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La Ultima Guerra. Cap. 2

2
Situación: primer ataque

—Hola Jasna—saludó el padre de la chica cuando ésta entró a la casa.
—Hola—le dijo y le dio a su padre el habitual beso.
—¿Qué tal tu día de clases?
—Estupendo: me uní al taller de música y todo estuvo de maravilla.
—¿Y las tareas?
—Todo perfecto
Pasó el resto del día haciendo sus tareas y practicando un poco con el piano. Después llegó la hora de la cena (preparada por Joshua) y, después de eso y de una alegre conversación, se fue a su cuarto.
Jasna comenzó a buscar en su armario una pequeña caja forrada de terciopelo azul. Dentro había una especie de guante que, en lugar de tener las respectivas zonas para introducir los dedos, tenía dos argollas para meter los dedos medio y pulgar. Era de una finísima seda blanca; en la parte superior tenía un zafiro tallado en forma de lágrima y el borde de la muñeca estaba bordado con un fino hilo de oro: era su posesión más preciada. Junto con el guante había un colgante de plata fina en forma de lágrima, que en el centro tenía un pequeñísimo trozo de zafiro.
A la mañana siguiente se dirigió a la escuela un poco más tarde que el día anterior pero en su mochila llevaba el guante de seda. Sabía que aquel objeto de seguro les resultaría extraño a sus compañeros... pero tenía un presentimiento que tenía que ver con el guante.
La primera clase fue la del señor Osment, quien les pedía al azar que pasaran y dieran una explicación acerca de lo que llevaban y por qué era tan importante para ellos. Jasna esperó con cierto nerviosismo su turno; los alumnos llevaban una infinidad de objetos que eran un poco extraños (flores secas, tarjetas, fotografías, etc.).
—Jasna, es tu turno—le indicó el profesor. Jasna se puso de pie y fue hasta el escritorio, puso la caja en éste y sacó el guante. Hubo algunos “¡Ohhh!” Y Daniel se irguió de manera repentina.
—Bueno... esto es una especie de guante que ha estado en la familia por bastantes siglos, en realidad no sé cómo es que se ha mantenido en tan buen estado... pero creo que eso no es lo importante.
—¿Por qué es tan importante para ti?
Jasna tragó saliva y meditó muy bien sus próximas palabras... después habló.
—Porque fue el último regalo de mi madre.
—¿Dónde está ella?—preguntó el profesor y Jasna sintió que le oprimían el estómago.
—Ella murió hace unos meses.
—¿Y cuál es el uso que le das al guante?
—Pues casi siempre está guardado en mi armario y creo que no tiene un uso en específico, es solamente una especie de recuerdo para mi.
¡Mentira! El guante era algo realmente poderoso... pero sabía que si se ponía a explicar su uso todos sus compañeros comenzarían a hacerle preguntas extrañas al especto y hasta se asustarían, así que mejor permaneció callada.
—Bueno... siéntate.
Después fue el turno de unos cuantos alumnos más, los cuales llevaban cosas que no eran muy usuales (uno llevaba algo que parecía una cola de buey). Jasna intentaba poner atención pero no podía mantener la vista fija al frente, sino que inevitablemente se dirigía a Daniel, como si el muchacho tuviera un imán en la espalda.
—Este ejercicio que acabamos de realizar—explicó el profesor a la clase—fue con el fin de que todos sepamos un poco más de las personas que nos rodean... saben que para cada uno de nosotros hay ciertas cosas que consideramos importantes por muchos motivos: ya sea porque las ganamos nosotros mismos o porque fue el último regalo de un ser querido—Jasna agachó la cabeza para evitar las miradas
—Profesor—preguntó Kashmira—¿Qué es lo más preciado para usted?
—¿para mi?... sin duda los días en que no tengo que lidiar con adolescentes fastidiosos como los que son ustedes.—Explicó el profesor y todos rieron ante la picardía del maestro—Y les tengo buenas noticias: la siguiente clase es libre, así que salgan a desmadrarse por el patio y disfruten todo lo que puedan.
Sin perder tiempo, los alumnos salieron del salón. Cuando Jasna iba cerca de la puerta, una mano la tomó del brazo.
—Necesito hablar contigo ahora mismo—le ordenó Daniel y la jaló del brazo por todo lo largo del pasillo hasta que Daniel encontró una puerta que abrió y, después de que los dos chicos pasaron por ella, la cerró con suavidad. El espacio era reducido dado que se trataba de un armario para las escobas, y después que Daniel encendió un foco que oscilaba sobe sus cabezas, miró a la chica directamente a los ojos.
—¿Qué pasa?—le pregunto Jasna al muchacho
—El guante... sabes para qué sirve ¿verdad?
—Claro, pero no esperabas que le dijera a toda la clase su uso ¿o si?.
—Dime todo lo que sepas de él
—Bueno, es el guante de Cahmil, creado en un país llamado Usthardir que no tiene nada que ver con la Tierra. Fue creado junto con los guantes de Gea, Roniel, Lhariem y Taube para intentar contrarrestar la magia del guante de la oscuridad; no se sabe a ciencia cierta como llegaron a nuestro mundo Los guantes encierran dentro de ellos una de las magias más antiguas jamás conocidas y que sólo pueden ser utilizados por los herederos inmediatos de sus creadores... los cuales son capaces de controlar la magia que corre por sus venas y que a la vez está encerrada en el guante y que si me explicas de una vez por todas a qué viene que te esté contando todo esto me ahorrarías mucha saliva desperdiciada inútilmente.
—Yo también tengo un guante—dijo Daniel—Gea, ¿cómo eres con la espada?
—Solía tomar clases de esgrima en Zagreb
—¿Y la magia?
—Trabajo en ello arduamente—dijo Jasna.
—Supongo que nos seguiremos viendo de hoy en delante—dijo Daniel—permanece alerta.
Daniel salió del armario y dejó a Jasna parada como idiota. Después la muchacha apagó el foco, salió del lugar también y caminó a lo largo del pasillo; el más grande secreto que jamás podía haber guardado era la existencia de que ella era la heredera de un príncipe de un antiguo país y ahora estaba inevitablemente destinada a ser guerrera. Su madre había sido guerrera también...y le contaba que “Cuando un guante se unía a otro, varios demonios llegarán a la Tierra y será el deber de los guerreros elegidos el combatirlos. Cuando todos los guantes estén unidos y fuera derrotado el último y segundo demonio más fuerte, se abriría el camino al país de Usthardir... donde tendrían que recorrer los tres jardines del Cáscator hasta llegar al lugar donde el fin comienza y las magia más terrible de todas dará inicio a la destrucción del mundo hasta que el único heredero de Ormuz evite el desastre y arranque de las manos de la oscuridad al mundo”... o al menos eso era lo que decía la leyenda que había logrado aterrorizar a Jasna hasta la médula.
Y, después de tres días, el primer ataque se cumplió: Jasna estaba en su alcoba, eran casi las 2 de la madrugada y estaba sentada en el alfeizar de la ventana, viendo las hojas del árbol más cercano mecerse con la brisa húmeda cuando sintió como si un pequeño rayo de energía le fluyera a través de la espina dorsal. Jasna se puso el guante en la mano derecha y, saltando por la ventana, se encaramó al tronco del árbol. Bajó ágilmente por entre las ramas y, después de que se cayó sobre unos arbustos, hizo que un gato gritara que salió corriendo hasta chocar con un cubo de basura, se puso difícilmente de pie.
—Tunika—dijo en voz baja.
Una luz de color azul eléctrico rodeó el cuerpo de Jasna y, casi inmediatamente, una túnica de color azul oscuro, casi negro, apareció cubriéndole casi todo el cuerpo y, con la capucha, gran parte de la cara de modo que era imposible saber quién caminaba por la calle a esas horas.
Jasna avanzaba con paso rápido por las desoladas calles. Dobló a la izquierda después de tres calles y siguió derecho, llegó a un parque y se introdujo entre unos arbustos. Sabía que el demonio aparecería allá puesto que su energía se hacía más fuerte en aquel lugar.
—Schwert—susurró y un nuevo haz de luz le envolvió, esta vez, solamente la mano derecha, donde apareció una larga y brillante espada.
Jasna siguió escabulléndose entre los arbustos buscando alguna señal fuera de lo normal. La muchacha comenzó a caminar hacia atrás para cuidar que nada sucediera en los lugares que ya había registrado pero entonces se topó con algo. Se dio media vuelta rápidamente y bloqueó con la espada un repentino ataque de.... ¿otra espada?
—¡Daniel!—le gritó conmocionada al muchacho que le bloqueaba el ataque.
—¿Cuánto tiempo tienes aquí?—le preguntó
—Siempre con tus preguntas....
—¡Cuanto tiempo!
—Esta bien... no te enojes: cerca de 15 minutos
—¿No ha aparecido nada?
—Si: tu
—Algo más
—Si, ya que lo dices: estoy viendo a algo que parece un lobo... pero más horroroso.
Daniel se giró y vio al primer demonio: Div. Era horroroso, tenía facciones de lobo y el cuerpo cubierto de un espeso pelo gris. Caminaba a dos patas y rugía enfadado enseñando una fila de filosos colmillos amarillentos que hacían juego con las garras que agitaba en el aire. Jasna y Daniel comenzaron a correr hacia Div para atacarle y así comenzó una agotante pelea.
Div era muy fuerte y podía mandar a volar por los aires a cualquiera que se le pusiera enfrente; pero no era muy veloz... con lo que le sacaron partido Jasna y Daniel. Era increíble ver a Daniel pelear: era muy ágil y rápido... logró tocar un par de veces a Div con la espada... pero jamás a herirlo gravemente. Por su parte, Jasna había recibido dos cortes en la pierna izquierda y había sido sacada momentáneamente de combate.
—¡VETE!—le gritó Daniel en un momento en el que no estaba tan ocupado peleando
—¡No, es mejor dos contra uno!—le respondió Jasna
—¡Vete, yo lo haré solo!
Jasna sintió que la sangre comenzaba a hervirle por dentro, Daniel le estaba diciendo que era torpe... eso era: que era torpe y no podía pelear.
—Está bien...—dijo en voz baja—...me largo. ¡Regresa!
La espada que tenía en su mano se volvió un haz de luz que entró al zafiro y se quedó con la mano libre. Jasna se dio media vuelta y, justo entonces, Daniel le cortó la cabeza a Div... pero Jasna no se volvió para mirar como estaba, al contrario: siguió su camino de regreso a su casa y no miró hacia atrás en ningún momento, estaba muy dolida.
Cuando Jasna regresó, la casa se hallaba completamente en silencio, eran las tres de la mañana y lo único que se oía dentro era el crujir de la madera del piso cuando Jasna caminaba de un lado a otro.
—Regresa—dijo en voz baja y la túnica que la cubría en ese momento desapareció en el zafiro del guante, tal como la espada lo había hecho. Jasna se quedó despierta unos minutos más... era imposible dormir con la voz de Daniel retumbando en su cabeza; cerró los ojos por un momento y, al pensar el los ojos grises de Ian y su dulce mirada, se tranquilizó y se durmió en unos cuantos minutos más.
La siguiente mañana estaba despejada y limpia. El sol brillaba sobre las cabezas de las personas que madrugaban y calentaba el asfalto de las calles de la ciudad..
—Buenos días, papá—le dijo Jasna a su padre cuando entró a la cocina y le dio el clásico beso en los labios—¿Por qué te has puesto la ropa que llevas al trabajo?
—¿Esto? ¡Ah! Bueno, yo le di cita a un paciente un poco más temprano de lo habitual—le contestó a Jasna—Es un tartamudo que tiene problemas en su trabajo—se apresuró a añadir cuando miró la clara expresión de incomprensión en la cara de su hija.
—Nada malo entonces...
—No
—¿Dónde está Joshua?
—Sigue durmiendo. Se quedó hasta tarde terminando la tarea de la universidad. ¡Ah! Hablando del Rey de Roma.
Joshua iba entrando en la cocina: llevaba puesto el pijama, el pelo estaba revuelto y los ojos tenían ojeras.
—¿Mala noche?—preguntó Jasna
—Ni qué lo digas—le contestó el hermano a medio dormir—Tenía poco tiempo de haberme acostado cuando un gato pegó el grito en el cielo y salió corriendo hasta que chocó contra los cubos basura produciendo un gran escándalo... me asusté tanto que estuve una hora despierto después de eso—Joshua bostezó sin disimulo y Jasna sintió que se ponía colorada—Y Armand viene en cinco minutos a recogerme.
—¿Quién es Armand?—le preguntó Jasna a Joshua.
—Ejudafigodefaesjueha—le contestó Joshua en medio de un bostezo, Jasna derramó el jugo de naranja que tenía en la boca y soltó una carcajada
—¿Perdón?—dijo su padre sin sonreír y mirando severamente al muchacho
—Es un amigo de la escuela—volvió a decir Joshua, comió a toda prisa un par de huevos que su padre le había servido y salió a su cuarto como alma que lleva el diablo. Un minuto después bajó de nuevo bien vestido y peinado para irse a clases.
Jasna terminó también de comer y subió por su mochila y, por si las dudas, echó el guante de Cahmil en un bolsillo lateral. Mientras se estaba lavando los dientes, el timbre de la casa sonó y se escuchó la voz de Joshua diciendo:
—Pasa, Armand. ¿Te provoca algo?
—No gracias—le contestó Armand—pero provecho.
Jasna tomó la mochila y se la echó al hombro, salió de la habitación y bajó las escaleras de madera lo más rápido que pudo: no quería quedarse sin conocer al amigo de su hermano. La chica entró a la sala sin aliento y, después de respirar varias veces, entró a la cocina con disimulada calma.
—Esta es mi hermana Jasna—le dijo Joshua a Armand.
—Mucho gusto, Jasna.—dijo este último. Jasna se volvió sobre sus talones y miró a Armand
—El gusto es mío—dijo la muchacha y el aire se le fue al ver al amigo de su hermano.
Armand era un chico fornido que medía aproximadamente 1.80m. su cabello castaño hacía juego con sus ojos almendrados y la piel lucía muy morena en contraste con la de Joshua, que era casi blanca. Armand sonrió a Jasna y ésta, aún sin aire ante al guapo chico, le devolvió la sonrisa torpemente.
—Bueno... tengo que irme a la escuela—dijo Jasna—fue un placer, Armand.
—¿Por qué no te vas con nosotros?—le preguntó Armand—ambas escuelas quedan para el mismo rumbo y podemos acompañarte unas cuantas cuadras.
—No creo que sea buena idea—agregó Joshua mirando con desdén a Jasna—además, va retrasada ¿No es así?
—Si—contestó Jasna mientras le mandaba a Joshua la mirada más asesina que había estado reservando para Daniel pero que la ocasión ameritaba regalársela a su hermano—pero gracias.
Jasna decidió salir por la puerta principal de su casa y no por la cocina como solía hacerlo normalmente, pero se detuvo en la sala fingiendo revisar algo en su mochila y llamó a Joshua. El muchacho acudió corriendo al llamado de su hermana.
—¿Qué quieres?—preguntó con aire despectivo
—Tu amigo es guapo—dijo Jasna y, echándose nuevamente la mochila al hombro, salió de la casa con una enorme sonrisa en su rostro.

La escuela estaba un poco más llena de estudiantes que el día en que Jasna había llegado por primera vez. Los estudiantes subían y bajaban por las escaleras, algunos platicaban en el patio y se contaban los últimos rumores acerca de las parejas de la escuela. Jasna no perdió tiempo y se fue directamente a su salón: dentro solo estaba Mariane.
—Hola Jasna—le saludó la muchacha
—Hola ¿qué haces?—le preguntó Jasna a su amiga que tenía un cuaderno sobre el pupitre.
—Nada, estaba revisando algunas letras de canciones para lo del coro—dijo Mariane y después miró a Jasna—¿Por qué vienes tan sonriente?.
Jasna se sentó en el pupitre al lado de Mariane y se acercó a la chica para contarle en voz baja que había conocido a un chico muy guapo que era amigo de su hermano.
—¿Cómo es tu hermano?—preguntó Mariane.
Jasna sacó de su mochila una fotografía donde aparecía ella con Joshua y se la mostró a Mariane. La muchacha sonrió y después de contemplar un rato la fotografía, se la regresó a Jasna.
—Tu hermano también es guapo.
—No lo dices en serio ¿verdad?
Daniel entró pocos minutos después; detrás iban los mellizos Mihael y Kashmira, seguidos de Ian y un montón de chicas que cuchicheaban a sus espaldas y que era muy claro hablaban del guapo chico. Unos metros más atrás entró el profesor Adams:
—Dejen de hacer lo que estén haciendo. Quiero sus cinco sentidos -seis las mujeres- acá al frente—les dijo severamente—no se me distraigan con nada... esto es muy complicado.
Todos se enderezaron en sus sillas y el profesor prosiguió a explicar un problema sumamente difícil. Jasna, al igual que unos cuantos alumnos más, no entendía nada.
—Y esto—dijo el profesor después de media hora de darle vueltas al problema y dejar a todo el mundo mareado—es lo que se hace con este tipo de problemas... es la manera más sencilla de resolverlos.
—No quiero ni saber como es la difícil—le dijo Jasna a Mariane, ambas se rieron por lo bajo.
—¿Alguien tiene dudas?—cuestionó Adams a sus alumnos. Kashmira levantó la mano.
—¿Puede explicar la parte del inicio?
—Si, y la de en medio también—agregó su hermano Mihael
—Y el final, si no es mucha molestia—dijo Ronald. Todos los estudiantes se rieron. El profesor suspiró.
—Veo que no entendieron nada...bueno, quedan 10 minutos: salgan y descansen. Mañana veremos la teoría y luego seguiremos paso por paso.
El profesor Adams metió todos sus libros en su maletín y salió del salón mientras que todos los alumnos salían detrás de el, dejando el salón casi vacío en una fracción de segundo. Ian, Kashmira y Mihael se acercaron a Jasna y Mariane y comenzaron a conversar un poco.
—Te juro—le dijo Jasna a Kashmira—que te veo hecha una “x”
—¡No me digas!—dijo Kashmira con fingida sorpresa—y pensaba que yo era la loca al verte a ti hecha una ecuación.
—Al menos aprendí una cosa—terció Mihael, todos se volvieron a mirarlo, sorprendidos—jamás voy a estudiar nada que tenga que ver con eso.
—Si...—admitió Ian—deberíamos matar clase mañana. Adams es muy bueno para perderse del tema principal: sólo háganle muchas preguntas y la emoción se apodera de él. ¡Siempre funciona!.
—No—negó Mihael—ya nos agarró el juego, acuérdate: Christian quiso matar clase... le mandó dobles deberes.
Todos suspiraron, frustrados.
—¡Genial!—exclamó de pronto Kashmira—ahí viene Daniel
—¿Qué tiene de malo?—les preguntó Jasna
—Es un pesado—murmuró Mihael
—Arrogante—añadió Kashmira
—E impertinente—terció Ian
—Es muy extraño—comentó Mariane
—Y sus padres son millonarios: nunca nos ha querido decir en que trabajan pero tienen un muy buen empleo—aseguró Ian
—¡Y deberías ver su casa! Es una hermosa mansión que queda a unas tres calles del parque Butterfly—Kashmira se veía muy entusiasmada.
—Yo vivo a unas cuadras del parque Butterfly—dijo Jasna, recordando que su hermano una vez le había mencionado dicho parque y además le dijo que estaba cercas de su casa.
—Jasna—le dijo Daniel a la muchacha que estaba a pocos metros de distancia—quiero hablar contigo.
Jasna intercambió miradas de desconcierto con sus amigos y se fue detrás de Daniel hasta un lugar donde no podían oírlos.
—Quiero disculparme—le dijo Daniel a Jasna—por lo de anoche... creo que me dejé llevar por...
—¿El hecho de que tu eres más fuerte, más hábil y más feroz con la magia que yo?—interrumpió Jasna.
—No exactamente... creo que se me disparó el resorte que tengo entre la boca y la pata—dijo Daniel—o mejor dicho: abrí la boca y metí la pata.
—Pues para que eso no suceda nuevamente será mejor que tu sigas con lo tuyo y yo con lo mío.
—¿Quieres decir que no quieres mi ayuda?
—Si.
Jasna se dio media vuelta con furia y regresó al lado de sus amigos, se sentó en su pupitre y se limitó a observar detenidamente la superficie blanca de su asiento.
—¿Qué quería? Te ves enojada—le dijo Ian
—No te incumbe—respondió Jasna casi sin pensarlo.
Ian arqueó las cejas y miró a Jasna unos instantes, después sonó la campana y él se dirigió a su asiento que estaba lejos de Jasna.
El resto de las clases, Ian no le dirigió la mirada a Jasna ni por error: en música se negó a practicar para la navidad, en francés no quiso hacer equipo con la chica para una práctica y en gimnasia provocó que Jasna se fuera de boca al correr detrás de él (cosa que Ian hizo a propósito).
Al terminar las clases, Jasna decidió pedirle disculpas a Ian por haberle contestado tan grosera cuando le preguntó qué sucedía con Daniel, pero aún cuando lo llamó, el muchacho siguió caminando sin siquiera voltearse a ver qué era lo que Jasna quería hablar con él. Dándose por vencida, Jasna se reunió nuevamente con Mariane y juntas comenzaron a caminar hacia sus respectivas casas.
—¿Qué sucedió?—preguntó Mariane al ver la cara de decepción de Jasna.
—Intenté pedirle disculpas pero me ignoró olímpicamente—le contestó Jasna con amargura.
—Ian suele ser muy rencoroso en ocasiones: una vez, Amanda le dio en la cara con el balón de fútbol... no se hablaron en casi dos meses hasta que ella técnicamente lo secuestró a la salida de la escuela y lo obligó a que la escuchara pidiéndole perdón.
—¡Qué lindo apoyo me das!—dijo Jasna con sarcasmo.
—Ya verás que todo sale bien—la alentó Mariane—ahora, yo tengo que irme por aquí.
Mariane se despidió de Jasna y dio vuelta hacia la izquierda mientras que Jasna siguió derecho el camino. Poco más delante se encontró con un pequeño gato blanco de pelaje largo y fino que estaba posado sobre unos cubos de basura; Jasna se acercó y le acarició la cabeza, después siguió su camino.
Cuando llegó a su casa, Jasna se detuvo frente a la puerta para busca en su mochila las llaves y entones sintió que algo le rozaba las piernas, cuando miró hacia abajo se dio cuenta de que el gato blanco que había acariciado se restregaba en sus pantorrillas y ronroneaba cariñosamente.
—¿me has seguido hasta aquí?—preguntó Jasna al gato al mismo tiempo que lo alzaba del piso y miraba un collar plateado que tenía en su cuello—Luka... lindo nombre ¿Tienes hambre?
Jasna entró con el gato en brazos a su casa y cerró la puerta detrás de ella. Avisó que estaba en casa pero nadie le contestó, así que lanzó la mochila al sofá y caminó hacia la cocina para buscar un poco de leche. Después la puso en un plato y acercó al minino, quien ronroneó agradecido y comenzó a beber.
El timbre sonó entonces y Jasna fue a abrir la puerta, encontrándose con la cara sonriente de su padre.
—Hola, Jas—dijo su papá y besó a Jasna—Perdí mis llaves ¿las has visto?
—No, acabo de llegar.
El padre de la muchacha fue directamente a la cocina y Jasna se encargó de cerrar la puerta... y los ojos, cuando su padre dio el grito en el cielo.
—¡Jasna Marie Doric!—gritó su padre muy irritado.
Jasna hizo una mueca de dolor al escuchar su nombre completo, sabía que si su papá se atrevía a pronunciarlo todo era porque ya estaba dispuesto a decapitar a Jasna.
—¿Si, papá?
Jasna fue a la cocina con el corazón latiéndole en el pecho muy aceleradamente, sabía que su padre era muy estricto en cuanto a los animales en la casa se trataba y Jasna sintió un vacío en el estómago cuando se encontró a su padre en la cocina, con las manos en la cintura y mirando al gato que se relamía las patas en el piso de la cocina.
—¿Qué te he dicho de traer animales a la casa?
—Que no está permitido...—contestó Jasna en voz baja.
—¿Por qué has traído a éste gato?
—Me siguió hasta aquí.. y me dio lástima verlo ronroneando y con sus ojitos grises mirándome como diciendo “llévame, no me dejes solito en la calle”
—Quiero que saques a ese animal de aquí
—No voy a hacerlo—lo retó Jasna y tomó al gato en brazos, después salió a la sala y comenzó a subir las escaleras para dirigirse a su habitación—al menos así tendré un poco de compañía en las tardes que tu y Joshua salen a trabajar y yo me quedo completamente sola en casa.
—A cualquier señal de alergia de ...
—¿de mamá?—se apresuró a decir Jasna sabiendo lo que su padre estaba por decir y deteniéndose a mitad de las escaleras—mamá está muerta, por si no lo recuerdas.
—¡Con qué cinismo te atreves a decirlo!
—Mira, no es mi problema que tu no hayas aceptado la muerte de tu esposa, pero igual era mi madre ¡Y el gato se queda! Punto final del asunto.
Jasna se dio media vuelta y se fue a su habitación, cerrando la puerta de golpe.
Datos del Cuento
  • Categoría: Aventuras
  • Media: 5.32
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