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La erupción del Vesubio

Una de las pizzerías favoritas de Lorena era Vesubio. Un día, preguntándose por qué se llamaba así, decidió preguntar a una profe del colegio. Aunque todavía no les tocaba estudiar esta parte de la Historia, se lo explicó encantada. 

Le contó que el Vesubio es un volcán que corona la ciudad de Pompeya, muy cerca de Nápoles (Italia). En el año 79 d.C entró en erupción y descargó kilos y kilos de ceniza sobre los habitantes de aquella bella ciudad. No se sabe la fecha exacta, pero los historiadores creen que fue entre los meses de agosto y octubre. Más de 5.000 personas murieron al quedar enterradas por las cenizas que escupía el volcán Vesubio. 

Muchos habitantes de Pompeya habían empezado ya a ponerse nerviosos las semanas antes, porque se habían producido varios terremotos en la ciudad. Pero no se dieron cuenta de que en realidad se trataba de una señal de advertencia del volcán, que se estaba preparando para entrar en acción. Lo primero que vio la gente de la ciudad es que una enorme columna de humo subía desde la boca del volcán. Pensaron que era sólo eso, humo, porque ya había pasado más veces. Pero esa vez era diferente. La ciudad empezó a verse inundada por una mezcla de cenizas, lava y lluvia. Todo empezó a llenar las calzadas y callejuelas de Pompeya, a cubrir los tejados y a colarse por las ventanas y puertas de las casas. También cayeron los llamados lapilli, pequeñas piedras volcánicas de varios kilos de peso que empezaron a aplastar los tejados. La ciudad quedó también envuelta en vapores de azufre. No sólo Pompeya se vio afectada por el volcán. También sufrieron la furia del Vesubio las ciudades de Herculano y Estabia. 

La capa de cenizas que enterró las tres ciudades las mantuvo ocultas durante casi 17 siglos. Hasta el año 1738 Herculano no fue descubierta, cuando un granjero encontró uno de los edificios emergiendo de la tierra. 

En 1756, un grupo de exploradores y arqueólogos encontró la ciudad de Pompeya. Casi por arte de magia, casi todo de lo que formaba parte de la ciudad se mantuvo intacto bajo las cenizas que habían salido del Vesubio. Los investigadores encontraron pinturas, edificios, esculturas y objetos de la vida cotidiana de las personas. Lo más triste de todo es que también aparecieron los cuerpos de muchos pompeyanos, petrificados en la posición que tenían cuando el volcán entró en erupción. Hoy día, tras muchas décadas de excavaciones, la ciudad de Pompeya está desenterrada casi por completo y se puede visitar. Lorena ya lo tiene apuntado en su lista de viajes pendientes.

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