienen una base de realidad y el conjunto de la historia gira en torno a ella. En este caso el cuento surge porque tengo un amigo que tiene desde hace muchos años un anillo muy valioso para él. El es una persona muy generosa y buena. Se me ocurrió pensar que si diéramos alguna vez algo muy valioso nuestro a quienes hemos hecho daño seguramente surgiría de ese gesto algo que compartir muy hermoso (como un bello y especial arbol). El resto del cuento me nació del corazón. A veces no es un cuento el que recuerda algo es que necesitamos recordar algo y nos encontramos con un cuento. Un abrazo y cuidate.

Pagoan
invitado-Pagoan 10-11-2006 00:00:00

Sin embargo he leido escritos tuyos mejores, y hay un par de palabras que me suenan raras,¿ es la primera vez que las empleas?. Es tierno, pero le falta garra.

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