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Categoría: Ciencia Ficción

Los Caballeros Escarlata. Capítulo I:

Capítulo I

"La era lejana a nuestro tiempo"



Corría el Siglo XXVI, específicamente hablando el año 2510 d. C. era ya una época distinta a lo que fue en un tiempo la rutinaria vida urbana, pues la realidad de aquellos días era muy opuesta a la nuestra, y en breves líneas he de intentar describir aquél nuevo mundo donde nos sitúa nuestra crónica.

Después de décadas y décadas de investigación se logró lo que el hombre siempre soñó: poder vivir en las estrellas como desde la antigüedad se había pensado.

Las posibilidades de viajar a velocidades casi iguales a la de la luz eran ya una realidad y la OMEGA (Organización y Mando Espacial de Galaxias Activas) apoyaba intensamente el esfuerzo de colonización: millones de humanos vivían ya en planetas habitables de otros sistemas, tejiendo así, una red de colonias interestelares que se conectaban a un solo punto, un planeta pequeño pero de enorme significado para toda la especie humana, un astro llamado comúnmente.
Tierra.


Aquél mundo logró salvarse a tiempo del tan polémico "calentamiento global" gracias a la dedicada acción de las nuevas generaciones, que lucharon incansablemente para que sus propios hijos tuvieran un lugar de origen, algo que los identificara cuando, al viajar tan lejos de su hogar, pudiesen decir.

"Soy del primer planeta".

Todo esto, como ya oportunamente lo dije, fue apoyado en entera plenitud por el OMEGA, que en nuestra época pudiese haber sido como la ONU o alguna otra organización semejante, el OMEGA, era la principal base del llamado "Segundo Sistema Humano Galáctico", el primero fue cuando por fin llegamos a poder establecernos en la Luna y posteriormente en la colonización de Marte, el segundo inició con el descubrimiento de la "propulsión devastadora" y el folklóricamente nombrado "astroempuje" los cuales consistían en combinar la energía de choque entre materia y antimateria alternando con la fuerza de empuje y gravedad que proporcionaban los planetas en su eterno viaje de traslación, logrando así, una combinación de velocidad semejante a arrojar un avión miniatura con propulsión mecánica que junta la energía de nuestro impulso y la de su propio motor, siendo muy útil para los viajes cortos, que podían concebirse en pocas horas, ya que el "astroempuje" proporcionaba una velocidad que si bien no copiaba la de la luz, se le acercaba mucho, consiguiendo así, que el camino a la colonia más lejana de todo el sistema durará, en aproximación:
3 semanas.

El OMEGA se estableció en La Tierra, como simple tradición de origen, y desde ahí dirigía a las demás colonias, la más importante quizá, hubiese sido una enorme colonia situada bastante cerca de la Tierra, un planeta gigante de nombre clave "Umbral" el cuál era conocido como la puerta de entrada a la Tierra, ubicada a unas escasas 10 horas de distancia.

En Umbral se desarrollaba la infrestructura manufacturera y de construcción, los enormes yacimientos de hierro y carbón que fueron hallados sirvieron de base para que este lugar fuese transformado en un extraordinario astillero de naves, las cuáles se fabricaban para civiles, en el continuo intento de expandir la raza humana por la galaxia y naves bélicas para las fuerzas armadas del OMEGA, expresamente fabricadas para la contención, exploración y rescate.

Existía otro planeta de gran importancia, la base principal de todos los transportes civiles, la ciudad-puerto "Destiny", encargada de los horarios de salida y llegada, bien pudo haberse tomado como un aeropuerto de proporciones titánicas; pues seguidamente llegaban cruceros de otras partes del espacio para cargar y desembarcar a los viajeros, de igual manera, para vaciar las abarrotadas bodegas de carbón, hierro, azufre, níquel y cobre que se extraían de lejanas minas.

Todo se movía en un cuidado horario exacto, que era manejado por computadoras y hombres, un verdadero estrés y caos que ya no es posible seguir describiendo.

Dentro de los planetas más cercanos a nuestro hogar azul sólo "Destiny" y "Umbral" eran los más importantes, las demás colonias se encontraban más alejadas o simplemente eran otra ciudad-planeta como las tantas que había.

Sin embargo existían otros mundos, que, aunque distantes, eran de gran importancia para el buen funcionamiento del imperio humano, tal y como eran las innumerables colonias de comunicación, que transmitían y retransmitían los mensajes entre territorios, semejante a una información que pasa de oído a oído, así era el concepto base de la comunicación espacial, transmitir a la colonia más cercana para que esta lo retransmitiera a la que tenia más próxima y así sucesivamente hasta que llegara a su destinatario. Era muchísimo más fácil que enviar una sola señal y esperar 3 semanas hasta que esta llegara a su destinatario.

Otro pilar de esta complicada organización era la de los planetas lejanos aludidos y reconocidos por la simpleza de sus nombres. como el planetoide "Distal" un pequeño mundo donde la población se sostenía de las cargas de alimentos que diariamente llegaban a él.

Si bien sería curioso mencionar al planeta más lejano de aquella red de colonias, pues hablaríamos entonces del más inhóspito lugar al que pudo llegar la civilización. un planeta donde era raro que alguien dijera "yo conozco la Tierra" era un lugar frío y ventoso, su nombre era. "Infinity"
Aquellos que vivían en Infinity no tenían necesidad de hacer un viaje de casi un mes para entablar una conversación con alguien de otro mundo, por lo que prácticamente Vivian refugiados en aquella soledad que embargaba su lejanía, pero, muy independientemente de esto, Infinity era algo así como el salto a nuevos descubrimientos, sus ciudades estaban repletas de investigadores que buscaban nuevos mundos para seguirse expandiendo.

Al parecer, esto se convirtió en una manía para el hombre de aquél entonces, colonizar y buscar, colonizar y buscar, como una carrera sin fin dónde se trataba de encontrar un límite que dijera "hasta aquí es donde puedes vivir" un Limite de Existencia.

Todo esto ocurría en aquél lapso, en el año 2510, en la etapa donde el humano se había aventurado a encontrar nuevos conocimientos y a dejar sus raíces y costumbres para embarcarse en un viaje infinito, un viaje que desafiaba su tecnología, a sus científicos y más importante aún. a su propia razón.

Viajando entre toda la telaraña de ciudades, astilleros, comunicaciones y colonias, hemos de ubicarnos por fin en una cosa.

En medio de toda la nada, de todo ese inmenso mar de lo superficial y de todo lo que tanto tiempo nos llevó conquistar. se abría paso una nave. Era una nave cualquiera, quizá un poco más grande que el promedio normal, era un crucero civil de gran capacidad, se llamaba "Mederey Lewis" y se deslizaba a alta velocidad hacia el ya descrito "Destiny", en su interior cargaba 1100 almas y muchas, muchísimas toneladas de equipaje, instrumento tecnológico y el obligado lastre de materia prima manufacturera.

"Meyderey Lewis" estaba ya, quizá un poco vieja y desgastada, probablemente unos 50 años si llevaba encima y su tiempo de hipervuelo no era el mismo de hace unas décadas, normalmente decían que los cruceros tenían un promedio de vida medio de unos 200 años, antes de ser convertidos en hierro, pero quizá una falla le haya dado a esta nave un intervalo de utilidad similar al de un humano.

Avanzaba rápido entre el hiperespacio, que normalmente duraba entre 5 a 8 horas, pero que requería toda su fuerza y voluntad, el crucero parecía vivo y a juzgar por lo visto, semejaba quejarse de los constantes viajes a los que era sometido, muy probablemente otros 45 años y sería desechado, pero la nave parecía saber que eso era mucho tiempo y cada rato presentaba una falla que parecía implorar un descanso en el astillero. Me hubiera gustado decir que era un vehículo perezoso y egoísta, pero es un objeto inanimado que por simple error humano salía con un nuevo defecto, cosa que no parecía intimidar a su capitán, el señor Vigil, un astuto piloto con bastantes horas de vuelo para justificar su proceder. La experiencia era digna de ser nombrada como una de sus cualidades y su amplio criterio lo convertían en el hombre ideal para llevar el mando de aquél aparato; que por cierto pareciera tener la misma edad de su capitán, los dos rayando en la mitad del siglo y los dos ansiosos por recibir su título de pensión, ambos, nave y hombre anhelantes de jubilarse y vivir una vida feliz, lejos de todo el estrés y el bullicio del enorme aeropuerto al que estaban a punto de llegar.

-Capitán, Destiny se encuentra a corta distancia, llegaremos en 5 minutos.

El capitán salió de su ensimismado estado y respirando lenta y profundamente, exhaló el aire para luego dirigirse a quién lo había interrumpido:


-En eso estaba pensando, gracias Almirante.

Sacó un cigarro de aquellos largos, que solo lograban cultivarse en la apreciada Tierra, se abotonó su blanco uniforme y se fajó un poco la camisa, se arregló la corbata y encendió el puro. Amaba a sus cigarros como amaba a su nave, y como amaba a su esposa, muy probablemente era el único hombre con cigarros verdaderos en ese puente, y se sentía orgulloso de eso.

No deseaba lidiar con el papeleo de llegada, ni con las trabas que le ponían para la entrega de la carga y mucho menos con la avalancha de pasajeros que se precipitaría cuando abriera las puertas del exterior, no entendía el por qué de, si teniendo tantas computadoras, tenía que bajar de su navío intergaláctico a firmar su llegada, quizá en honor al papel, que la gente luchaba por no perder como su primer medio de comunicación aparte del habla.

-Es puro lujo y tradición. -pensó-

Apuró su cigarro, se tomó el último sorbo de café frío que quedaba en la taza y suspiró otra vez, amaba volar, era su mayor pasión, pero por ese día había terminado su placentero momento.

La nave salió del hipervuelo y se aproximó rápidamente al primer puesto orbital que encontró disponible, la nave, aún en el espacio, entroncaba con una estación que se hallaba en órbita fuera de la atmósfera del planeta, de ahí, los pasajeros debían abordar pequeñas naves transportadoras que los llevarían a la superficie del astro.

Poco a poco los pilotos auxiliares fueron acomodando el crucero, evidentemente guiados por el señor Virgil, el cuál después de un tiempo récord (del que nunca se llegó a enterar) de diez minutos y 14 segundos, puso el punto final sobre el viaje número 4365 del "Meyderey Lewis".

Las compuertas de despresurización se activaron, los viajeros empezaron a desocupar sus asientos, la holgazana embarcación apagó sus motores y el capitán suspiró por tercera y última vez. apagó su cigarro en el cenicero y habló para sí mismo con un tono de ansia y esperanza conmutadas:

-Ahí vamos otra vez.

Sólo 10 años más Virgil. sólo 10 años más.

Y pulsó el botón que abría las compuertas de la nave hacía el exterior.
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