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Los hombres de musgo

A Marina no le hacía ninguna gracia cambiar de ciudad, pero a su padre le habían cambiado el destino en su trabajo y no le quedó más remedio que aceptar su nueva situación. 

Aún así, Marina hizo algún intento más por dejar claro que a ella no le parecía bien cambiar de ciudad. Se acababa el verano y había que hacer las maletas para mudarse. 

-¿No podemos aguantar un poco más aquí, mamá? -dijo Marina.

-No, hija -contestó su madre-. Hay que instalarse y conocer la nueva ciudad.

-No me hace ninguna gracia irme a vivir a un sitio donde la gente se viste con trajes de musgo para salir a pasear por la calle-dijo Marina-. Debe haber gente muy rara, mami.

Al papá de Marina le habían traslado a Béjar, en la provincia de Salamanca.

-Hija, esas personas son los hombres de musgo -dijo máma-. Solo salen una vez al año. ¿Quieres que te cuente la historia? Es muy curiosa.

A Marina le picaba la curiosidad.

-Vale -dijo Marina.

Mamá empezó a contar la historia:

-Cuenta la leyenda que hace muchos años unos hombres disfrazados con trajes hechos de musgo reconquistaron su ciudad, la villa de Béjar por un pueblo extranjero. 

-¿Quiénes? -interrumpió Marina.

-Espera, que todo llega -dijo mamá.

-De acuerdo -dijo Marina-. Sigue, por favor.

-Corría el siglo XII y la villa de Béjar permanecía bajo dominio musulmán. Según la tradición, un 17 de junio, día dedicado a Santa Marina, los cristianos se reunieron en un paraje del Monte Castañar.

-¡Santa Marina! ¡Como yo! -interrumpió la niña nuevamente.

-Sí, de nombre, porque de santa…. -dijo mamá-. Aprende un poco y déjame que continúe.

-De acuerdo, sigue. Perdona -dijo la niña.

-En el lugar, hoy conocido como La Centena, los valientes cristianos se ataviaron de pies a cabeza con el musgo de la zona. Con sus armas también cubiertas de musgos, los cristianos avanzaron hacia las murallas de la villa, aprovechando la oscuridad de la noche, camuflándose así entre la espesura de la zona.

-¿Iremos a ver ese sitio? -interrumpió de nuevo Marina.

-Por supuesto, en cuanto lleguemos si quieres -dijo mamá-. Pero déjame que siga.

-Vale, vale, perdona.

-Al alba, cuando los invasores abrieron las puertas de la ciudad, los hombres disfrazados de musgo se lanzaron al ataque. Los musulmanes, creyendo que se trataba de monstruos, demonios o alimañas salvajes, salieron corriendo despavoridos al grito de ¡Traición, traición!. Es por eso que la puerta por la que se presume que entraron los hombres de musgo para reconquistar la villa se conoce como Puerta de la Traición.

-¡Guau! ¡Qué listos los tipos esos! -dijo Marina-. Pero, ¿por qué siguen disfrazándose?

-La hazaña de los bejaranos se conmemora cada año desde que el siglo XIV empezaron a salir en la procesión del día del Corpus Christi seis hombres vestidos de musgo de pies a cabeza. 

-Entonces, ¿tendré que esperar casi hasta fin de curso para ver a un hombre de musgo? -preguntó Marina.

-Sí, me temo que sí -dijo mamá-. Pero mientras tanto hay muchas otras cosas interesantes que ver y hacer en Béjar-

-De acuerdo, me has convencido -dijo mamá-. Voy a ayudarte con la maleta, que te veo liada. ¿Me cuentas más cosas mientras tanto?

Mamá y Marina se quedaron hablando de todas las cosas interesantes que podían hacer y de todas las cosas buenas que el futuro ponía a su paso. Al fin y al cabo los cambios son una oportunidad para aprender, ¿no te parece?

Datos del Cuento
  • Categoría: Históricos
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