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María, nicolás y la bruja del bosque

Había una vez un oscuro y tenebroso bosque. En el centro del mismo, rodeado por feos y retorcidos arboles se alzaba un castillo.

 

Y no era un castillo cualquiera, era el castillo de la bruja mas malvada que os podáis imaginar. Solo pronunciar su nombre daba escalofríos.  ¡Esdrújula!

Durante del día la malvada bruja Esdrújula se dedicaba a encantar a las niñas que pasaban por los alrededores.  Un conjuro por aquí, unos ojos de sapo por allá y… ¡Zas!

 Las convertía en pajarillos, y a éstos los encerraba en jaulas. Les alimentaba durante 3 días y 3 noches y cuando los pajarillos se habían vuelto tiernos y rollizos los cocinaba en su caldero.

Por la noche a la bruja le gustaba transformarse en lechuza y merodear por el bosque mientras gritaba para que todos los habitantes del bosque supieran que estaba allí.

Los padres de María y Nicolás les advertían constantemente del peligro que acechaba en el bosque.  No os acerquéis al bosque hijos, ya sabéis todos los peligros que encierra- les decía su madre.  A los que estos siempre contestaban con un -¡Sí mamá!

Pero es que era tan aburrido quedarse en casa…

 Así que decidieron desobedecer a mamá y un día que iban paseando por el bosque sucedió la tragedia. Ante el asombro de Nicolás, su hermana tomó forma de pájaro y voló al castillo.

El muchacho, llorando, se quedó dormido al pie de un árbol.  Soñó con una Flor Mágica capaz de devolverle a su hermana.

Cuando se despertó era de noche. Estaba muy asustado pero tenía que buscar el lugar soñado. ¡Allí estaba la flor! La cortó y la envolvió cuidadosamente en el pañuelo que se había desprendido del cabello de María.

Entró en el castillo dispuesto a liberar a su hermana.  Asombrado vio como ante él  había decenas de jaulas repletas de asustados pajarillos.

Una por una fue abriendo las jaulas y liberando a los pajarillos que una vez acariciados por la Flor Mágica volvían a ser la niña que había sido. ¡Había cientos! Pero, ¿y María?

Nicolás, en medio del revuelo, divisó a la desconcertada bruja que miraba atónita como todos sus pajarillos eran liberados. La bruja Esdrújula sostenía una gran jaula dorada donde se encontraba el pajarillo que era su hermana.

Se acercó sigilosamente a la malvada Esdrújula y la rozó con la Flor Mágica.

¡Pum!

Entonces se desintegró la bruja, y todos sus hechizos se rompieron.

María abrazó a Nicolás y emprendieron el regreso a casa, felices de estar de nuevo juntos pero muy preocupados ante la regañina que se les avecinaba por haber desobedecido a sus papás.

Con la vuelta de las niñas perdidas recobró la aldea la felicidad, y sus habitantes pudieron visitar sin peligro el bosque, y ya nunca se oyó por la noche en antipático grito de la lechuza.

 

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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