Cuenta la leyenda que por el año 1670, en una casa de Santo Domingo vivía un clérigo en concubinato con una mala mujer. Su mejor amigo era un herrador, que vivía muy cerca de ahí y siempre le aconsejaba renunciar a ese concubinato pero el clérigo no quería.

Una noche, ya entrada la madrugada llamaron violentamente a la casa del herrador; eran dos hombres de color que llevaban una mula, diciendo que el clérigo los había enviado para que de forma urgente pusiera herraduras al animal ya que tenia un repentino viaje al día siguiente. El herrador extrañado acepto y cuando se iban pudo ver como azotaban al animal en el camino.