Estambul, alrededores de la Mezquita Azul.

Eran las 11:59 de la mañana. Los terroristas, seguidos de cerca por Stimmt, habían llegado allí directamente de la estación. De pie junto a una papelera, pasaban desapercibidos entre los no muy numerosos transeúntes que llenaban el lugar.
La mujer, Mulde, consultó su reloj y después, mientras sus compañeros miraban a un lado y a otro para ver si les vigilaban, echó a andar disimuladamente hacia la papelera. Tiró algo en su interior y después se dirigió hacia una de las calles que partían de allí. Los otros la siguieron. Stimmt se mordió el labio mientras analizaba la situación. De pronto no le cupo ninguna duda: había colocado un explosivo.
Sin pensárselo ni un segundo, echó a correr hacia ellos.

Todo ocurrió muy deprisa. Mientras se identificaba y les gritaba pistola en mano que no opusieran resistencia, Strumpfhose sacó un mando de control remoto del bolsillo. Stimmt, al ver que iba a explosionar la bomba, disparó al aire para ahuyentar a la gente que estaba cerca de ella. Habría gritado, pero no sabía inglés y mucho menos turco.
Una considerable explosión hizo que cayeran al suelo. Rápidamente, los terroristas se levantaron y huyeron mientras Mulde y el otro hombre disparaban a Stimmt, que se había puesto a cubierto detrás de un puesto de helados.

Cuando hubieron desaparecido, se lanzó en su persecución. Sabía que irían a la estación, pero no daba por seguro que los pudiera alcanzar antes de que dejaran la ciudad.