Mi infancia fue bella, fue algo que vale recordar hasta aquel obscuro día. Cuando tenía cinco años mi abuela murió y me de regalo de recuerdo me dejó una bella muñeca que según mi mamá se parecía a mi, éramos inseparables pase los mejores momento, mi muñeca se llama Emilie. A mi mamá le encantaba la muñeca porque teníamos los mismo colores de ojos.

Cuando cumplí siete años mi papá me regalo un gatito negro y creo que ese fue el error más grande. Por jugar y querer a mi gato deje de lado mi muñeca. Una tarde después de clases recordé mi vieja muñeca y cuando la fui a buscar para jugar ya no estaba, le pregunte a mi mamá sobre ella y me dijo que no sabía y que mejor no la buscara, yo quería mucho mi muñeca asi que me fui triste a mi habitación porque a pesar de todo extrañaba bastante mi muñeca pero la sorpresa me la lleve cuando vi a mi pequeña muñeca Emilie sentada en mi cama con un bellos vestido rojo lo que más me sorprendió fueron sus ojos que no eran como yo los recordaba.

Tenía un color distinto hasta me atreví a pensar que no eran ojos de ella, pero no le de pasar, al acercarme a ella me di cuenta que su pequeño vestido y sus manos estaban manchadas con sangre, la tiré al piso, traté de salir de mi habitación pero no podía, la puerta se había atascado; grité y grité para que mi mamá me ayudara , de repente desde la profundidad de mi habitación escuche una voz que me pregunta “¿A dónde vás?” Al voltearme mi muñeca no tenía ojos.

El terror que sentí fue horrible. Sentí como mi cuerpo se entumecía y mi respiración era cada vez más lenta. Mi mamá desesperada gritaba que le abriera la puerta y a cada rato me preguntaba que pasaba, lo último que recuerdo de aquel suceso fue que mi mamá hecho la puerta abajo y grito: ¡Nooooo! ¡Tus ojos!!

Mami mi muñeca me dijo que me sacara los ojos y ahora quiere los tuyos…

Desde aquel día que estoy encerrada y veo todo lo que mi muñeca ve, cada noche sacando ojos… y cuidado que el próximo puedes ser tú