~Mi primer partido de fútbol, en el club del barrio, club que ya no existe, fue desconcertante. Me ordenaron entrar a la cancha al comienzo del segundo tiempo como delantero izquierdo, de ahí mi primer asombro, yo no me consideraba buen jugador. Sabía que era rápido para correr pero la habilidad mía (si era que la tenía) era como arquero y ahora estaba ahí en la cancha caminando a cubrir el puesto de wing izquierdo.
Mi primera intervención fue inmediata, llegue a mi puesto y recibí una pelota que algún compañero me enviaba, no se por qué, correr sabía y ahora tenía que hacerlo llevando la pelota delante mí, corrí y corrí, en mi pensamiento parecía que no había defensores, solo el arquero que ahora estaba entrado en mi campo visual y que tampoco me inquietaba, recuerdo la pelota que cada vez que la impulsaba con el pies se adelantaba varios metros, también recuerdo ver venir al arquero como desaforado a mí encuentro. Hice lo que me salió, pegarle un putin a la pelota (no había otra en mi repertorio) que fue como una saeta a meterse en el arco adversario.
Gran festejo de mis compañero, que se empeñaron en enviarme todas las pelotas, hasta que en una jugada que parecía ser como la del gol, aprendí que también hay defensores, ese no solo termino con mi carrera hacia el arco, sino que me hizo dar tantas volteretas que me dejó mareado por gran parte del partido.
La cosa era que yo había desaparecido del partido, creo que para ese entonces nadie me tenía en cuenta y el tanteador era dos para ellos uno para nosotros, solo quedaban cinco minutos para terminar el partido y ellos atacaban en busca de más.
De pronto en medio campo recibo una pelota y a correr, a lo lejos se veía al arquero, su visión se fue agrandando más y más. No se bien si lo esquivé, si se tiro mal o se acobardo y me dejó pasar, la cosa es que entre al arco con pelota y todo.
El tercero fue un centro que tire de puntin y que salio como un proyectil de mortero, que sorprendió al arquero adelantado y gol.
Volví a jugar en ese puesto varias veces, con resultados diversos y luego jugué en el arco. Pero no estaba naciendo ningún campeón, como auguraban los comentarios elogiosos que escuche después de mi primer partido. Hubo elogios y muchos, en el festejo que se hizo para celebrar el triunfo y lo mejor para mí todavía no había sucedido. Cierta personita se acerco para felicitarme, alguien que yo creía no existir en su panorama, me gustaba con locura. No se si existía en su panorama, tampoco me importa. Lo que si mi importa es haber entrado a compartir su universo y hoy tantos años después, seguir compartiéndolo.