Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Cuento
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Cuento
Categoría: Aventuras

Leprechaun cap. 7

El plan del Amo de las Ilusiones estaba en marcha, y estaba por hacer hasta lo imposible porque Reegan no interviniera en sus planes por más tiempo; así que llamo a sus hombres para llevar todo a cabo.
Mientras tanto, Peter, Jessie, Michael, Anette, Mackey y Rebecca estaban todos reunidos en el cuarto de los chicos para discutir cuáles serían sus próximos movimientos, todos decidieron que por ahora iban a esperar, pero que también iban a proteger a Reegan. Entonces su encuentro había terminado y las chicas fueron a su cuarto, ahí se relajaron toda la noche y se arreglaron el cabello para el día siguiente, todas excepto Reegan.
Por alguna razón, la joven irlandesa aún seguía en el balcón del cuarto de los chicos, pensativa y melancólica. Reegan estaba recordando las cosas que había visto con el fraudulento Amo de las Ilusiones, así que puso una mirada de tristeza... combinada con algo de resentimiento.
Michael, quien tenía consigo un sandwich de jamón, queso, lechuga, tomate, y... ¿Pizza? pasó por el balcón de Reegan y notó que ella lucía deprimida, dejó su sandwich a un lado y fue con su amiga para ver qué le pasa. Entretanto Reegan había notado la presencia de Michael, lo que la dejó más triste que al principio.
-Michael -dijo Reegan.
-¿Reegan? -preguntó Michael- ¿Qué te pasa?
Se sentó al lado de Reegan y la miró de frente.
-Michael -continuó Reegan con tono dulce, pero melancólico-, yo sólo quiero decirte que... Les agradezco a ti... a Peter, a Jessie, Mackey, Rebecca y Anette por estar conmigo, protegerme, hacer planes para hacerme sentir bien. Es muy dulce y significa mucho para mí.
Michael, quien se sonrojó, respondió:
-¡No fue nada! -también lo hizo con una sonrisa oreja a oreja- ¡Para eso estamos los amigos Reegan!
-Pues... -siguió Reegan- déjame decirte que... bueno... ¡Is nil scaoilte!
-¿Qué?
-No está funcionando.
Michael continuó guardando silencio, mientras que Reegan continuó hablando.
-Así. Todas las veces en que me mostraba contenta, todas las veces en que parecía que la pasaba bien, todas esas veces en que me veía muy feliz, cuando bromeaba, cuando hablaba con ustedes... estaba triste. Sólo puse cara feliz para que ustedes no lo notaran, pero en el fondo... No podía disfrutar nada de nada.
-Reegan, yo...
La joven irlandesa interrumpió a Michael.
-No son ustedes -aclaró-, es que el Amo de las Ilusiones siempre ha sido mi heróe, siempre me han gustado sus actos de magia, y nunca me perdía ni un segundo de lo que hacía; era mi ídolo, y nunca le vi ningún defecto... Sólo éste: El de ser un villano perverso, luego sentí que un vacío me atrapaba, como si todo lo que hubiera creído fuera una farsa... Un gran farsa.
No hay justicia, nada es justo Michael. ¡Todo es una farsa en la tierra!
Michael trató de calmar a Reegan.
-No digas eso Reegan -dijo el muchacho-, no es cierto lo que dices.
-¡Sí, si es cierto! -exclamó Reegan de forma violenta- ¡La vida te llena de ideas erroneas, las cuales te obligan a creer cosas que al final son malas; pero al tiempo, te hacen amar de forma ciega y negativa a alguien, y éste se aprovecha de esa ingenuidad para hacer sus sucios trucos! ¡Así es todo el mundo Michael: Mezquino, con una Doble Moral enorme, carente de ideales y mentirosa. Al mismo tiempo, los ideales con farsa: Crees que son lo correcto, pero al final te enteras de que no son más que mentiras!
Entonces Reegan se levantó de golpe.
-¡La vida apesta Michael! ¡Irlanda apesta! ¡No hay justicia en el mundo! ¡Ya no me importa nada! ¡Dejémoslo así, ya es tarde! ¡Me da igual todo! ¡No quiero saber nada de nadie!
Entonces Reegan se fue furiosa del balcón, pero Michael..
-¡Reegan, espera!
Pero la joven de Irlanda cerró de golpe la puerta, lo que dejó a Michael completamente impotente para ayudarla.
Pasó una hora y Michael se quedó mirando el piso, sentado en él por cierto. Entonces llegaron Peter y Mackey, los cuales se divirtieron mucho en el bar de Clontarf. Tenían consigo medallas y estaban muy eufóricos.
-¡Eso estuvo genial! -exclamó Peter.
-¡Nos desempeñamos muy bien en los juegos! -agregó Mackey.
-¡Ojalá la estancia aquí fuera para... Ahhhh!
Peter se resbaló con su propio guante de beisbol (No entiendo para qué lo trajo a Dublin).
Por su parte, Mackey vió el ¿sandwich de pizza? que se hizo Michael. Notó que él era el dueño y le preguntó:
-Oye Anderson... ¿Te vas a comer este sandwich? ¿O me lo dejas a mí?
-No Mackey -respondió Michael con tono de depresión-. Cómetelo si quieres, ya no tengo apetito.
-¡Que bien! -exclamó Mackey- ¡Mejor para mí!
Tomó el sandwich... ¿De pizza? y lo miró.
-¡A comer!
Y le dio una mordida tan, pero tan grande, que su boca parecía la de un tiburón.
Entretanto Michael decidió tomar acción; así que fue con su amigo Peter, quien se estaba levantando.
-Oye Peter -dijo Michael-. Necesito tu consejo, porque eres mi amigo.
Peter, quien estaba de pie, dijo:
-¿Qué sucede Michael?
-Es que... Bueno... Me siento muy mal.
-¿Por qué? -preguntó Peter con curiosidad- Estamos en Irlanda.
-Es Reegan, me hace sentir mal. Ella ha amado al Amo de las Ilusiones por muchos años, ha sido ídolo por mucho tiempo y su vida ha estado fijada en él. Pero ahora que ha descubierto su secreto, lo detesta, pero también detesta la vida, ya no le interesa nada ni nadie; ha perdido todas sus esperanzas y no quiere nada con nadie. Me hace sentir mla, no puedo creer que, sólo por eso, una persona pueda tener una decepción tan grande. Me gustaría ayudar a Reegan... De alguna forma. ¿Qué dices tú Peter?
Peter se quedó pensativo, pero luego respondió:
-Sabes Michael, debemos hacer lo posible para ella pueda recuperar su fe en su gente, en su país, y en el mundo; ve y llévala a lugares de Irlanda que ella pueda curiosear, trata de inspirar nuevamente ese amor a la vida que ella sentía, habla de ella de lo que quieras, de una forma muy optimista. Estoy seguro de eso la va a animar... Y mucho.
-No sé Peter -expresó Michael con pesimismo-, no sé si funcione.
-No digas eso amigo, no lo sabrás si no lo intentas, después de to... Si la montaña no va hacía Mahoma, Mahoma debe ir a la montaña. Es lo que siempre digo.
Michael pensó en los argumentos de Peter, y luego los usó para fijar la solución.
Era muy tarde y los chicos estaban dormidos, pero Michael siguió visualizando la solución para el problema Reegan O'Hara, con las palabras de Peter como guía. De pronto...
-¡Lo tengo! ¡Lo tengo! -exclamó- ¡Eso es!
Las palabras de Peter funcionaron en él, se levantó y salió del cuarto.
Estaba por empezar los preparativos.
Entonces llegó el día siguiente y todos estaban por fuera del hotel. Michael se encargó de llamar a Reegan desde la recepción y ésta bajó para verlo.
-¡Aquí estás Reegan! -exclamó Michael sonriendo.
La misma expresión facial era llevaba por todos.
-¿Qué pasa chicos? -preguntó Reegan con sueño.
-Queremos mostrarte algo especial... -contestó Michael-. Le debemos gracias a Rebecca, ella y su computadora se hicieron cargo de todo.
Reegan estaba confundida, pero luego Michael fue con ella y puso su mano en el hombro. Reegan iba a decir algo, pero Michael no la dejó... aún.
-No digas nada -afirmó-, sólo acompáñame.
-Pero Michael, yo...
De pronto, Michael fue con sus amigos.
-¿Todo está listo chicos? -preguntó Michael.
-Sí Michael -respondió Anette, quien vestía camisa rosa, minifalda blanca y zapatos-; entonces será tal y como tú lo dices: Mientras nosotros a dónde están Poncho y Concho, tú darás un paseo a Reegan para que recupere la fe en su país.
-Y en su pueblo -agregó Peter, quien vestía de forma informal... y con chaleco. (Olvidé que ésta es una facultad que lo distingue: el usar chaleco)
-¡Pero haznos un favor! -terció Mackey, vestido como Peter, pero sin chaleco- No vayas a ir más allá.
-¿Qué?
-Tú sabes... ¡Nada de besos y propuestas de matrimonio!
Mackey rió, pero Anette le dio una palmada en la cabeza.
-Eres muy cómico Mackey -dijo con tono sarcástico.
-¿Recibiste el e-mail Rebecca?
-Sí Michael; Concho me mandó el mensaje y recibé mi correo a las 5:00, me dijo que ya tenían lso resultados.
-Bien, entonces vamos chicos.
-¡Un momento! -exclamó Jessie, vestida con bermudas de jeans, patimedias negras, tenis, camiseta y un suéter amarrado a la cintura- No quisiera retrasarlos, pero... ¿En dónde nos iremos?
De pronto todos escucharon algo que parecía una bocina de auto, voltearon a mirar y vieron una limosina negra, con un chófer distinguido y refinado. Al verlo todo, Jessie rió y dijo:
-¡Oh! ¡Ya veo!
-Bien chicos -concluyó Peter-, entonces vamos. ¡No hya tiempo que perder!
Michael se dirigió a Reegan, y los chicos se subieron a la limosina negra. Arrancó y Rebecca bajóa la ventana.
-¡Buen suerte Michael! -le exclamó sonriendo.
-Gracias Rebecca -dijo Michael-, les deseo lo mismo.
La limosina se fue y los chicos fueron a su destino: la Johnson Enterprise Unlimited en Dublin.
Por su parte, Michael fue con Reegan y le dijo:
-Ven conmigo Reegan, pero primero... ponte esto.
Michael le mostró una venda.
-¿Para qué Michael? -preguntó Reegan.
-Pronto lo sabrás -respondió Michael.
Entonces Reegan se colocó la venda alrededor de los ojos y no pudo ver nada, se tomaron de las manos y fueron a su destino.
Entretanto, Peter y sus amigos fueron con el padre de Rebecca, pero primero hicieron una parada en la casa de Garod.
-Esperen aquí -dijo Peter-, tengo algo que hacer.
Peter se bajó de la limosina
Llegó a la puerta y la tocó.
-¡Garod! 'Soy yo! ¡Quiero hablar contigo!
En ese momento, se abrió un poco la puerta y salieron varias moscas volando, lo que asustó a Peter. Después de eso, Garod salió, sin bañarse y vestirse.
-¡Eres tú! ¡Ese chico tonto Peter Hamilton? ¡¿Qué diablos quieres?!
Peter, algo pasmado, respondió.
-Sólo quería decirte... Gracias... En el nombre de todos, queremos agradecerte por la ayuda que nos has dado.
-Supongo que debo decir "De nada" ¿Verdad?
-Eh... Pues... No sé.... Supongo.
-¡Pues lo haré sólo cuando los cerdos vuelen!
-¿Por qué?
-Porque los británicos están por llegar, no tienen nada que hacer y han decidido invadirnos; por eso hay que tener mucho cuidado con ellos... Y con tu amiga rica.
-¿Te refieres a Rebecca?
-Así es. Se cree lo máximo con su celular, su gusto caro y sus manas billonarias; pero ella es mala. ¡Oye lo que digo Hamilton! ¡Muy mala, así como las banshees! -entonces Garod puso una sonrisa de oreja a oreja- ¡Por cierto! ¿Dónde está mi pequeña Reegan?
-Ella está con Michael, y están...
-¿Enamorados? ¡No!
-¡No, no, no! -respondió Peter moviendo la cabeza- ¡Ellos están...
-Me dan nauseas. Ustedes los jóvenes sólo piensan en novios y en novias, no tienen personalidad, son de lo más aburrido. ¿Qué aprenden en las escuelas? En mis tiempos, las escuelas no daban ese tipo de cosas, sino a que el conocmiento es poder.
Peter, quien estaba sin habla, respondió:
-Gracias Garod, te daremos su razón.
-Lo sé, y te advierto... ¡Si algo le pasa, las banshees irán en tu contra! ¡Ahora fuera! ¡Estoy destapando mi baño! ¡Y eso toma muchos siglos! ¡Me toma harto tiempo!
Garod cerró la puerta, pero luego la volvió a abrir y dijo:
-Gracias por las buenas palabras a mi comida. Puede que sea repugnante, pero también sé cuando alguien está satisfecho por comer tanto.
Después cerró la puerta y no volvió a abrirla, por lo que Peter no tuvo más opción que retirarse y subirse a la limosina.
-¿Qué te dijo Peter? -preguntó Rebecca.
Aunque Peter, quien trató de fingir que olvidó lo que le dijo Garod, respondió:
-¡Está muy agradecido! ¡Dice que fue un placer habernos ayudado... Y que te ama Rebecca! ¡Siempre eres bienvenida a su casa!
-¡Que amable! -respondió Rebecca- Yo también le diré que es bienvenido con los Johnson
Entonces Rebecca se dirigió a su chofer.
-Rodham -dijo Rebecca-, ya puedes continuar.
-¡Lo que usted diga, señorita Rebecca!
Rodham echó a andar la limosina y fueron a su destino final Rebecca y sus amigos.
Por su parte, Michael llevó a Reegan a un sitio que a ella le iba a interesar mucho; la joven aún seguía con los ojos vendados.
-Michael -dijo Reegan-. ¿Falta mucho para llegar?
-No -respondió el joven amigo-, sólo un poco más... Un poco más... ¡Listo, ya te puedes quitar la venda!
Reegan se descubrió los ojos, por el consejo de Michael, y vio en frente suyo... para reaccionar de forma...
-¡Increíble! -exclamó la joven contenta- ¡Es el Leabharlann Náisiúnta na hÉireann!
-Sí Reegan, la Biblioteca Nacional de Irlanda; uno de tus lugares favoritos.
-¿Cómo supiste Michael? -preguntó Reegan con un gran entusiasmo.
-Fue Rebecca, sus habilidades computacionales nos ayudaron a verificar tu membresía de niña, pero basta que palabras. ¡Vamos adentro!
Reegan tomó a Michael de la mano y corrió a prisa, pero el joven sintió que iba muy rápido...
-¡Espera Reegan! -exclamó- ¡No vayas tan rápido!
Los dos entraron a la Biblioteca y vieron muchas cosas; fueron a una mesa juntos y vieron un libro muy gordo, sobre la historia de los celtas: vieron muchas imágenes de esculturas celtas, artesanía y de armas; dibujos de sacerdotes druidas; mapas de la ruta recorrida por los celtas en Irlanda; fotos de Jonathan Swift, Francis Bacon; de un grupo de fundadores de la cerveza Guinness, Michael Collins, Arthur Griffith, Eamon de Valera y otras personas importantes en la historia irlandesa. Luego tomaron un gran ejemplar de "Ulises" de James Joyce, lo leyeron juntos y disfrutaron la lectura, más porque había una traducción en irlandés.
-No entiendo el gaélico irlandés -aclaró Michael-, pero no importa.
Reegan rió y le leyó la parte irlandesa a Michael. A pesar de eso, continuó sin entender lo que decía, pero se deleitó al escuchar la hermosa y juvenil voz de Reegan; pasaron ahí una hora.
Salieron de la National Library of Ireland y dieron un paseo por Stephen's Green (sin olvidar su aventura allí juntos): vieron las flores, los lagos, los niños jugar, y mucha cosas hermosas de ahí. Se sentaron juntos y vieron el sol, con algunas nubes... Claro está.
Al salir del parque, Michael le pidió a Reegan que se tapara los ojos otra vez, por lo que la llevó a otro lugar especial: el Parque Phoenix.
Cuando llegaron allá, jugaron a las escondidas; Reegan le jugó unas travesuras a Michael durante el juego: le tapó los ojos, le hizo cosquillas, lo tocó con el dedo y dijo: Tú la traes, y también le lanzó un poco de agua que tenía en un envase. Luego fueron juntos a ver la casa del Embajador de Estados Unidos, el Aeropuerto, y el enorme obelisco que estaba ahí; el Áras an Uachtaráin (el palacio presidencial) y corrieron mucho juntos.
-¡No corras mucho Reegan! -exclamó Michael.
-¡Atrápame si puedes lentucho! -respondió Reegan.
Definitivamente los dos se divirtieron mucho con eso.
Entonces pasó que Michael tapó los ojos de Reegan otra vez, y entonces la llevó a otro sitio, el cual más tarde les diré.
Por ahora, pasemos a Peter y a los otros. Nuestros heroes llegaron a una enorme mansión de arquitectura barroca y hermosa, rodeado de jardines, fuentes de agua, una enorme reja negra, y varias avestruces, los chicos se encontraban en la central de la Johnson Enterprise Unlimited. La limosina fue a parar cerca de esa mansión y los chicos se bajaron.
-Llegamos señorita Rebecca -afirmó el chofer Rodham.
-Buen trabajo Rodham -dijo Rebecca agradecida.
-Gracias señorita.
Los chicos fueron con Poncho y Concho, con los cuales se toparon al poco rato; pero, por otro lado, Poncho no esperaba encontrarse con sus amigos.
-¿Rebecca? -preguntó.
-¿Poncho? -Rebecca devolvió la pregunta.
-¿Qué haces aquí? Se supone que sólo vendrías hasta que tuviera los resultados listos.
-Eso hicimos, tú mandaste tu e-mail y dijiste que podíamos ir a la central para verlos.
-¿Pe.. ¿Qué diablos?
Confundido, Poncho fue con Concho.
-Concho -dijo-, te dije que no mandaras el mensaje hasta que tuviéramos las pruebas completas.
-¡Oh lo siento! -afirmó Concho sonriente- Pensé que dijiste que no mandara el mensaje a Rebecca con la puntuación incompleta.
Poncho, con cara de pocos amigos, dijo:
-Oye. ¿Por qué lo hicis... ¡Olvídalo, sólo entremos!
Todos los chicos entraron y vieron el interior; era una mansión elegante, con tapices por todas partes, escaleras en el centro, cuadros, y piso de cuadros, como muchas mansiones. Entonces todos fueron al sótano, en el cual había muchos científicos que hacían varios inventos, algunos de ellos lanzaron a la gente lejos, otros mandaban una bomba de olor que le impregnaba a la víctima uno terrible, y los últimos no hacían más perseguir a los cinetíficos y causarles problemas. Los muchos inventos eran increíbles, pero otros muy raros. Entonces los chicos fueron a un cuarto, en el cual había una supercomputadora enorme, la cual estaba analizando el bumper que Jesiie arrancó del carro: Era... La Máquina.
-¡Helo aquí! -exclamó Poncho- ¡La Máquina!
-Es asombrosa -dijo Anette- ¡En realidad es una máquina que analiza todo!
-¡Y en este momento -continuó Poncho-, está analizando el bumper trasero! Pronto tendrá el resultado.
-Eso me recuerda... -terció Anette, quien sacó su bolígrafo-. Traje unas muestras de aceite, las cuales se cayeron del carro, yo ya las vi y tomé en cuenta color y viscosidad; pero creo que la Máquina puede hacer un mejor trabajo.
Poncho recibió el bolígrafo de Anette, pero éste puso cara de decepción y dijo:
-Gracias Anette, pero debido a ciertos factores que poseen los aceites, eso tomará... Muchas horas.
-¿Cómo que muchas horas? -preguntó Rebecca- Pero si la Máquina está perfeccionada.
-Lo sé -dijo Concho-, pero aún así tomará horas.
-Exacto -concluyó Concho-, horas... ¡Horas de ocio!
Poncho y Concho se rieron de su chiste, pero Peter y sus amigos se quedaron muy confundidos. Era un chiste en verdad muy malo.
-No se preocupen -continuó Concho-, este bebé nos tendrá respuestas en segundos.
Poncho llevó el bolígrafo y sacó el aceite, lo puso en un vidrio y lo colocó también en telescopio; lo miró, lo analizó por segunda vez y dijo:
-La viscosidad es ligera -comentó Anette-, por lo que el color es claro, y contiene muy poco azufre.
-¿Y eso qué significa amiga? -preguntó Jessie.
-Que es un aceite muy débil -Mackey dijo en chiste y rió, pero Anette no la pareció gracioso.
-Mackey -dijo entonces- ¿Quién es el científico? ¿Tú y yo?
-Tú -respondió Mackey después de un silencio.
-¡Exacto! ¡Así que cállate y déjame hablar! -entonces Anette se dirigió a Jessie- Quiere decir, que su peso es liviano y no es muy fuerte.
-Seguramente -pensó Rebecca- debe de ser un auto cuyo motor no requiere de mucho esfuerzo para funcionar, que es lígero y tiene un motor más moderno.
-¡Correcto Rebecca! -siguió Anette- ¡Así que el auto ha de tener una sincronización apta! No será difícil encontrar un auto de este tipo, no con la Máquina.
-Tienes razón -concluyó Peter.
De pronto la Máquina emitió un fuerte pitido que asustó a Peter y a sus amigos.
-¡Ahí está! -comentó Poncho- ¡La Máquina nos tiene una respuesta!
-¿Pero no podían ponerle un pitido menos ensordecedor? -preguntó Jessie, a quien le zumbaban los oídos.
-No -dijo Concho-, no había dinero.
Todos sacaron la respuesta de la Máquina y la comenzaron a leer.
Mientras tanto, Michael y Reegan había pasado por el Museo de Imprentas Nacional de Dublin; ahí conocieron todas las imprentas que han estado en Irlanda, desde la de Johann Gutemberg, hasta una del siglo ante pasado. Reegan quedó fascinada y abrazó el brazo de Michael para verla juntas.
Habían dado una vuelta muy maravillosa, que Reegan nunca iba a olvidar. Luego pasaron un restaurante y compraron una gaseosa y un helado, salieron y hablaron de películas irlandesas, en especial de actores de Irlanda,pero también dieron tiempo para cosas irlandesas.
-¡¿En serio?! -preguntó Michael- ¿Te gusta Pierce Brosnan?
-Sí -contestó Reegan quien estaba muy entusiasmada-, amo sus películas, sobre todo las de James Bond.
-A mí también, recuerdo mucho sus parlamentos: "Es lo que me mantiene vivo" -Michael se acordó de un parlamento que dijo el actor en "Goldeneye"
-"No -comentó Reegan, basándose en la misma película- "es lo uqe te mantiene solo"
Al final, ambos rieron y siguieron comiendo sus helados. Reegan terminó y después le siguió Michael, a quien le quedó un poco en la nariz. Reegan notó eso y rió.
-¡Tienes un poco en tu nariz! -exclamó Reegan.
Michael se re´visó ésta y quedó apenado. Por su parte, Reegan sacó un pañuelo.
-Descuida, yo te lo limpiaré.
Reegan limpió dulcemente la nariz de Michael; jamás en su vida había estab tan alegre.
-Gracias Reegan -comentó Michael.
-Por nada... Michael, yo sólo quería decirte que te lo agradezco mucho.
-¿A mí? ¿Por qué?
-Porque tú me has dado un hermoso momento aquí en mi ciudad natal: me ayudaste a recordar nuestro hermoso pasado, nuestras leyendas populares, nuestras personas destacadas a nivel internacional, y otras cosas hermosas. Por primera vez, desde que supimos al Amo de las Ilusiones, estoy muy feliz.
-Me alegro Reegan, y sabes... Con respecto a eso... Sólo quería decirte que no necesitas a ese imbécil para ser feliz.
-¿A no?
-No. Verás, todas las personas que vimos hace un momento, todas ellas lograron todo porque buscaron su fuerza interior y lograron lo que querían; ellos puede que hayan tenido ídolos como tú, pero no se dejaron controlan de ellos. Como dicen mis amigos Peter y Jessie, los ídolos sólo deben ser aquellos que estén como guías o inspiraciones para conseguir nuestro anhelado mañana, pero no como manipuladores. Reegan, no necesitas un ídolo, todo lo que necesitas es ser tú misma y dejar que la fuerza crezca poco a poco, para que seas feliz y satisfecha con lo que has hecho.
Reegan guardó silencio ante las palabras de Michael, pero luego, con cara de determinación, dijo:
-¡Tienes razón Michael! -exclamó- ¡No necesito un ídolo para ser feliz, debo tener más como guias, pero la fuerza orginal la saco de mi ser! ¡Soy importante y nada me detiene! ¡Nada!
Ese último grito fue tan duro, que se oyó alrededor de una manzana. Reegan, apenada, se disculpó y volvió con Michael.
-Gracias Michael, has sido muy dulce.
-Así soy siempre.
-Eso amerita un beso -comentó Reegan-, recuérdame dártelo para antes de irte. Le do thoil (Por favor)
Michael se sonrojó y respondió:
-Claro Reegan. Será un placer.
De pronto, Abigail, vestida de mesera, se acercó a los chicos. Estos la reconocieron y se angustiaron; por su parte, la mujer sacó unas bolas de humo y las botó al suelo, haciendo que las personas tocieran y desaparecieran todos ante sus ojos.
Michael y Reegan quedaron inconscientes con ese polvo, así como dentro de un camión; Abigail se subió, se reunió con los cuatro matones y les ordenó que arrancaran, llevando a los chicos a un lugar desconocido.
¿Qué pasara con ellos? ¡No se podrá saber... al menos no aún!

Fin de "Leprechaun cap. 7"

Gracias por todo amigos
Datos del Cuento
  • Categoría: Aventuras
  • Media: 5.72
  • Votos: 92
  • Envios: 1
  • Lecturas: 6392
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 44.223.94.103

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Cuentos: 21.633
»Autores Activos: 155
»Total Comentarios: 11.741
»Total Votos: 908.508
»Total Envios 41.629
»Total Lecturas 53.552.815