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El verdadero Pacotaco

Había una vez un niño muy listo y alegre llamado Francisco que quería ser escritor. Por eso se pasaba el día leyendo e inventando historias, dibujando personajes y observando a su alrededor.

En casa le llamaban Paco y en el colegio le decían El Retaco, porque era bajito y un poco rechoncho. A Francisco al principio no le gustaba mucho que no usaran su nombre, pero con el tiempo terminó aceptándolo. Como él quería usar un seudónimo para sus cuentos decidió usar uno que fusionara ambos, y por eso eligió firmar como Pacotaco. 

Nadie sabía realmente quién era Pacotaco, pero sus cuentos se hicieron muy populares en su colegio gracias al blog escolar y a la versión digital del periódico local, donde enviaba algunas de sus mejores historias. 

Francisco estaba orgulloso de su éxito y disfrutaba mucho del anonimato que le daba su seudónimo. Pero un día apareció un señor diciendo ser el verdadero Pacotaco. El impostor se presentó con una carpeta enorme llena de cuentos escritos a manos. ¡Eran todos los cuentos que Francisco había enviado al periódico y al blog escolar!

Francisco no quería revelar su identidad, pero tampoco quería que un ladrón se apoderara de su éxito y su fama. Francisco decidió darse una noche para pensar en cómo solucionar aquel problema.

Después de una noche movidita, Francisco se despertó con una idea genial. ¡Escribiría un cuento denunciando al impostor! 

El joven escritor se puso manos a la obra y envió el cuento a los sitios habituales. Pero como un supuesto Pacotaco ya se había dado a conocer no le aceptaron los cuentos.
Francisco decidió cambiar de estrategia. Aquello no podía quedar así. Después de mucho pensar, el niño decidió ponerse en contacto con una importante editorial y contarle lo ocurrido. 

La historia llamó la atención de un importante editor que estaba buscando nuevos talentos entre jóvenes escritores.

-¿Tienes pruebas de lo que dices? -le preguntó el editor. 

-Sí, señor -respondió Francisco-. En mi ordenador están todas las pruebas, pero nadie ha querido escucharme.

Francisco se dio cuenta que podía demostrar que él había enviado los cuentos a través de Internet. Su dirección IP y el historial de envíos de su cuenta de correo electrónico podían confirmarlo, así como el histórico de ediciones del programa de edición de textos que Francisco usaba para escribir. 

-Has leído mucho, muchacho -dijo el editor-. Sabes bien de lo que hablas. Te ayudaré. No hay derecho a que nadie robe las ideas a otro, y mucho menos a un niño.

Francisco consiguió que la editorial publicara sus cuentos y que desenmascarara al impostor. Ahora, Pacotaco es un escritor famoso en todo el mundo, pero Franciso sigue en el anonimato, pues solo el editor y sus papás saben quién es realmente.

Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
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