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LA LUNA Y EL TOMATE

Un día la luna necesitaba elegir a alguien para dejarle todas sus enseñanzas y no sabía bien a quién elegir. Caminando por un sendero se encontró con un tomate y sintió en el centro de su pecho que era el momento de tomar la decisión.

La luna se acercó efusivamente al tomate y le dijo:
– “Hola tomate!, sabes que sois la verdura que porta la piel perfecta para brillar y mostrarle mis enseñanzas al mundo?”

Y el tomate le dijo: “ Hayyy, déjate de tonterías luna, yo solo soy una pobre fruta, no una verdura….una fruta redonda y jugosa que anda por la vida lista para que en cualquier momento, me peguen un mordisco y se termine mi vida!”

– “Es que por esa misma razón yo he aparecido en tu vida; es la oportunidad para que puedas decidir brillar, despertar, relucir en tu piel mis enseñanzas a los demás y así de esa manera evitarás que de golpe alguien te corte en pedacitos y te disfrute bocado por bocado en una ensalada…” – Dijo la luna.

A lo que el tomate respondió: – “¿De qué me estás hablando, relucir? ¿brillar? Para de decirme esas cosas, yo solo soy un simple tomate maduro que deambula por la vida disfrutando el momento , esperando que ocurra lo peor para caer derechito en la boca de un humano… ese es mi destino… es lo que me toca vivir…, algo terrible habré hecho en otra vida para que en esta solo pueda ser un pobre tomate de granja con copete verde y perfume de flor”.

– “¡Es que eso es lo que te estoy tratando de explicar y no me quieres escuchar!! Es el momento de tu vida!… elegir brillar, ser mi espejo hacia los demás o te entregas a morir en el próximo minuto que te elija un humano”. – Insistió la luna.

El tomate se quedó pensativo y dijo: – “ Voy a pensarlo”.

La luna volvió a dirigirse al tomate y le dijo: – “ Te propongo que me prestes tu piel suave, brillante de color rojizo para que mi brillo se refleje en ella, que los demás puedan observarme en ti allá abajo, en la tierra, mostrar que yo puedo brillar en tu piel, que si yo brillo puedo mostrarte que tú también puedes brillar y eso hará que llamemos la atención a los demás que están dormidos. Te propongo que ofrezcas tu piel para proyectarme en ti y brillar y llamarles la atención, es así de simple. Eliges eso o no…”.

Y el tomate le respondió: – “¿ Y qué sería brillar, brillar qué? ¿Brillar la luna en mi?”.

– “Siii exacto! Se ve que vas entendiendo. – Dijo la luna. -“Brillar la luna en ti, yo soy tu, y tu soy yo! ¡Exacto! Yo solo necesito seguir cumpliendo mi misión que es girar alrededor de la tierra y brillar, solo brillar, pero si logro brillar en ti, los personajes que deambulan por la tierra te mirarán, llamaremos la atención y podrán recibir mis mensajes , mensajes que los guiarán hacia el camino de la felicidad. Son pasitos a seguir que los harás despertar y ser felices.

– “Aah, entonces, tu me estás proponiendo que yo brille tu luz, que al mismo tiempo es mi luz y así los demás van a ver en mí el camino a la felicidad? así de simple, ¿solo eso tengo que hacer?”. – Dijo el tomate.

Y la luna le dijo: – “¡Si! Seremos como un equipo, que con el tiempo hará que los demás que se van cruzando en nuestro camino se sientan atraídos y quieran convertirse en ti, querer portar ese brillo del tomate en ellos mismos. Ese brillo a su vez es el mismo brillo que el de la luna y así se notará que funcionaremos como una gran red. Yo brillo, tu brillas, todos querrán brillar. Seremos seres responsables de nuestro brillo! Qué tal? Brillar sería nuestra tarea y yo desde lo alto te guiaré, será divertido, te lo aseguro. Eso o ir directo a una ensalada”.

El tomate enseguida respondió: – “Y si solo tengo que brillar y divertirme, elijo armar equipo junto a ti y brillar en mi”.

– “Sí, vos déjamelo a mí, vos solo prestame tu piel para brillar y así nomás vendrá la magia!!!

El tomate siguió su rumbo por el sendero camino al pueblo y se encontró con una banana madura con manchas en su piel, emanaba un fuerte olor, estaba toda doblada hacia adelante, tan inclinada que se chocó con el tomate sin darse cuenta.

– “Banana” ¡eehh ten cuidadoo!! ¡Mira por donde vas! ¿No ves que vengo caminando?”. – La banana se cubría los ojos porque el tomate irradiaba tanta luz que no le permitía ver.

El tomate dijo: – ”Discúlpame banana, es que venía muy feliz!”

– “Si, claro venís feliz ¿y por eso te piensas que tienes derecho a chocarte así? No es justo que yo esté triste y tu feliz, si somos dos frutas, dos simples frutas, porque tu tienes derecho a estar feliz y yo así arrugada, amargada, mal humorada? ¿Qué tienes tu que yo no tengo?”.

El tomate no podía creer lo que estaba ocurriendo, miró hacia arriba y le guiñó el ojo a la luna, diciéndole bien bajito: – “Ya está funcionando la magia!”.

El tomate le dijo: – “Tengo un secreto para contarte que creo que te puede interesar. Si me prestas tu piel de banana haré que mi brillo brille en ti y así te sentirás mejor, pero solo tienes que proponerte a ti mismo la disciplina de brillar y la magia ocurrirá”.

La banana dudó por unos minutos pero al ver al tomate tan reluciente y feliz pensó que quizás podría ser verdad y eligió brillar para curar sus manchas, intentar volver a tener una sonrisa, y cambiar su mal humor de todos los días.

Pasaron pocos días hasta que se armó una gran red por el pueblo, generando magia entre las frutas y una felicidad eterna!

Felices sueños!

FIN

– Moraleja del cuento: El brillo que veo en los demás está en mi.

Datos del Cuento
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