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La bailadora del maligno

Marielena era secretaria en una oficina de gobierno, que ese fin de semana decidió romperá la rutina y acudir con sus amigas a los salones de baile. Apenas entraron, algunas miradas indiscretas voltearon hacia ellas, pues Marielena resaltaba entre el grupo por su belleza. Así que algunos pretendientes se acercaron de inmediato para invitarla a bailar, pero ella se negó una y otra vez.

Tiempo después, apareció entre la gente un hombre elegantemente vestido con traje oscuro y corbata de seda, se distinguía entre los demás. El sujeto iba solo y sonreía, lucia sus accesorios de oro, por lo que de inmediato varias jóvenes supusieron que se trataba de algún hombre rico en busca de pareja. El recién llegado barrió el sitio con la mirada, hasta encontrar a Marielena, y enseguida se dirigió a ella para invitarla a bailar, la muchacha esta vez no se negó.

Pero notó con extrañeza, que el sujeto usaba guantes y presa de la curiosidad le preguntó: – ¿por qué usa guantes en este clima tan caluroso? -, – es para no dañar su piel de terciopelo señorita… –respondió el tipo con cierta malicia. Aquel piropo había halagado la vanidad de la joven, que sonreía contenta mientras sus amigas le miraban con envidia.

Pasaron toda la noche bailando, hasta que llegó la hora de marcharse pues el lugar estaba por cerrar. Fue en aquellos tiempos en los que la gente caminaba a todos lados, así que el hombre se ofreció a acompañarlas para protegerlas de cualquier percance. Las chicas aceptaron, y poco antes de llegar a sus casas, el caballero se detuvo de súbito, sujetando a Marielena; el resto del grupo siguió su camino para no interrumpir el romance. Él se disculpó por marcharse argumentando que debía atender un asunto urgente. Ella lo miró a los ojos y adivinó en su rostro algo inusual, mientras el espacio se fue cubriendo de neblina, haciendo la noche más pesada. Él se quitó los guantes para apretar a la joven entre los brazos y robarle un beso.

Marielena se encontraba aturdida, como si hubiera despertado de un pesado sueño, ni si quiera pudo darse cuenta cuando su galán desapareció inexplicablemente en la penumbra, sin dejar rastro. Asustada corrió al encuentro de sus amigas, quienes impacientes le hacían preguntas sobre el enigmático personaje, pero les comentó que se sentía un poco mareada.

Al oír esto, un velador que caminaba a poca distancia se acercó al grupo, para ofrecer su ayuda, iluminando con una lámpara el rostro de Marielena, quien estaba a punto de desfallecer. Se dieron cuenta que en sus labios, manos, espalda y hombros aparecían huellas de sangre, como si le hubieran desgarrado su piel con uñas afiladas. Fueron entonces al sitio donde ella se despidió del extraño sujeto, ahí había un montón de ropa negra y unos guantes. Cuando removieron las prendas percibieron en el ambiente un inconfundible olor a azufre, además localizaron una pata de gallo con algunas plumas chamuscadas.

Horas más tarde la noticia corrió de boca en boca. Se hablaba de apariciones diabólicas y la chica que bailó con el demonio, quienes la conocieron, dejaron de llamarla Marielena y le decían entonces, “La bailadora del Maligno”.

Datos del Cuento
  • Categoría: Terror
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