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Leprechaun cap. 3

La persecusión había dejado a los taxistas exhaustos, pero aún más a los chicos, todo fue una experiencia que ninguno se esperaba, pero que incitó a Peter y a sus amigos a conocer sobre la cultura del país de Reegan.
En ese momento, paso...
-Tá an tsráid ann! -exclamó Reegan, la frase en español significa "Aquí está el lugar!"
Peter y Jessie se sorprendieron, mientras que el taxista dobló por la Calle O'Connell; siguió derecho mientras que Reegan veía casa por casa.
-Mo coinnigh! -volvió a decir Reegan, que esta vez dijo "La Casa".
Entonces el taxista se detuvo en una casa de tres pisos elegante(al menos por fuera), hecha de ladrillos y que también tenía un ático (se podía ver por las ventanas). Los chicos bajaron de los taxis y los conductores ayudaron con las maletas; por su parte, Rebecca y Mackey vieron la casa de arriba para abajo, y... Quedaron fascinados.
-¿Es este es el lugar que mencionaste? -preguntó Mackey.
-¿Al que nos va a dar la sorpresa? -agregó Rebecca.
-¡Sí! -exclamó Reegan contenta- Aquí viene un "aosta cara" que me recibe todo el tiempo, estoy seguro que les dará una recompensa por salvarme.
-Pero no queremos recompensa -aclaró Anette.
-La satisfacción -comentó Michael- de haberte salvado nos es...
-¡Níl! -terció Reegan deseosa- Yo insisto.
-¿Nil? -preguntaron todos en coro- ¿Qué es eso?
-"Níl" -continuó Reegan- significa "no" en irlandés.
Mackey, quien tenía una cara de aburrimiento, dijo con voz firme.
-Escucha niña, no me importa si vienes de Marte, o Jupiter... O Saturno... O venus... ¡O lo que sea! Pero me gustaría que te dirigieras a nosotros con el idioma que corresponde, porque no vamos a ir a tu planeta y a dejar que Darth Vader nos tienda una trampa en la ciudad de Lando Carissian. ¿De acuerdo?
Reegan no entendió ni una palabra de lo que Mackey dijo, se notaba por la expresión de su rostro, entonces llegó Rebecca y dijo.
-No le hagas caso a mi primo, lo que pasa es que se confunde mucho con otras lenguas.
-¡Sí! -exclamó Michael irónicamente- ¡Es el Peter de los lenguajes! ¡Lento con cerebro y letras!
-Ja, ja, ja -Mackey fingió una risa-. Muy gracioso Michael, voy a reventar de tanto reirme.
Reegan soltó una ligera, pero hermosa risa y los guió a todos a la entrada.
-Vamos chicos, nos están esperando.
Todos siguieron a Reegan, en tanto a Peter... Iba con sus amigos, pero los taxistas lo detuvieron.
-¡No tan rápido! -dijo el que los llevó- ¿No olvidan algo?
Ambos taxistas mostraron un papel, firmado por ambos; Peter lo vio y se sorprendió.
-¡¿Cuánto?! -preguntó Peter sorprendido; entretanto, los otros vieron la cuenta y quedaron igual de pasmados, aunque ellos...
-¡Bueno Peter! -afirmó Jessie- ¡Eres muy amable por pagar la cuenta.
-¡Sí Hamilton! -agregó Mackey- ¡Lo dejamos en tus manos!
-Tú eres el líder... -dijo Michael.
-...Y cada gasto -comentó Anette- corre por cuenta tuya como lo acordamos todos, menos tú.
-¡Buena suerte Peter! -concluyó Rebecca.
Todos fueron de lo más irónicos en acento;por otra parte, Peter no estaba muy feliz.
-¡Oigan! -protestó- ¡No dejen con esta calculación! ¡Vengan y ayudénme! ¡Regresen!
Pero nadie escuchó a Peter.
Entretanto, Reegan dio unos billetes euros a los taxistas, y luego se fueron.
-¡Todo listo! -afirmó Reegan- ¡Vamos!
Todos fueron con Reegan, quien tocó a la puerta; pero la puerta se abrió, lenta... lenta... lenta... (¿Qué iba a decir? ¡Ah sí!) lentamente, entonces salió la parte de un rostro barbudo, de pelo gris y de ojos azules, bastante tremendos e intimidantes, todo pertenecía a alguien de cincuenta años; ese rostro podía asustar hasta a un murciélago.
-¡No hay nadie! ¡Yo soy un fantasma! ¡Si no se van, los asustó!
-¡Garod, soy yo! -exclamó Reegan- ¡Reegan!
El hombre reconoció a la joven irlandesa.
-¡Lo siento Reegan! -comentó el hombre- ¡Pensé que eran cobradores!
Los chicos pudieron seguir, pero se llevaron una gran sorpresa al entrar: era un cuarto desorganizado, con basura por todas partes, ropa sucia, tapiceria maltrecha, cucarachas y una ventana rota; había un olor pestilente en todo el lugar, los chicos lo percibieron y trataron de ignorarlo (algo que fue casi imposible), pero Reegan no pudo.
-¡Dios Garod! -exclamó- ¿Cuándo fue la última vez que limpiaste este lugar?
-Cuando tú cumpliste dos años. ¡Hablo en serio!
-Garod, te presento a mis nuevos amigos: él es Peter, y su hermana menor Jessie; ella es Anette Hopkins, él es Michael Anderson, y ellos son los primos Johnson: Mackey y Rebecca,ambos son sobrino e hija del presidente de la Corporación Johnson Unlimited, y son muy ricos.
Ambos quedaron sonrojados.
-No es para tanto Reegan -dijo Rebecca.
-Peter, Jessie, Michael, Anette, Mackey, Rebecca, él es Garod, un gran amigo mío.
-¿Americanos? ¡Tienen suerte! ¡Si hubieran sido británicos o recaudadores, los hubiera cogido de las calvas y se las frotaría con los nudillos! ¿Qué es lo que quieren?
-Garod -prosiguió Reegan-, ellos me salvaron la vida, me gustaría que les dieras algo en agradecimiento, puede ser golosinas o dulces, creo que estarás...
-¿De acuerdo contigo? Nunca te diría "Níl" a ti Reegan; pero también les haré la cena, no es menos lo que merecen.
-Gracias -dijo Rebecca-, pero comimos en el avión y quedamos satisfechos, y además iremos a un hotel...
-¡Ajá! -terció Garod molesto, y Rebecca se mostró pasmada- ¿Con qué te crees mejor Ricachona? ¿Con tu dinero? ¿Tu estilo de vida y tus lujos extravagantes? ¿Con la tarjeta de crédito y el celular que no sé porque tienes? ¡Si no aprecias lo que te quiero hacer, pues entonces toma tu lujo y regresa a tu país!
Luego fue a la cocina a preparar la cena. Y reitero que será una irlandesa.
-¡Bómánta, milliúnaí! (Estúpida, millonaria) -murmuró Garod- ¡Bah! ¿Quién los necesita?
En ese momento, Rebecca, quien se mostró confundida y asustada, dijo:
-¿Fue por algo que dije? -preguntó con voz delgada.
Por su parte, Mackey se encogió de hombros.
Cayó la noche y Garod había vuelto con la cena; lo que preparó fue estofado irlandés, carne con cebolla, patata y perejil, combinado con salsa de hongos; este platillo lo sirvió para todos excepto para Anette, quien es vegetariana; por ello Garod le hizo un pastel que se prepara en los desayunos, en realidad... ¡Le hizo varios!
-Coman tranquilos chicos. ¡Goile mhaith! (Bon appetit).
Todos comieron la cena de Garod, pero antes de hacerlo, Rebecca fue asustada por el irlandés.
-¡¿Tienes algún problema ahora niña rica?!
-Eh... ¡No!
-¡Me alegro! -se alejó Garod con rabia.
Cada quien probó el estofado de Garod, el cual estaba muy delicioso; puede que Garod sea un viejo sucio y rabioso, pero sus habilidades culinarias eran excelentes.
-¡Vaya! -exclamó Jessie satisfecha- ¡Esto está delicioso!
-Sí -comentó Peter-, muy bien.
-Mejor que la comida del avión -afirmó Michael.
-Por eso -aclaró Reegan- siempre vengo aquí cada viernes en las noche: para probar la comida de Garod.
-¡Un momento! -interrumpió Anette- ¿La sopresa que mencionaste era ésta? ¿La cena de Garod?
-Sí -asintió Reegan-, ésta era, y esperen a probar sus dulces. ¡Son los mejores!
-¡Esperen! -afirmó Peter- Cena perfecta, buena carne, grandiosa bebida; sólo tengo una explicación razonable para eso -entonces fue con Garod- ¡Tú eres un mago! ¿Verdad?
-¡Por supuesto que no, niño tonto! -negó Garod.
-¡Ay, Peter! -exclamaron todos, señalando la torpeza de Peter.
Pero la palabra "mago" había sorprendido a Reegan, dejó de comer y su respiración se agitó; pronto todos notaron eso y fueron con Reegan.
-¿Qué te pasa Reegan? -preguntó Jessie.
-¿Estás bien? -agregó Anette.
De pronto, Reegan recuperó su estado de ánimo y fue con sus amigos.
-Sí -respondió con inseguridad-. Estoy bien.
-¡No, no estás bien! -exclamó Garod- Reegan, te conozco desde que eras una bebita, y sé cuando algo te perturba; damos pequeña, diel al tío Gaord qué te pasa
Reegan, nerviosa, pero segura, decidió contar lo que pasó.
-Todo comenzó en la feria, durante el espectáculo del Amo de las Ilusiones.
-¿Amo de las Ilusiones? -preguntó Jessie- ¿El mago norirlandés?
-Así es; estaba viendo su espectáculo, quedé fascinada con él, como siempre lo he hecho, hasta el punto de querer su autográfo; fui a su camerino, y descubrí que él, su asistente, y unos matones, los que nos persiguieron, están organizando un plan perverso.
-¿Un plan? -preguntó Mackey- ¿Qué plan?
-Eso no lo sé -dijo Reegan-, pero él supo de eso y ahora está tratando de matarme, y no puedo hacer nada para defenderme.
Reegan se tapó la cara con las manos.
-¡No sé qué hacer! -exclamó al punto de querer llorar- ¡Estoy desesperada!
Reegan se puso a llorar, pero entonces Rebecca trató de consolarla.
-No llores Reegan -dijo Rebecca-, no tienes nada de que preocuparte.
-¿Ah no?
-No, nosotros vamos a protegerte y a evitar que ese mago te lastime; te protegeremos, después de todo, eres nuestra amiga.
-No lo sé...
-Rebecca tiene razón -afirmó Mackey-, somos expertos en protección.
-Y si te protejimos una vez... -comentó Michael.
-...Podremios hacer lo mismo -agregó Anette.
-Ya verás que sí -concluyó Jessie sonriendo.
Por su parte, Peter mostró una sonrisa optimista y activa, lo que hizo que Reegan recuperar su confianza.
-Cielos -comentó Reegan más tranquila- ¡Buíochas le Día! ¡Gracias amigos!
-Por nada Reegan -afirmó Peter.
En ese momento, todos siguieron comiendo la cena de Garod con tranquilidad, mientras que Reegan se sintió más segura.
Ya era muy tarde, y todos estaban afuera, con sus maletas y cosas.
-Aquí tienen -dijo Garod-, esta bolsa enorme tiene golosinas y dulces que ojalá disfruten en su estancia.
-Gracias -dijo Rebecca agradecida.
Trató de cargar la bolsa, pero le fue muy pesada, por ello Jessie la cargó sin ningún problema, entonces Garod fue con los chicos, a quienes miró con cara de pánico.
-¡No dejen que le pase nada! -exclamó.
-Tranquilo -dijo Rebecca-, no dejaremos que lastimen a Reegan.
-¡Espero eso! ¡Porque ella es como mi hija! ¡La hija que nunca tuve! ¡Un hada angelical! Así que larguense de aquí, protejan a Reegan, y no olviden que los irlandeses tenemos el arpa más linda del mundo. Y si no hacen la segunda cosa... ¡Mandaré a todas las Banshees contra ustedes.
Ante esas palabras de Garod, todos se quedaron callados.
-Bueno... -afirmó Peter- De cualquier modo... ¡Muchas gracias Gaerdo!
-¡Garod, idiota! -entonces el anciano cerró la puerta muy fuerte.
Los chicos fueron con sus maletas, de repente Jessie se acercó y dijo.
-Reegan. ¿Garod siempre es así? ¿Todo el tiempo?
-Todo el tiempo -concluyó Reegan sonriendo.
Todos subieron al taxi y se dirigieron al hotel.
-¿Adónde vamos Rebecca? -preguntó Anette- ¿Al hotel Shelbourne? Hay tienen hermosas habitaciones.
-¡Mejor! -exclamó Jessie- ¡Vayamos al hotel Morrison! Tiene un pórtico hermoso y es hermoso.
Entonces los miró a todos con una sonrisa.
-De hecho... -dijo-... Yo tengo una idea más grande en mente... ¡El Castillo Clontarf!
-¡Perfecto! -exclamaron todos- ¡Vamos para allá!
-Sí que -comebntó Reegan impresionada- supiste elegir el lugar Rebecca.
-Gracias Reegan, y hay algo más.
Todos fueron con destino al Castillo Clontarf, el cual estaba en los suburbios de Dublín. Cuando llegaron allá, el botones cargó las maletas de todos mientras que Rebecca hablaba con el gerente.
-Lo siento señorita, no hay suficientes suites para ustedes, pero los podemos poner en cuartos separados.
-No creo que eso sea problema -afirmó Rebecca tranquila, luego sacó algo que parecía tarjeta de crédito-. Lo puede poner todo a nombre mío.
El gerente vio la tarjeta de Rebecca y quedó estupefacto con lo que decía.
-¡Oh, señorita Johnson! ¡Lo siento, no esperé que fuera usted! ¡Sí, recuerdo que su padre llamó y confirnó los detalles! ¡En seguida los llevaremos a la suite de los reyes!
-¡Muchas gracias señor O`Neill! -dijo Rebecca con una sonrisa.
-Y perdón por los inconvenientes.
-No se preocupe, le pudo pasar a cualquiera.
Todos fueron llevados a las suites reales; y cuando llegaron allá, todos quedaron impresionados.
-¡Asombroso! -exclamó Jessie- ¡Increíble! ¡No espere que esta fuera la suite real!
-¡Es maravillosa y grande! -dijo Anette sin contener la emoción, luego se lanzó hacia una de las camas.
-Me alegra que les guste chicos -dijo Rebecca-, siempre me gusta que todos estén felices.
-Gracias Rebecca -afirmó Mackey emocionado-. Eres la mejor prinma del mubdo.
-No es para tanto Mackey -confesó Rebecca ruborizada-, ahora será así: Nosotras nos quedaremos en una suite, y ustedes en la otra chicos, no se preocupen, tiene los mismos lujos y podrán la tele por cable cuando quieran.
-Así será Rebecca -afirmó Peter-, hoy será el descanso, mañana comenzaremos todos a proteger a Reegan.
-Muchas gracias chicos -concluyó la joven de Dublín.
Ya era muy tarde y cada quien estaba en su suite; entre tanto, las chicas (todas en pijamas) estaban riendo y molestando en la noche, contando chistes y comentando cosas de la vida.
-¿En serio Reegan? -preguntó Anette- ¿Te gustan los perritos muy peludos?
-Sí Anette -respondió Reegan-, son tan suavecitos y tan tiernos.
-Yo prefiero los perros altos -confesó Rebecca-, son leales y confían en sus amos.
-A mí -dijo Jessie-, me gustan los perros de ataque: los Doberman, los Pitbull, los Pastores Aleman. Todos son asombrosos.
-¿Alguna tiene un perrito? -preguntó Reegan.
-Yo sí -dijo Rebecca-, era un siberiano, y uno de mis mejores amigos cuando era pequeña.
-¿¡En serio?! -Reegan se emocionó- ¡Yo quiero conocerlo Rebecca!
-Pronto lo harás Reegan, no te preocupes. Por ahora te mostraré fotos de él
Todas le pidieron a Rebecca las fotos, pero de pronto vieron una credencial del Club Estudiantil de Música. Rebecca era su miembro honorífico. Reegan tuvo interés en esa tarjeta.
-¿Tocas instrumentos Rebecca? -preguntó.
-Solo uno -respondió Rebecca-, la gaita. ¿Quieren oírme?
La respuesta de todas fue afirmativa en poco tiempo; por eso, Rebecca reveló una gaita escosesa del siglo XVIII y empezó a tocar una bella melodía que cautivó los corazones de las chicas, así como produjo una satisfacción a los oídos de Reegan.
Una vez que Rebecca terminó, todas aplaudieron y felicitaron a su amiga.
-¡Muy bien Rebecca! -exclamó Jessie.
-¡Hermoso! -afirmó Anette.
-Sí -agregó Reegan-, tú tocas la gaita... Y yo toco el arpa.
-¿En verdad? -todas preguntaron al tiempo.
Reegan asintió con la cabeza, luego sacó el arpa de su mochila.
-El arpa, uno de mis instrumentos favoritos, es también el símbolo del escudo de Irlanda; yo he practicado con él desde que era una niña. Les mostraré.
Reegan estaba por tocar, pero no pudo porque todas las chicas escucharon un ruido muy fuerte; eso las asustó, por ello fueron a ver qué era.
-Tengan cuidado -afirmó Jessie- Viene de las ventanas.
Entonces Rebecca abrió las cortinas con mucho cuidado, mientras que Jessie abrió la ventana, el silencio y el ambiente eran factores que daban miedo; de repente oyeron unos gritos y vieron que dos chicos (de la edad de las chicas) chocó con las ventanas; todas pegaron un fuerte alarido que se oyó por el cuarto, pero luego se calmaron al notar que eran un par de negritos llamados Poncho y Concho, ambos iban en propulsores.
Poncho era un chico gordo, de cuello bajo, con pelo idéntico al de Jessie, pero con rizos notables; su cabeza era grande y tenía como 18 años de edad, tenía lentes en la frente (lentes extravagantes) y una túnica blanca, su imagen se parece a la de Kenan Rockmore (un personaje de Kenan & Kel, serie de comedia de Nickelodeon)
Concho era delgado, robusto y cuello largo; pelo corto y gorra de pescador, túnica blanca y tenis; su imagen es basada en Kel Kimble (el segundo personaje preincipal de Kenan & Kel)
Las chicas ayudaron a entrar a Poncho y Concho, cuando surgieron muchas interrogantes.
-Chicos -dijo Jessie- ¿Qué están haciendo?
-Entrar por la ventana Jessie -respondió Concho.
-No, no, no. ¿Qué hacen aquí en Dublín?
-¿Y por qué nos asustan de esa forma? -preguntó Rebecca molesta.
-Lo que pasa -dijo Poncho- es que supimos que estaban en peligro y decidimos ayudarles, fue mi instinto el que me dijo eso.
-¿Tú supiste eso? -preguntó Jessie.
-No -afirmó Concho-, realmente fue el comunicado de la Johnson Unlimited.
Por esa respuesta, Poncho le dio un coscorrón en la frente a Concho.
-¿Fue la empresa de mi padre? -preguntó Rebecca.
-Sip -respondió Poncho-, la Corporación Johnson Unlimited supo lo que pasó y nos mandó a ayudar, les trajimos muchos inventos que ustedes querran aprovechar.
-Ya veo -afirmó Anette-. ¿Pero quién les dijo que estábamos aquí?
-Fue Peter -respondió Poncho-, él dijo que podíamos entrar a su cuarto.
-¡Debí imaginarlo! -musitó Jessie- ¡Mi lindo hermanito fue el idiota que planeó esto! ¡Cuando venga, lo mataré!
-Yo también Jessie -afirmó Poncho-, pero ahora vengan, es muy importante que vean los inventos.
Jessie llamó a los chicos y el grupo de los seis se reunió con Poncho y Concho.
Ambos tenían una mochila y ahí tenían sus inventos.
-¡Nos alegra que estén aquí! -exclamó Poncho- ¡Queremos mostrarles unos regalos para todos ustedes!
-Para que se protejan -comentó Concho- de los abusivos.
Poncho sacó de las maleta algo que parecía un par de chacos japoneses (Nunchaku)
-Jessie -prosiguió-, esto es para ti: El Trionchaku; esta arma, diseñada por la Johnson Enterprise Unlimited, te permite pelear como toda una ninja, y además tienes tres funciones más: con las cuerdas, ambas sirven como enredadera y te sirven para trepar asombrosas alturas, puedes trepar hasta dos kilómetros; la segunda proviene del palo izquierdo: Aquí tú puedes disparar un cojín suave que derriba a tu oponente si està a menos de un metro de ti, pero si està bien cerca, el sensor de aproximación lanzará con más fuerza el objeto y mandará a tu rival a volar.
-¡Maravilloso!
-La tercera función es que el palo de la derecha tiene un robot que envía mensajes que puedes mandar a grandes distancias, sólo debes hablar por micrófono y todo sale por arte de ciencia.
-¡Dame! -exclamé Jessie emocionada.
Poncho le entregó el aparato a Jessie. Luego fue Rebecca y sacó un pequeño yo-yo.
-Para ti Rebecca, tenemos el "yo-yo no yo".
-¿Yo-yo no yo? -preguntó Rebecca.
-Sí -continuó Poncho-, este yo-yo tiene un hilo que se extiende hasta doscientos metros, puedes lanzarlo y manejarlo como si fuera una soga; él cuerpo es muy fuerte, todavía más que el diamante, y te sirve para defenderte; además puedes bajar información de él por medio de un cable que se conecta a tu computadora; posee la función de transformarse en robot que invade cualquier sistema informático y lo altera según tu gusto, cuando eso pase, la antena se activa y logra que tu computadora tenga acceso al programa del yo-yo para alterar el otro; también lo puedes lanzar como un yo-yo normal contra un malvado. Aquí tienes.
Rebecca estaba feliz de tenerlo, pero le causa curiosidad el nombre.
-Gracias Poncho -dijo Rebecca-. ¿Pero no pudiste inventar un nombre mejor?
-En realidad -comentó Concho-, se quedó dormido mientras hacía eso.
-¡Concho! -replicó Poncho molesto- ¿Quieres parar?
Ahora Poncho fue con Anette.
-Mira lo que tengo para ti Anette -Poncho sacó un pequeño bolígrafo-. "El Quimiligrafo" Este aparato tiene varias tintas, y cada una tiene un arma especial que puedes usar, desde un gas que adormece a una persona, hasta un palo tornasol, que te permite ver la estructura química de un líquido.
-No olvides el "Sensor de Venganza" -afirmó Concho.
-Gracias Concho -dijo Poncho.
-¿Qué es "Sensor de Venganza"? -preguntó Anette.
-Yo te lo diré -afirmó Concho-, es una pequeña máquina que te permite vengarte del que daña tu esfero, todo lo que tienes que hacer es hacer que el bolígrafo sea dañado por alguien y éste actúa por si solo. Observa.
Concho hizo que Concho rosara el bolígrafo con sus uñas, y el bolígrafo dijo: "¡No está permitido que me dañes, prepárate para la venganza!" Entonces el bolígrafo emitió una descarga que afectó a Poncho, la cual actúa según la fuerza del golpe de la persona que agredió el esfero.
-¡Gracias por lastimarme Concho! -exclamó Poncho.
-Por nada Poncho -respondió Concho sonriendo.
Anette recibió el bolígrafo y continuaron entregando los inventos. A Michael le entregaron una bolsa que contenía unas "Bombas de humo", las cuales explotaban cuando caían al suelo, soltando mucho humo; así mismo, le dieron una "Mega llave", la cual era mutable y podía abrir cualquier puerta, incluso tenía unos filos que permitían cortar cuerdas, sólo debe activar el aparato con la voz, por medio de un pequeño micrófono puesto en la oreja derecha que capta las ondas bucales. A Mackey le dieron un termo camuflado: este termo no tenía líquido, sino unas ruedas que se pegaban al zapato, por medio de goma, y los hacían ver como patines; el termo también disparaba una cuerda que se enredaba en los pies y tiraba al enemigo de Mackey, Concho lo llamó "un genuino aparato para el matón de la escuela", pero Mackey casí se vuelve matón con Concho. Finalmente a Peter... ¡Oh no! ¡Poncho y Concho tenían un problema terrible!
-¿Cómo que olvidaron mi aparato? -preguntó Peter decepcionado.
-Lo siento Peter -afirmó Poncho-, lo que pasa es que requiere de ciertos ajustes.
-¡Oh Poncho! -terció Concho- ¡Yo pensé que lo olvidaste en la base, como siempre ha pasado!
-¡Concho, cállate! -replicó Poncho- Bueno, espero que les guste los inventos que tienen amigos, ahora tenemos que irnos, el edificio de Johnson Enterprise Unlimited está muy cerca de aquí. Y Peter, te prometo que traeré tu aparato en tanto lo tenga listo.
-Estaré esperándolo -comentó Peter sonriendo.
-Adiós chicos -se despidieron Poncho y Concho.
Luego salieron por la ventana y usaron los propulsores de antes y se marcharon.
Después de eso, los chicos se quedaron viendo los inventos de la Johnson Enterprise Unlimited.
-Bueno amigos -comentó Jessie-, vamos a dormir, ya es muyb tarde, y mañana nos espera un camino muy largo.
-Tienes razón hermana, y yo...
De repente se apagaron todas la luces y todo quedó oscuro... En todo el hotel.
-¡Oigan! -exclamó Jessie- ¿Quién apagó la luz?
Sin percatarse de ello, notaron la presencia de unas espadas que cayeron del techo, las cuales se clavaron en el piso, pero... ¡No quedó nada! ¡Tras esa experiencia, no parecía haber signo de Peter o de sus amigos!
Por alguna razón, todos terminaron en cajas, habían siete cajas, y cada uno de los chicos estaba en ellas; todos vieron el lugar y notaron que era un parque muy popular en Irlanda.
-¡Stephen's Green! -exclamó Reegan.
-¿¡Qué!? -preguntó Peter sorprendido- ¿Estamos lejos del hotel?
-Eso me temo Peter -afirmó Reegan-, estamos en uno de los parques más importantes de Dublín.
-¿Pero cómo? -preguntó Rebecca.
-¡Yo los traje! -exclamó una voz que sólo Reegan pudo reconocer.
En ese momento, salió una nube de humo que permaneció ahí un rato; cuando se dispersó, apareció El Amo De Las Ilusiones en frente de ellos.
-¡Amo de las Ilusiones! -exclamó Reegan preocupada.
-Nos volvemos a ver joven Reegan O'Hara -comentó el mago-. Y me temo que ésta será la última vez. ¡Atrápen y aniquilen a esos chicos!
Los cuatro matones aparecieron detrás de ellos en medio del pasto
-¡Son los tipos -exclamó Michael- que nos persiguieron tras salir del aeropuerto!
y se lanzaron contra Peter y sus amigos. Jessie se puso en guardia y los enfrentó con puños y patadas de karate; en realidad, tuvo que lidiar con dos, le hubiera sido difícil si Rebecca no hubiera lanzado el yo-yo, de tal manera que éste, bien duro, golpeara en la cara a un villano.
El matón se desmayó mientras que Rebecca recibió el yo-yo en la mano.
-¡Vaya! -exclamó Rebecca sorprendida- ¡No pensé que mi nuevo yo-yo fuera así de útil! -luego se dirigió a Jessie- ¡Te cuidaré la espalda amiga!
Jessie levantó el pulgar en signo de alegría, pero luego se enfrentó al segundo matón con su karate y su taewondo.
Cada quien enfrentó a los matones como pudo, de hecho, Mackey y Peter estaban frente a frente con los otros matones; Mackey trató de lanzar un golpe al villano, pero éste, junto con el otro, se agachó y el golpe fue a parar a la cara de Peter.
-¡Mackey! -dijo Peter con tono ridículo- ¿De qué lado estás? Se supone que los golpees a ellos, no a mí.
-Lo siento Hamilton -respondió Mackey-, estos patanes se mueven muy rápido.
Mackey y Peter se enfrentaron nuevamente a los matones, intentando golpearlos, pero cada vez que hacían eso, terminaban golpeando al equivocado. (Peter golpeaba a Mackey, y viceversa)
Anette y Michael estaban solos, y ambos se ocupaban de...
-Anette, debemos hacer algo -comentó Michael.
-¿Crees que no lo sé? -contestó Anette con algo de dureza.
-Anette, ¿Dónde está...
-No lo sé, pensé que estaba contigo.
-No, yo pensé que... ¡Oh Dios!
-¡Reegan! -exclamaron al tiempo.
Por su parte, la joven irlandesa fue corriendo para salvarse de los matones del Amo de Las Ilusiones.
-¡No! ¡No! ¡No! -exclamó preocupada- ¡No quiero estar aquí! ¡Me largo de aquí!
Pero sus intentos de escapar fueron un fracaso, porque se topó con el Amo de Las Ilusiones; cuando chocó con él, cayó al piso y se golpeó, lastimándose el tobillo; trató de ponerse de pie, pero el dolor no se lo permitió.
Entretanto, el Amo de Las Ilusiones fue con ella, con mirada fría y calculadora.
-Odio tener que hacer esto -afirmó con voz impasible-, pero me temo que tendré que matar a una admiradora. No dejaré que me expongas.
El Amo de Las Ilusiones sacó, de su bastón, una filosa espada (practicamente, su bastón era una espada disfrazada de lo que lucía: un bastón). Reegan estaba muy asustada, pero su mirada fue insuficiente para conmover al Amo De Las Ilusiones, quien levantó la espada.
-¡Muere, jovencita!
Reegan lanzó un grito de miedo, y la espada fue arrojada con mucha fuerza, amenazando con matar a Reegan.

¿Acaso éste es el fin de Reegan? ¿O vendrá una ayuda dispuesta a salvarla? ¿Peter y sus amigos se salvarán de ésta?

Pronto sabremos las respuestas, de lo que está pasando en esta aventura aterradora.

Aquí se acaba "Leprechaun cap.3"
Datos del Cuento
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