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La camisa del hombre feliz

La camisa del hombre feliz
Autor: José Luis García

(Las cortinas del teatro están cerradas, quedando oculto el escenario).
(Entran los dos Presentadores, uno es alto y delgado, y el otro bajo y regordete).
PRESENTADOR 1.-
Estamos en los tiempos de Carlota Castaña.
PRESENTADOR 2.-
En el País de los Alcornoques Felices.
P1.-
Donde reina Antipasto I, llamado el Grande.
P2.-
Es el más grande porque es el hombre más gordo del reino.
P1.-
Pero se ha puesto enfermo; malo, malísimo. Y el Consejero ha convocado a los mejores doctores del reino.
P1.-
Nosotros nos vamos, para no molestar a su majestad Antipasto I.
AMBOS.-
-¡El Grande!
(Salen ambos).
(Se abren las cortinas. En una cama, y tumbado en ella, está Antipasto I. Entran dos Doctores y el Consejero).
DOCTOR 1.-
No hay remedio a su mal.
DOCTOR 2.-
No ha servido nada de lo que hemos probado.
D1.-
El Rey se muere.
CONSEJERO.-
-¿Pero qué decís?
D2.-
Que la palma, que la casca; que se va a criar malvas.
REY.-
(Desde su cama, como en un sueño).
Nunca me han gustado las malvas.
D1.-
Nos vamos para no molestar.
D2.-
A su majestad, Antipasto I.
PRESENTADORES.-
(Que asoman por un extremo).
-¡El Grande!
(Salen los Presentadores y los Doctores).
CONSEJERO.-
Esto es un desastre.
(Entran los dos Presentadores).
P1.-
-¿Sabe usted que habla solo?
CONSEJERO.-
Es normal. El rey está peor cada día y ningún doctor haya solución.
P2.-
Anímese, que acaba de llegar un médico chino que todo lo sabe.
(Entra el Médico Chino y se dirige hacia el Consejero).
CHINO.-
(Trae consigo una gran aguja, con la que pincha al Consejero, que grita).
Este hombre está nervioso.
P1.-
(Que señala al Rey).
El enfermo es ese otro.
CHINO.-
Vaya… Pero ese tiene muy mala cara.
(Se acerca hasta la cama).
P2.-
Tengo la sensación de que esto no lo arregla ni el médico chino.
CHINO.-
(Pincha con la aguja en la cabeza del Rey, que no se queja).
Su mal no está en la cabeza. Tiene cabeza de madera.
P1.-
Como Pinocho.
CHINO.-
(Que pincha al Rey a la altura del corazón, y tampoco se queja).
Del corazón no es. Tiene corazón de corcho.
P2.-
Como mi abuelo.
CHINO.-
(Pincha al rey, y el enfermo grita como loco).
Su mal está en el estómago. Mucho ha comido y poco ha trabajado.
CONSEJERO.-
-¿Hay remedio?
CHINO.-
Que lo aten a un arado y que durante tres días tire de él, de sol a sol.
CONSEJERO.-
Eso es imposible. Él es el rey, Antipasto I.
PRESENTADORES.-
(Al mismo tiempo).
-¡El Grande!
CHINO.-
Entonces, debe seguir una dieta estricta, a base de verdura y algas de la China.
CONSEJERO.-
Eso también es imposible. Como rey, siempre debe ser “El Grande”.
CHINO.-
-¡Uhm!
(Vuelve a pinchar al Rey y su majestad vuelve a gritar).
Grita como cochino.
CONSEJERO.-
Muy limpio no ha sido nunca.
CHINO.-
-¡Uhm! Hay una solución. Debe llevar durante tres días la camisa de un hombre feliz. Sólo así sanará.
P1.-
-¿Un hombre feliz?
CONSEJERO.-
-¿Y dónde encontrarlo?
CHINO.-
-¿No es este el país de los Alcornoques Felices?
CONSEJERO.-
Eso es. Los alcornoques son felices, pero no sus habitantes.
P2.-
Es que el rey se ha comido la riqueza y la felicidad del país.
CHINO.-
No encuentro otra solución.
P1.-
Buscaremos al hombre feliz.
P2.-
Y lo traeremos, aunque no quiera.
(Salen ambos).
CHINO.-
Vaya… Antipasto I el Gordo.
CONSEJERO.-
El Grande, -¡es el Rey!
CHINO.-
Si no aparece esa camisa, lo será por poco tiempo.
P1.-
(Que entra).
Lo hemos encontrado.
CHINO.-
-¿Al hombre feliz?
CONSEJERO.-
-¿Dónde lo habéis encontrado?
(Entran el Presentador 2 y el Hombre Feliz, que viene cubierto con una manta).
FELIZ.-
Vivo en una cueva.
CONSEJERO.-
-¿Cómo puedes ser feliz si vives en una cueva?
FELIZ.-
Porque no deseo otra ni temo perder en la que vivo.
CONSEJERO.-
-¿Pero dónde encuentras tu felicidad?
FELIZ.-
Dentro de mí mismo.
CONSEJERO.-
-¡Venga esa camisa!
P1.-
Hay un ligero problema.
(Quita la manta que cubre al Hombre Feliz y vemos que éste no tiene camisa).
CONSEJERO.-
-¡Válgame el cielo!
(Durante un instante, todos miran al hombre sin camisa).
CHINO.-
Veo una solución…
CONSEJERO.-
-¡Habla!
CHINO.-
El Hombre Feliz puede ser el nuevo rey del País de los Alcornoques Felices. -¿Qué mejor rey que aquel que ha encontrado la felicidad dentro de sí mismo?
CONSEJERO.-
-¿Y Antipasto?
CHINO.-
Dejará de ser rey, y en lugar de grande, será gordo y entonces podrá hacer dieta.
P2.-
Ganamos todos.
FELIZ.-
Pero yo no deseo ser rey.
P1.-
-¿Ni siquiera para hacer feliz a un pueblo infeliz?
FELIZ.-
En tal caso, sí quiero.
CONSEJERO.-
Debo preparar la coronación.
(Sale acompañado del Hombre Feliz).
CHINO.-
Y yo la dieta de Antipasto.
(Sale).
P1.-
Y así acaba este cuento sobre la felicidad.
P2.-
Y es que la felicidad aparece donde menos esperamos encontrarla.
(Salen ambos. Se cierran las cortinas).

FIN

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