La destrucción refleja los destellos del brillo incandescente de la propia combustión interna. Aceleras el ritmo vertiginoso hacia desniveles de cumbres de nieblinas tormentosas. Todo indica que hoy es lunes y nunca más querría un lunes, ni para mi peor enemigo. La integridad mental es poco menos que un campo de concentración donde las cenizas de la combustión se acumulan sin remedio. Quema la juventud y el humo intoxica la sociedad como una plaga de gripe virulenta. Cristales rotos y pieles de naranja en un lavabo oscuro que amenaza nuestros pies desnudos. Todo tipo de secreciones oxidadas pervierten el aire. La verdad está hecha trizas. La verdad nos hace sangrar los pies. Porque esos cristales que ahora pisamos provienen del espejo al cual no pudimos aguantar la mirada. Hemos roto la puerta desde donde veíamos monstruos espantosos que moraban en las tinieblas. Se podían sentir, se podían oler; al otro lado del espejo.