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Categoría: Infantiles

La viejecita...

Alguna vez un hombre vivía en una casa muy grande, donde inmensas habitaciones yacen frías y sin calor de hogar. Tiempo atrás, una familia integrada por tres niños, una devota esposa y un hombre grande y fuerte, solían ocupar las estancias de aquel hogar. Pero un día, toda esa felicidad, una malvada bruja vino a ensombrar. Era tal su envidia que un hechizo posó sobre el hogar, solo una lágrima de amor podría deshacer todo el poder del mal, cuatro miembros de la familia se convirtieron en estatuas de sal y año tras año aquel hombre, sentía aún más la soledad. Un día de otoño, una dulce viejecita toco a su puerta y dijo: -Mi querido hombre, tu sufrir he visto desde lejos y aquí me tienes para un consuelo poder brindar, es mi designio que tres de mis deseos has de cumplir y sin preguntar: -Primero cruzaras la Gran Muralla China, pero a un niño huérfano y desvalido has de llevar. Cerca de la casa con un orfanato pudo dar y eligió al niño más desvalido que por aquel lugar hubiese podido pasar, con ocho años suficientes para andar. Tras mucho papeleo logró convencer a las monjas para poderlo llevar. Por segundo deseo, un viaje alrededor del mundo harán, compartiendo buenos y no tan gratos momentos para consolidar una buena amistad. Puesto que el hombre bienes de fortuna poseía, la viejecita le convino hacer el viaje sin más vestiduras que sus ropas y calzados puediesen llevar. En su largo recorrido muchas personas lograron encontrar, pero aprendieron todo lo que sucede es lo mejor que puede pasar ya sea para bien o para mal. Después del mundo recorrer al orfanato han de volver, para cumplir con el ultimo designio: - donde comenzaron su recorrido el niño ha de volver. Triste fue aquel momento, tantas cosas compartidas, tantos kilómetros recorridos, tantas enseñanzas aprendidas habían dejado una profunda huella en ambos corazones, pero el deseo de la dulce vieja habría de cumplirse ya. Mientras el hombre caminaba de regreso a su hogar, una lágrima de amor brotó de una de las estatuas de sal y como por arte de magia, las cuatro estatuas volvieron a su forma original. Fue entonces que el hombre, grande y fuerte, al su casa entrar un gran rayo de luz iluminó su hogar y tras un gran ventanal un hada y un angel reían sin cesar de alegría y felicidad.
Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
  • Media: 5.7
  • Votos: 64
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
CECILIA
invitado-CECILIA 01-09-2007 00:00:00

Porque no sigues escribiendo? Animate, me gusta mucho como escribes. Gianni

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