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Los Chicos contra Cabeza de Piña cap. 7

La aventura que rodeaba a Buenos Aires ya terminó... ¡Ahora pasemos a la Patagonia!
Pasò un dia desde que el Profesor Hopkins y el Equipo Hamilton salieron de Buenos Aires y llegaron a la provincia de Santa Cruz, o sea... La Patagonia.
Alli los chicos se encontraron con un paisaje lleno de montañas verdes, asì como rocosas; paisajes rocosos, lagos hermosos, llenos de fauna y de flora; pequeñas casa que conforman la parte rural de Argentina; altiplanos que tenian plantas características de un desierto; nubes que estaban en el cielo; caballos, campesinos, granjeros y personas que parecìan vestir trajes de vaqueros, llamados... Gauchos.
Los gauchos eran un pueblo rural, de origen criollo que han vivido con la descendencia española e indígenas; los gauchos también se caracterizan por tener unas ropas idénticas a las de los rancheros, tradiciones de lehucza interesantes, ser corteces, usar un vocabulario de creatividad, manejar la cuerda, el trabajo, los bailes, y de usar grandes variedades de sombreros; asì que creo que son los gauchos, lo que si sé es que son interesantes, llenos de traidición, educados y con un estilo de vida único.
Bien, resulta que Peter y sus amigos se encontraban montando todos a cvaballo, pasando por una zona café y bañada de sol, en donde la erosión no estaba muy presente, pero en donde las montañas servían como el fondo más impresionante de todos. Pues bien, todos estaban montando a caballo, como lo hacen los gauchos, también vestían como gauchos, y se dirigían a una aldea cerca de la provincia de Santa Cruz; por su parte, el profesor Hopkins, miedoso de los caballos, se montó en un jeep que transportaba varios miembros del Proyecto Helios que no tenían ni idea de lo que pensaba Cabeza de Piña, pero los chicos aprovecharon más el momento, porque ellos habían podido sentir el aire pasar por sus cabezas, montar a caballo de forma original, experimentar las tradiciones de otro pueblo, y ser próximos a saborear varias de sus costumbres.
El viaje estaba llevándose con tiempo, y los chicos habían llegado a un pueblo de la Patagonia en el que habitaban muchos gauchos. Al llegar a este pueblo, los chicos bajaron de los caballos (casi olvido decir que los que montaron fueron, Peter, Rebecca y Michael; el resto iba detrás de ellos; en cuanto a Rebecca, su familia tiene un rancho qen Texas con el que puede practicar equitación cuando quiera); y cuando lo hicieron, comenzaron a caminar juntos, ahí comenzó la charla.
-¿No es emocionante amigos? -preguntó Peter- Experimentar con los gauchos, uno de los pueblos que más tiempo ha habitado la Patagonia; siempre he leído sobre los gauchos y he estudiado sus tradiciones, las cuales me parecen interesantes.
-Ya lo creo Peter -dijo Michael-, los gauchos son muy parecidos a los rancheros, eso me ayudará a reforzar mis habilidades de lance de cuerda.
-Si es que las tienes -dijo Mackey con sarcasmo, y luego rió.
-Ja ja ja. Que gracioso Mackey -afirmó Michael.
En ese momento, Rebecca, vestida como mujer gauchesca, fue con el profesor Hopkins.
-Profesor -dijo- ¿Adónde es que vamos aquí en la Patagonia?
-Nos dirigimos -respondió Hopkins- hacia un telescopio con el que vamos a ver el Helios Rebecca, lo construyeron los científicos de Helios y pronto vamos a poder ver cómo es que tiene su funcionamiento; todos hemos esperado mucho tiempo este momento y ahora podremos ver el futuro.
-Interesante -comentó Rebecca.
-Pero no lo olvidemos -afirmó Anette sonriendo-, vamos a investigar lo que pretende Cabeza de Piña con esa subasta, pero también podremos divertirnos con los gauchos en este día.
-Tú lo has dicho hermana -concluyó Jessie emocionada.
Por su parte, algunos empleados de la Johnson Enterprise Unlimites estaban transportando el equipaje pesado de los miembros, entre ellos había un maletín que contenía una... Grata sorpresa.
Lo que siguiente que pasó fue que todos comenzaron a pasar por los paisajes rocosos de la Patagonia, por montañas, caminos algo nevados, llenos de fauna y de flora (Flora patagonia); formaciones rocosas que eran de interés; cuevas que tenían dibujos de arte rupestre; y otras cosas que tú, mi querido lecotr, puedes ver en la Patagonia; el viaje fue un poco largo y extenso, pero los chicos, con la guía de Peter, disfrutaron cada segundo del viaje que estaba llevando a cabo; Jessie, por su parte, tomó esto como un entrenamiento para su cuerpo y para ella misma, vieron muchos gauchos, gauchos que practicaron el lance de cuerda, que montaron a caballos, que saludaron a Rebecca porque ella ya había estado en contacto con los gauchos, y también observaron a gauchas cocinando comidas gauchas en hornos hechos como en piedra.
Peter se puso a colectar piedras para su colección (De la Patagonia) y también Jessie se encargó de tomar unas cuantas fotos del paisaje que estaban viendo sus ojos.
Después de un largo viaje, los chicos pudieron llegar al lugar donde estaba el telescopio; donde ahí estaba Cabeza de Piña y Marcelo, su rudo guardaespaldas, todos los miembros de la expedición se bajaron de los caballos, en especial Poncho y Concho (Por alguna razón, estaban entre los invitados), y se reunieron con Cabeza de Piña, quien no hizo caso a la presencia de Anette.
-Mis queridos invitados -comentó- Bienvenidos a esta expedición, la cual forma parte de su interés en el proyecto Helios; lo que vamos a hace en esta ocasión en mirar a través de este enorme telescopio colectivo, lo llamo así porque todos ayudamos a construirlos... Incluso los ladrillos, aunque surge la teoría de que si tenían vida propia o no.
Muchos de los miembros se rieron, pero Anette fingió risa ante lo que dijo ese tipo.
-¡Qué gracioso! -exclamó con sarcasmo.
-Y verán -continuó Cabeza de Piña-, mi asistente Marcelo los llevará hacía allá, para que todos puedan ver las maravillas del cosmos... Y también las maravillas de Helios. ¡Síganme!
Todos, incluso el Equipo Hamilton, siguieron a Cabeza de Piña al interior del telescopio; una vez adentro, Marcelo comenzó a darles una guía turística de lo que había dentro del telescopio.
-Este -dijo el argentino- es un panel espacial, nos permite ver las estrellas que están alrededor de Helios; su cámara especial le permite...
Pero Jessie, Michael y Mackey estaban... Aburridos hasta la coronilla.
-Esto es muy aburrido -exclamó Jessie- Como desearía ir a hacer algo distinto.
-Pues ya podés -dijo una voz que les pareció muy familiar.
Entonces todos voltearon a mirar y vieron a... Alfredo detrás de ellos.
-¡Alfredo! -exclamaron todos.
-Si amigos míos -comentó el chico argentino-, vení conmigo, podés hacer muchas otras cosas.
Cuando Alfredo dijo eso, Anette fue con su papá.
-Papá -dijo la futura científica-, vamos a hacer algo afuera del telescopio. Vamos a...
Alfredo le habló al oído de Anette, y dijo algo sobre actividades gauchescas.
-...A hacer cosas de gaucho -terminó.
-Pero Anette -dijo con sorpresa Hopkins-, pensé que querías ver esto tanto como yo.
-Y lo veré después -afirmó la hija de Hopkins-, pero es que queremos conocer cómo es el estilo de vida gauchesco.
-Está bien hijita -dijo Hopkins sonriendo-, ve con tus amigos; y diviértanse, después de todo, esto es algo que debe ser importante, pero también que les de tiempo para hacer más cosas.
-Gracias papá -entonces Anette le dio un beso a su papá en la mejilla-, ya volvemos papá, les pedí a Poncho y a Concho que te vigilaran por nosotros, puede que algo pase o te pase a ti.
-No te preocupes Anette, yo sé cuidarme solo.
-Pero, como dices tú, un poco de ayuda de la ciencia siempre es buena.
Hopkins se rió y el Equipo Hamilton se alejó del telescopio, mientras que Poncho y Concho se quedaron a vigilar al profesor Hopkins, quien también contaba con la protección del oficial Maldonado.
Mientras tanto, los chicos se salieron ya del telescopio y siguieron a Marcelo, quien tenía unos cuantos planes.
-Y dinos Alfredo -comentó Mackey- ¿Qué te trae a la Patagonia?
-Pues verás Mackey -respondió Alfredo-, mi pa tenía que hacer unas compras a comerciantes guachos en la Patagonia, y yo decidí acompañarle para que no estuviera solo, eso es algo que aprendí de los gauchos.
-Que tierno -comentó Rebecca.
-Gracias.
Entonces Peter entró en la conversación.
-Y... Ya fuiste a Mercado Negro?
Jessie se tapó la cara por la vergüenza y la estupidez de su hermano; Alfredo, quien giró la cabeza, riendo y diciendo "no" con el movimiento; dijo.
-Seguime che, yo sé de algo que te va a encantar.
Todos fueron tras Marcelo, y llegaron a una especie de bar, los chicos entraron ahí y vieron un gran público ranchero que estaba bailando danzas gauchescas, tango y otros bailes argentinos o rancheros; todos se pusieron muy emocionados y decidieron adentrarse un poco en el bar; se sentaron en una mesa y vieron a una pareja que estaba bailando y moviendo los sombreros de gaucho.
Peter, quien tenían un poncho y botas de gaucho, se quitó el sombrero para ver mejor como bailaban.
-¡Vaya! -exclamó- Los gauchos saben bailar muy bien su danza.
-Sí che -dijo Alfredo-, básicamente los gauchos saben hacer todo lo que dicen los libros de geografía; pueden lanzar la cuerda, montar a caballo, bailar, cocinar un buen maizpira (maíz); carne son sabor y tienen habilidades con el caballo maravillosas.
-Bravo -dijo Mackey, quien casi nunca baila con niñas.
Hablando de bailar...
-Señorita -dijo Peter a Anette-. ¿Le gustaría que bailáramos juntos?
-Caballero -respondió Anette sonriendo-, será todo un placer.
Anette puso su mano en la de Peter y los dos se fueron al centro a bailar, pero Mackey y Michael estaban un poco inseguros de eso.
-¡No Hamilton! -exclamó Mackey angustiado- ¡No vayas!
-Es mejor que... -dijo Mackey con picardía- ¿Por qué no mejor...
-Eh! -exclamó Alfredo extrañado- ¿Y a vos qué les pasa?
-Lo que pasa -dijo Mackey sentándose- es que Hamilton tiene dos pies izquierdos, no sabe bailar y es un burro. Te cuento una vez... -Alfredo miró a las parejas que bailaron-... en que Hamilton invitó a sacar a bailar a Jessie, y éste terminó conjeando...
-¡Oye, che! ¡Mirá! -exclamó Alfredo.
Entonces los chicos fueron a ver el baile, ahí vieron que, mientras la música tocaba una música ranchera, Peter y Anette estaban bailando bastante bien, sobre todo Peter, quien parecía tenerlo todo dominado; los dos comenzaron a hacer bastante bien los movimiento que estaban haciendo las parejas bailarinas, todas ellas también bailaron, pero poco a poco comenzaron a sentirse impresionados por la forma en que Peter y Anette bailaron: los dos tenían una coreografía estupenda, sacada de no sé dónde, y los se convirtieron, poco a cpoco, en el centro de atención del bar; todo el mundo comenzó a fijarse en su baile y en cómo lo tenían bien hecho, Anette lo estaba disfrutando y Peter también; la pareja se puso muy contenta y muy apegada a esta danza gauchesca, pero todo el resto del Equipo Hamilton estaba impresionado de la forma en que Peter estaba bailando, pero Alfredo comenzó a atraerse por la música y movió las piernas y los brazos, al son de la música. La orquesta seguía tocando, y finalmente... ¡Peter agregó nuevos movimiento al baile, combianciones de otros bailes que ellos habían visto antes en televisión, lo que provocó la atención de todos, de los amigos de todos, y de sus propios amigos! Finalmente el baile terminó y Peter y Anette fueron aplaudidos por la multitud.
-¡Eso estuvo maravilloso! -exclamó un ranchero gaucho.
-Sí che -dijo Alfredo-, Peter, vos sos el nuevo Carlos Gardel.
-¡Esto es increíble! -exclamó Jessie- ¿Por qué Peter siempre me pisa cuando bailamos, pero cuando está con otra chica, baila como si fuera Isadora Duncan?
-Debe ser porque -dijo Alfredo en chiste-, tú y el deben sufrir la maldición de la lechuza.

Nota: En la cultura gauchesca, la lechuza era el animal que causaba grandes peripecias a las personas.

De vuelta a la historia, habían unos sujetos, de apariencia misteriosa, que esperaron frente al bar de los gauchos.
-Todo listo -dijo uno de los tipos.
-Esperemos la señal del jefe -comentó otro.
Luego se pusieron ahí y esperaron al Equipo Hamilton.
Dentro del bar, los chicos estaban sentados, bebiendo cerveza de raíz y hablando sobre el baile.
-¡Hamilton, eso no es justo! -exclamó Mackey.
-Se suponía -agregó Michael- que ibas a arruinarlo todo y a pisar a Anette hasta fracturarle los dedos. ¿Cómo fue que lograste ser tan profesional en el baile?
-No lo sé -comentó Peter-, digamos que Caliope me dio la fuerza para bailar.
-¡Oh, vamos chicos! -exclamó Anette sonriendo- ¡No deben sentirse celosos! Lo que pasa es que Peter es un tipo inteligente y estudioso en grandes talentos -luego lo siguiente, lo dijo en tono burlesco- ¡No es un verde como ustedes!
-Más verde será el -dijo Mackey con rabia- cuando le demuestre quien manda en el baile. ¡Rebecca, bailemos!
Rebecca tuvo su atención en Mackey tan pronto su primo dijo eso.
-Eh... Mackey -comentó la prima- Yo no creo que debas...
-¡No te pedí si querías bailar! ¡Te dije que lo haremos! ¡Vamos!
Mackey tomó la mano de Rebecca con fuerza y la arrastró al centro de baile, y fue todo un desastre lo de a continuación: Mackey resultó ser el tipo con los pies izquierdos, ambos trataron de imitar los pasos de Peter y Anette, pero cada que eso hacían, Mackey pisaba a Rebecca.
-¡Ow! -exclamó Rebecca- ¡Mackey, ten cuidado!
-No es mi culpa -dijo el primo- que tú seas tan perezosa en el baile.
-¿Yo perezosa? ¡Tú eres el que me...
Luego Mackey volvió a pisar Rebecca, y eso fue lo que pasó cada vez que movían sus pies; por su parte, los chicos tenían caras de inseguridad ante el futuro baile, y se iban tapando el rostro cada vez que Mackey pisaba a Rebecca, lo que se convirtió en el movimiento principal de su baile del barullo.
Tras haber pasado unos minutos, Rebecca se sentó enfadada por lo que pasó, apenas podía mover sus pies.
-Eres un peligro Mackey -comentó Rebecca-, ahora no podré probarme las zapatillas gauchescas que compré por tu culpa.
-Lo siento Rebecca -dijo Mackey avergonzado-, pero míralo por el lado bueno: Sacrificaste tu tiempo para que yo demostrara que soy mejor que Hamilton.
-¡Sí, claro! -exclamó Rebecca con sarcasmo- Tonto.
Todos se rieron y luego se gozaron el evento del baile y el bar gaucho.
Después de un rato, se encontraron con un amigo del papá de Alfredo que les mostró unas telas de estilo gaucho, las cuales vendió a un precio módico; Rebecca fue la primera que se emocionó al ver esos hermosos tapices, los compró todos y el señor se fue muy contento.
Siguieron en el bar unos minutos más y luego se alejaron, con el amigo gaucho como guía, quien los llevó a un mercado (No Mercado Negro Peter) el cual vendía muchas cosas relativas al gaucho, pero los tipos que los vieron allí, los de afuera, decidieron seguir al Equipo Hamilton.
Por su parte, los chicos vieron muchas artesanías gauchescas, las cuales compraron como recuerdo o como regalo a un amigo; siguieron pasando por bazares que tenían sombreros, ponchos, botas, artesanías, platos hechos por gauchos, comida gauchesca (probaron el maíz gaucho, el cual fue gusto del paladar de Mackey, quien compró una bolsa entera), esculturas pequeñas de lechuzas, retratos de gente que era gaucho: "Famosos gauchos", y también estatuillas de jinetes gaucho. Todo gaucho. ¡Ah sí, y cuerdas idénticas a las de los gauchos, con las que ataban a los bovinos. Esta fue la oportunidad que tuvieron los chicos para entrar en contacto con las costumbres gauchescas que había en la Patagonia.
Pero el amigo gaucho del padre de Alfredo tenía que irse y se despidió.
-¡Hasta luego, señor Menéndez! -exclamó Alfredo.
-¡Chao Alfredo! -dijo el señor, quien ya se alejó.
Mientras tanto, los chicos vieron que fue lo que compró cada uno.
-¿Qué compraste Michael? -le preguntó Jessie.
-Un sombrero gaucho -contestó el joven-, se lo voy a mandar a Reegan, como un regalo.
-¡Sí! -exclamó Mackey- ¡A tu novia!
-Cállate Michael -musitó de pronto Mackey.
-Miren esto chicos -Rebecca sacó un enorme poncho, que tenía la imagen de un jinete que estaba tratando de atrapar un bovino, el cual captó la atención de los chicos-. Hermoso. ¿No les parece?
-Ya lo creo Rebecca -comentó Jessie.
-Está precioso -agregó Anette.
Luego los chicos fueron mostrando qué cosas gauchas compraron y se dirigieron a sus viviendas que iban a ser de hospedaje. Entraron a la habitación de una de ellas y vieron los equipajes, dirigiéndose al que tenía la "sorpresa".
-¿Qué les ha parecido amigos? -preguntó Alfredo- ¿Maravilloso?
-¡Definitivamente Alfredo! -exclamó Peter- Este ha sido uno de los mejores viajes que he tenido en mi vida.
-También yo -afirmó Rebecca.
-Ha sio hermoso -dijo Michael.
-Sin duda alguna -concluyó Anette.
-¡Bah! -exclamó Mackey sonriendo- Hubiera sido mejor si le hubiera ganado a Hamilton en el baile. ¿No Rebecca?
-Silencio Mackey -pidió Rebecca avergonzada- No me recuerdes eso por favor.
-Como quieras -Mackey se recargó en el equipaje sorpresa y escuchó un "ay", lo que provocó el temor en todo los chicos.
-¿Qué fue eso? -preguntó Rebecca.
-No lo sé, Rebecca -afirmó Jessie asustada-, pero si sé que vino de ese equipaje.
-¡Cuidado todos! -exclamó Peter- Puede ser una trampa.
De pronto todos se pusieron en guardia y Michael se acercó lentamente al equipaje.
-Ten cuidado Michael -dijo Anette preocupada.
Entonces el chico se acercó al maletín y abrió rápidamente el cierre, por lo que salió un gran paquete de él. Esto asustó a todos los chicos y se alejaron, pero luego se calmaron porque reconocieron a lo que cayó del equipaje.
-¡¡¡Terry!!!
Terry los siguió a todos a la Patagonia.
Se levantó la cara y vió a los chicos de frente, mientras que el Equipo Hamilton miró a Terry con malos ojos.
-Hola chicos -Terry sonrió de forma tímida.
-¿Qué haces aquí? -preguntó Anette musitando.
-¿Te aconsejamos que nos siguieras? -agregó Michael furioso.
-No puedo creerlo -afirmó Rebecca-. ¡Mackey, lo que has hecho ha sido realmente estúpido!
-Pero chicos -dijo Terry-, eso es lo que ustedes hubieran hecho para el espionaje. ¿Cierto? Sólo quería mostrarles otro talento mío.
-Ya lo hiciste -dijo Mackey-. ¡El talento del idiota!
-Terry ¿Tus padres saben qué estás aquí? -preguntó con curiosidad.
-¡Como creen! -exclamó el chico- ¡No les dije eso! ¡Eso es lo que hace un espía!
-¡¡¡Pero nosotros no somo espías Terry!!! -gritó Rebecca- Sólo somos adolescentes, y... Olvídalo, sólo quédate con nosotros y no vuelvas a hacer eso.
En ese momento, llegaron... ¡Poncho y Concho! Ambos estaban jadeando y muy cansados! ¿Por qué? No me pregunten.
-Hola chicos -comentó Poncho.
-Hola Poncho, hola Concho -saludó Peter.
-¿Què hacen aquí? -preguntó Anette-. Pensé que estaban con mi padre.
-Le pedimos al oficial Maldonado -comentó Poncho- que lo cuidara por nosotros.
-¿En serio? -preguntó Rebecca, sólo para estar segura.
-No lo hizo -respondió Concho, por lo que Poncho le pegó una palmada por detrás de la cabeza.
-Escuchen -continuó Concho-, estamos aquí porque tenemos nuevos inventos que mostrarles a ustedes amigos. Se tratan de unas máquinas que van a revolucionar el curso de la historia.
Todos miraron a Poncho de forma extraña, como si no le creyeran, luego Poncho rió y prosiguió.
-Pero bueno... ¡Comenzemos! -sacó su mochila y metió la mano, por lo que sacó algo que parecía un adaptador, tenía el emblema de la Johnson Enterprise Unlimited- Mira Rebecca, aquí está tu programa "Termita"
Rebecca se puso muy emocionada por tan solo verlo.
-¡Oh, sí! -fue con Poncho- Al fin lograste darle el visto bueno a mi "Termita".
-¿Termita? -preguntaron todos los chicos Hamilton.
-Sí chicos. Verán, éste es el programa Termita, el cual está diseñado para descargar información sin tener que los demás lo sepan. También es un maestro fabricante de virus informáticos; tiene un programa que se llama "Rebecis", el cual te permite crear virus, cómo lo quieres creae, què tan destructivo quieres tú que sea, y otras cosas. Es un "hacker" que cabe en el bolsillo. Nos será muy útil.
Todos quedaron fascinados por la invención de Rebecca. Pero Poncho sacó otra cosa que parecía un adaptador, con clavos y toda la cosa.
-Mira Anette -comentó Poncho-, ésta es la "Sanguijuela de voltaje".
-¿Sanguijuela de voltaje? -preguntó Anette- ¿Y para qué sirve?
-Verás, a veces, cuando el voltaje y los amperios son insuficientes para cargar con un nivel de energía, el aparato que los contiene se quema y ya no funciona. Lo que hace este aparejo es robar voltaje de las máquinas y dejarlas vulnerables a la corriente. Funciona con los tachos que trasmiten el saqueo y es muy útil para lo que sea. Ten.
Anette sintió un gran interés por la máquina.
-¡Què bien! -exclamó- Gracias chicos, cuidaré esto muy bien.
Concho sacó algo que parecía una ballesta y se lo dió a Poncho, quien les explicó su invento.
-Miren chicos -apunto la mini-ballesta, le puso una flecha que tenía como punta un globo de pintura, lo dirigió a Jessie, y disparó la flecha, pero éste falló el tiro.
-Lo siento chicos -dijo Jessie-, creo que erraron.
Pero lo que Jessie no previó era que la flecha se dio vuelta y le dio en la cara sin que ella se diera cuenta.
-Jajajajajajajaja -Poncho y Concho comenzaron a reír, mientras que el Equipo Hamilton ayudó a Jessie.
-Lo sentimos Jessie -comentó Poncho-, es que de eso se trata nuestro invento.
-¡Sí! -exclamó Concho- ¡Debiste ver tu expresión!
-¡Cállate Concho! -replicó Poncho con nerviosismo- Esto es "La Ballesta del engaño", es muy ingeniosa, porque apunta a un objeto, graba las carasterísticas que éste tiene, y luego, al disparar la flecha, ésta esquiva al objetivo para confundirlo, pero luego se da la vuelta y le da en la cara. Siempre está cargada con pintura y no necesita baterias. Es tuyo Mackey.
-¡Gracias chicos! -exclamó el primro de Rebecca- Con esto, me vengaré de Hamilton por ganarme en los bailes.
-Y aquí está -continuó Poncho-, un "mini-disc", que en realidad sirve para escuchar música, pero entre más música reporduzca, más lejos dispara el disco que tiene, lanzando una red, una bolsa de pintura, y una goma que atrapa a los enemigos. Tuyo Michael.
-¡Wow! ¡Muchas gracias Poncho, muchas gracias Concho!
-De nada -afirmaron los dos.
-Jessie no necesita invento -afirmó Concho, ya hablamos con ella y dijo que así estaba bien. ¿Verdad Jessie?
-Sí chicos.
De repente, hubo un silencio total, porque él único que hacía falta era Peter por invención.
-Oigan... chicos... -dijo Peter.
De repente, Poncho y Concho pusieron caras de sorpresa.
-¡Oh no! -exclamaron al tiempo- ¡Olvidamos de nuevo el invento de Peter!
-¡Perdónanos Peter! -pidió Concho.
-¡Otra vez! -exclamó Peter con frustración- No se preocupen, ya volveré a tener el mío muy pronto.
Entonces Poncho notó que la cantimplora de Mackey no estaba con él.
-Oye Mackey -preguntó Poncho- ¿Dónde está tu cantimplora?
Mackey guardó algún silencio.
-¡Ahhh, ya recuerdo! -exclamó el rpimo de Rebecca- La tiene el profesor Hopkins, lo que pasa es que èl me la pidió para beber agua y no se la pedí.
-¡Ahh, bueno! -comentó Poncho- Por cierto Anette... Otra de las funciones del megabolígrafo es la de pegar algo a un objeto, para que éste sea calentado y debilitado. La parte roja es la que tiene esa función, por su parte, la azul lanza un gas que congela las cosas.
-Interesante -comentó Anette-, gracias por el aviso chicos.
La noche había caído y los chicos se habían ido a dormir, pero Anette telefoneó al celular de su padre para asegurar su bienestar; el padre le respondió a la hija y dijo que llegaría tarde, y que Anette podía esperarlo si ella quisiera. Obviamente Anette accedió y todos esperaron a Hopkins, pero se quedaron profundamente dormidos y no sabían nada de lo que estaba pasando.
Ya, en la pura noche, el profesor Hopkins estaba de regreso a la hacienda de los chicos, cuando de pronto... ¡Una cuerda se lanzó y cogió los pies del profesor Hopkins!
Luego llegó otra que ató sus brazos, después otra que se enrolló completamente a su alrededor, hasta que quedó completamente indefenso.
-¿Oigan, què está pasando aquí? -preguntó Hopkins, mientras que los tipos se lo llevaron- ¡Auxilio, auxilio! ¡Socorro, Anette, Peter! ¡Quien sea! ¡Ayúdenme!
Entonces uno de los tipos, que tenía una máscara y un pocnho negro lanzó una flecha con una nota, la cual atravesó la ventana de la hacienda de los Hamilton, pero no los despertó, aunque causaría sorpresa al puro final.
Al día siguiente, el oficial Maldonado y otros guardias que venían con él llegaron con el Equipo Hamilton y vieron la flecha, la cual decía que Cabeza de Piña tenía a Hopkins, y que si querían verlo vivo, debía acercarse a una isla, cerca de las Malvinas.
Los chicos estaban muy pasmados, pero Anette estaba llorando desconsolada, Rebecca y Jessie trataron de animarla.
-¡Debí estar con él! -Anette se echó la culpa- ¡No debí alejarme! ¿Por qué lo hice? ¡Debí también prever todo esto? ¡Todo esto es mi culpa, papá, lo lamento tanto!
Anette continuó llorando, pero sus amigos siempre estaban con ella.
-Tranquila Anette -dijo Jessie-, ya encontraremos a tu padre, te lo prometo.
-Muy bien -comentó el oficial Maldonado-, hemos comprobado todo y esta carta si viene del profesor Rubinstein. Lo siento chicos, debí creerte Anette, si hubiera atrapado a Rubisntein cuando pude, esto no estaría pasando.
-No es culpa de nadie oficial Maldonado -afirmó Michael-, lo que pasó fue un accidente, lo que cuenta ahora es que encontremos a Hopkins.
-Michael tiene razón -afirmó Peter sonriendo-. Y creo que ya sé cómo lo haremos.
-¿Cómo Peter? -preguntó Anette con lágrimas en los ojos.
Peter sacó su teléfono, activó 55 y pudo ver la señar que tenía un aparato, el cual tenía el profesor Hopkins.
-Poncho dijo -siguió Peter- que el profesor Hopkins tenía la cantimplora de Mackey y no se la devolvió, si seguimos la señal de ésta, lo encontraremos.
Peter aumentó la imagen y localizó la cantimplora, la cual, efectivamente, estaba cerca de las islas Malvinas.
-¡Ahí está! -exclamó Peter.
-¡Es cierto! -comentó Anette viendo la imagen, lo que aumentó sus esperanzas- ¡Papá, allá vamos!
-¡Perfecto! -exclamó Terry- ¡Yo los acompañó!
-¡No! -exclamó Rebecca- Tú te quedarás Terry.
-Pero quiero ir y luchar contra el mal.
-Esto es muy peligroso Terry -afirmó Peter-, y no queremos exponer tu vida... Otra vez.
-Yo me quedaré con él -comentó Alfredo-, por si algo más lleva a pasar.
-Gracias Alfredo -dijo Anette agradecida.
-¡Vamos chicos! -exclamó Peter- ¡Directo a las Malvinas!
El Equipo Hamilton se preparó para su siguente aventura.
Pocas horas después, los chicos se dirigieron, en bote, a las islas Malvinas; el oficial Maldonado condujo el bote por si se necesita ayuda, mientras que los chicos estaban pendiente, mirando en dirección a las Malvinas, pero fueron allà, sino que su rumbo fue una pequeña isla (que en la vida real no existe) que era en donde estaba una enorme antena, la cual medía 70 metro de largo, y parecía estar activada. Los chicos vieron eso y fueron hacía allá.
-¡Esa es la antena oficial Maldonado! -exclamó Anette.
-Lo sé Anette -comentó éste-. Sujétense, vamos para allá.
El bote aumentó la velocidad y se dirigieron a esa isla de allá, pero el bote había sido capatado por radades internos; Cabeza de Piña alcanzó a ver esa señal y se sintió muy contento, por lo que activó su sistema de trampas, mientras que el bote llegó cerca de la isla de las Malvinas.
-Nos veremos aquí después -comentó el oficial Maldonado-, si necesitan, llámenme. Peter, tú llámame con tu celuar y acudiré en su ayuda.
-De acuerdo oficial Maldonado -comentó Peter-. Vamos.
Todos fueron hacia la isla mientras el oficial esperó la señal.
Los chicos se habían adentrado más y más en una parte que parecía de selva, pero lo que no sabían... Era que iban directo a una trampa.
-Esto está muy callado -comentó Michael-, parece una película de terror.
-Tengan cuidado -afirmó Rebecca-, no sabemos qué se nos puede aparecer.
De repente, llegaron a una parte de trampa y... ¡El piso se abrió, haciendo caer a los chicos!
¿Qué es esto? ¿Què significa esto? ¿Y cuándo Cabeza de Piña iba a mostrar su cara?

¡No se pierdan nuestro próximo capítulo!

Fin de "Los Chicos contra Cabeza de Piña cap. 7"

Agradecimientos

-Soygaucho (en la computadora, podrán llegar allá)
Datos del Cuento
  • Categoría: Aventuras
  • Media: 5.21
  • Votos: 61
  • Envios: 2
  • Lecturas: 7183
  • Valoración:
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