~~En un vecindario oscuro, tenebroso, que nadie pasaba por allí. Habitaba en una pequeña casa el señor Richgood, un hombre que todos decían que estaba trastornado porque nunca salía de su casa, siempre se escuchaban gritos y no le gustaba que nadie, ni su propia familia lo visitase.

Un de catorce años pasó un día cualquiera por la calle de este señor, parecía que fuese nuevo por allí, ya que nadie se animaba ni a observar un poquito.

~~Estaba solo, viendo la nada que había por el lugar, hasta que de pronto pasó por delante del escondite de Richgood. Le llamó la atención, así que se dirigió hasta la puerta, llamó, pero nadie salió. Entonces cuando Leonardo se estaba yendo, se abrió la entrada al infierno, ya que la casa de repente tenía una boca grande, las ventanas eran los ojos y la alfombra era la lengua; parecía una persona.

Él empezó a correr, pero lo alcanzó y se lo tragó. Cuando llegó al interior del monstruo, se encontró con sus amigos, no se lo podía creer. Al instante Leo se levantó de su pesadilla, pero para él no fue solo un terrible sueño, si no que le hizo darse cuenta de que ya no debía preocuparse por la mudanza y que no pasaría nada por desprenderse de parte de su infancia. No podía quedarse y sus padres irse, tampoco quedarse con su abuelo; debía dejar que otro disfrutase del maravilloso lugar donde había crecido, y todos juntos marcharse a otro sitio.

Contento dijo para si mismo:

– Ya comprendí que no me pertenecía, ya no. Todo fue una vaga ilusión. Esta mágica casa no iba a ser siempre para mi. Y aparte podré conseguir nuevos amigos y hablar por teléfono con los antiguos y lejanos.

Después de reflexionar se acostó sintiéndose bien por haber entendido que siempre es mejor buscar cosas que estén más allá.