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Categoría: Misterios

La mujer y el bebé en el sillón

Allí estaba nuevamente la mujer vestida de blanco con su pequeñ bebé. Se mecía, se mecía mientras su vista se perdía en el horizonte. Frente a ella el enorme can que no cesaba de aullar.

La noche estaba fría y las calles de la aldea estaban solitarias. Sólo el silencio era interrumpido por aquellos infernales aullido del enorme danée.

Nadie conocía a esa mujer, pues nunca la habían visto por la aldea, su presencia nunca estuvo presente en la iglesia, en las actividades, ni en las fiesta, Nadie jamás la vio caminar por la aldea. Era todo un misterio.

Sólo en las noches se veía en el balcón de la casa.La luz de la luna llena descubría su rostro pálido, su cabello laro, bien cuidado. a veces se escuchaba el llanto del bebé, llanto que estremecía.

El miedo se apoderó del vecindario y no fueron pocos los que tomaron la decisión de vender sus caas y se fueron de la la aldea. Cada vez más el pueblo se llenaba de interrogantes. ¿Por qué sólo salía al balcón en las noches?ºPor qué los aullido del can y los gritos del bebé?

La mujer permanecía inmutable, sólo se mecía y a veces miraba al pequeño que no paraba de llorar, de gritar desgarradoramente. ¿Por qué el enorme perro negro no paraba de gemir, de aullar, de llorar?

Fue tanto el terror que se adueñó del pueblo, que el alcalde organizó un comité de ciudadanos dirigidos por el cura y el ministro para hacer una visita a esta dama misteriosa.

Eran las dos de la tarde cuando llegaron al hogar. Se cansaron de tocar a la puerta. Buscaron la forma de ser escuchados, pero todo fue en vano.
Entonces el alcalde ordenó que forzaran la entrada Ya en el interior quedaron asombrados por la limpieza, la organización y el buen gusto de los que allí habitaban.

Luego de rebuscar toda la casa no encontraron a nadie. Un suave olor a incienso inundaba la casa. No encontraron ni a la mujer, ni al bebé ni al perro. Sólo vieron un enorme retrato de la mujer, su pequeño y el can.

Unos días más tarde el alcalde hizo gestiones con la policía. Cuando el alcalde se enfrentó a la población para informar sobre sus gestiones, sintió un nudo en su garganta. Titubeando pudo dar la información.

Aquella mujer se había suicidado hacia treinta años al encontrar que su bebé había sido destrozado por un gran danes.

Pasaron los días y la mujer vestida de blanco seguía meciéndose en su sillón con el bebé en sus brazos al ritmo de los aullidos del perro y el llanto del niño.
Datos del Cuento
  • Categoría: Misterios
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