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Categoría: Misterios

La apuesta

Miró el reloj. Las dos y cuarto. Echó un rápido vistazo a los monitores y se levantó de la silla. Al rodear el mostrador de la recepción tuvo cuidado de no pisar el cadáver. Su mirada se clavó en la anteriormente inmaculada pared.
-A Rosi no le va a gustar tener que limpiar eso mañana.-
La pared, antes blanca, aparecía salpicada de sangre y restos de masa encefálica. Parecía un cuadro de arte moderno. Nunca le interesó el arte, pero esa composición de rojos y grises sobre fondo blanco le pareció agradable, incluso bonita.
Sacó un paquete de Marlboro del bolsillo de su camisa y encendió un cigarrillo con parsimonia. Aspiró el humo con deleite, y se quedó mirando el cuerpo. Se había desplomado como un saco. Parecía una marioneta a la que se le hubieran cortado los hilos. Estaba boca arriba, con la cabeza ladeada hacia la derecha y las piernas dobladas en una posición antinatural. Tenía la boca abierta y los ojos reflejaban sorpresa.
-Te llevaste un buen susto, ¿eh?- dijo mientras volvía a dar otra calada a su cigarrillo. Se dio la vuelta y abrió la puerta que daba al exterior. Se quedó mirando las estrellas.
-¿Sabes una cosa, Miguel? – habló serenamente a la noche - Nunca me gustaste. Siempre tan prepotente, apostando con todos a que tenías razón. Siempre fanfarroneando de que tenías razón.....
Hizo una pausa y se giró bruscamente encarándose con el cuerpo de Miguel.
-¡Pero conmigo te equivocaste!-gritó con furia-¡Mi mujer no me dejó por mi culpa! ¡Era una maldita puta!
Se llevó el cigarrillo a la boca para intentar calmar su estado de alteración. Dio un par de caladas más y lo tiró por la puerta abierta a la calle. Ahora estaba más relajado. Se acercó al cadáver y se arrodilló junto a él.
Observó el orificio de bala que tenía en la sien. Esperaba que hubiera más sangre, pero apenas le corría un hilillo por la frente. Casi toda había salido por el orificio de salida de la bala. La pared y el charco que rodeaba la cabeza así lo corroboraban. Acercó su mano he introdujo un dedo por el agujero. Toco algo viscoso, caliente y húmedo. Sacó el dedo y se lo miró. Tenía restos de sangre y cerebro. Sintió asco. Se incorporó rápidamente y sacó un pañuelo para limpiarse.
-Bueno Miguel-dijo mientras se limpiaba el dedo- Creo que has ganado la apuesta.
Dejo el pañuelo sobre el mostrador y sacó un billete de 10 euros de la cartera. Se agachó y los metió en el bolsillo de la camisa de Miguel.
-Vaya-se dijo-siempre creí que por el agujero de un calibre 38 no cabría un dedo.....
Sacó su revolver de la cartuchera, aún caliente, y lo observó detenidamente....
Alberto D.
Datos del Cuento
  • Autor: Alberto D.
  • Código: 5175
  • Fecha: 07-11-2003
  • Categoría: Misterios
  • Media: 5.86
  • Votos: 37
  • Envios: 1
  • Lecturas: 1776
  • Valoración:
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