Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Cuento
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Cuento
Categoría: Hechos Reales

Mi mayor pen. . .

Recuerdo que la noche era bastante fresca, más que fresca. La tarde habíamos pasado revisando y preparando el auto, un Pontiac modelo 50 que el compadre Carlitos adquirió con la ayuda de mi papá. Revisamos todos los niveles, la presión de las llantas, el funcionamiento de los limpiadores, la llanta de refacción además de algunas herramientas así como el gato.
Salimos a rayando la media noche. Íbamos 3 adelante y 4 atrás, no estábamos incomodos. Tomamos la carretera a Toluca y al llegar a la curva de Cola de Pato el motor se detuvo y el conductor que era el hijo mayor del compadre Carlitos se trabó y de ahí no pasó, entonces me pidieron que yo manejara ya que nadie tenía experiencia de manejar en carretera. -¡Glup! Yo tampoco, era la primera vez que me atrevía a manejar fuera de la ciudad, tenía menos de 18, en fin no lo comenté y me puse al volante.
Viajamos propiamente todo lo que restaba de la noche y llegamos a “Tupataro” un pueblito en los límites de Michoacán y el Estado de México. Bueno eso de llegar fue muy relativo ya que el pueblo distaba unas dos horas caminando, no había camino para llegar.
Ni modo, a caminar. La sed empezó a aparecer y nos encontramos a un “Tlachiquero” o sea el “Colector de Aguamiel” que después se convertirá en pulque, pues e este personaje le pedimos algo para calmar la sed y nos convidó de aquel dulce líquido que en algo calmó la sed, seguimos caminando y al llegar a las afuera del pueblo, nos topamos con un muchachito que ordeñaba una vaca, nos invitó unos tragos del albo, espumoso y calientito producto, después supimos que era “Leche Bronca”, tomamos unos sorbos y por fin llegamos a la casa grande. El dueño era el papá de Luis nuestro anfitrión y que también era dueño de todo el pueblo y que fungía como Delegado, Juez, Jefe de Policía, dueño de la única tienda, del único pozo, del único establo, de todo.
Oímos corretear a varias muchachas a un pollo y en menos de lo que literalmente “Canta un Gallo” no ofrecieron un caldito de pollo que estuvo reanimante. Salimos de la cocina y descubrimos la tienda donde compramos una lata de sardinas “Dolores” y unas galletas saladas y dimos cuenta de ambas en un santiamén.
Recorrimos el pueblo mientras los pasantes de medicina que nos acompañaban se daban vuelo receta tras receta, jugamos un poco de beisbol con “Los Tarrias”, tres hermanos y que debían su apodo a arnés que pasa justo bajo la cola de las mulas así que ya imaginaran a qué huele, afirmaba la gente que “Los Tarrias” solo se habían bañado dos veces en su vida, así que ya imaginaran a qué huelen los hermanitos, y. . .el hambre regresó. Ya nos tenían preparado un mole de guajolote acompañado con arroz rojo y tortillas recién hechas con maíz azul. ¡Mh!
El papá de Luis todo amabilidad preparó una comilona ¿Otra? Para la tarde-noche y propuso nos separáramos en dos grupos, el primero iría por un borreguito ¿Adónde? - Allá tras lomita – yo no vi nada. ¿Y el segundo grupo? ¡Ah pues se quedarán a hacer un hoyo para hacer barbacoa! Opté por ser participe del segundo grupo. Tómanos un barretón de acero, unos dos centímetros de diámetro y dos metro de longitud, lo levanté con toda mi fuerza y descargué la misma sobre el terreno y la punta del barretón se hundió. . . escasos dos milímetros. Una y otra y otra vez y los mismos resultados. El papá de Luis solo observaba hasta que se animó a tomar el barretón y empezó a excavar como si nada al tiempo que nos explicaba que la tierra al igual que la madera tiene su “Hilo” y que hay que agarrárselo para que se pueda trabajar. – Miren, por eso verán que los maizales están con orientaciones diferentes, esto no es por el agua sino por el “Hilo” de la tierra.
Pasaron los años y me gradué como ingeniero siendo que mi primera incursión fue en el ambiente del diseño para posteriormente pasar a apoyar al área de construcción y a la postre quedarme de lleno en esta área.
Uno de mis primeras responsabilidades se dio en la construcción de la Hidroeléctrica de Chicoasen, pues bien sucede que el sitio seleccionado para construir la “Cortina” hubo de haberse rectificado para obtener el nivel de desplante adecuado el cual se encuentra a la parte profunda de una cañada que viendo una sección se nota una cierta diferencia en la altura de los cerros a ambos lados siendo la del lado derecho. Al retirar la hierba y la capa de suelo, en el lado derecho descubrimos una grieta marcada en la ribera derecha de una longitud de unos 150 metros. Entraron en acción las retroexcavadoras y los “BullDozer” y no podían retirar ni unos cuantos centímetros de suelo. Las cuchillas patinaban y los escudos brincaban. El suelo sin llegar a ser roca era muy duro. Los geólogos dictaminaron que el cerro de la derecha se había descapotado seguramente como consecuencia de algún sismo y caído a manera de cuña cambiado el perfil de la cañada.
Entonces recordé el comentario del papá de Luis sobre el “Hilo” de la tierra y una noche acompañado por un Sobrestante y dos ayudantes nos dirigimos al lugar del problema y agarrando un zapapico traté de trazar una cruz en el suelo, para nuestra sorpresa pude trazar en un sentido y en el otro nada. La dirección era transversal al viaje de los equipos. Les pedí a los ayudantes repitieran la operación y lo lograron a espacios de unos 10 metros hasta que cubrieron toda la longitud de la grieta.
Nos retiramos a descansar. Dormimos un par de horas y convoqué a junta para comentar los resultados obtenidos. Este problema fue nuestro dolor de cabeza por más de dos semanas. Casualmente nuestro Director asistió a esa junta. Después de rendirle nuestro informe, comenté; - De aquí en adelante, cualquier pendejo puede seguir la excavación.
Es decir di por resuelto el problema y ya planeaba regresar a mis oficinas en la Ciudad de México. Después de la comida nuestro Director nos felicitó y delante de todo el personal Técnico-Administrativo me nombró como Responsable Técnico General de la Obra siendo mi posición la de Superintendente Técnico para todas las obras.
En pocas palabras, tenía que estar en la obra hasta su término.
Yo fui el pendejo que siguió y terminó no tan solo la excavación sino toda la obra hasta su entrega final.
Datos del Cuento
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 5.78
  • Votos: 27
  • Envios: 0
  • Lecturas: 6796
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 18.221.129.19

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Cuentos: 21.633
»Autores Activos: 155
»Total Comentarios: 11.741
»Total Votos: 908.508
»Total Envios 41.629
»Total Lecturas 53.552.815