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El príncipe que perdió su reino

~~Creemos que todos los hijos de reyes tienen el futuro asegurado; sin embargo, no siempre es así. Esta es la historia de un príncipe que perdió su reino.

Juan Botas era un príncipe muy apuesto que disfrutaba de una vida llena de alegría y fiestas. Tenía muchos amigos y en todo el reino se le conocía por el éxito que tenía en todo cuanto se propusiera. Su vida era maravillosa: tenía todo lo que quería en bienes materiales y estaba muy enamorado de Rita, la princesa del reino vecino con la que se casaría en poco tiempo.

Un día, mientras se encontraba disfrutando una noche en una lujosa fiesta junto a Rita y muchos de sus amigos, vino un mensajero presuroso a avisarle que su padre estaba muy enfermo y le había enviado para que le buscara. El joven le respondió que iría a verle en cuanto terminara la fiesta y por mucho que el mensajero intentó convencerlo para que abandonara el lugar y fuera a ver a su padre, no hubo caso: Juan Botas se quedó junto a la princesa sin  preocuparse por la salud de su padre. Fue una noche plagada de éxitos, caricias y buena comida.

A la mañana siguiente, cuando Juan estaba todavía en la cama, el mismo mensajero de la noche anterior vino a verlo.

—¡Uy, cierto!, lo he olvidado… Ya mismo iré a ver a mi padre —dijo Juan, mientras se vestía a toda prisa.

—No, señor Juan, ya no es necesario.

—¿Mi padre se ha puesto bien?

—No, señor. —El mensajero bajó la vista y concluyó —: Lo siento mucho, su padre ha muerto anoche.

Juan se sintió muy triste pero se consoló pensando que era mejor así. «Si le hubiera visto anoche seguro que tendría que haber escuchado una de sus típicas charlas. Por algo suceden las cosas; ahora seré rey y lo haré mejor que mi padre».

Después del entierro Juan Botas fue a arreglarlo todo para su ascensión al poder, y cuál no fue su sorpresa al enterarse de la última voluntad del rey: su padre lo había dejado sin nada. Como Juan no había acudido a su llamada, el rey consideró que no era una persona adecuada para ocupar el trono, porque le daba más importancia a sus propios placeres que a las obligaciones del reino, y había nombrado a Felipe, un sobrino muy inteligente a quien quería y respetaba para que le sucediera.

Y así fue como Juan Botas perdió su reino, y tuvo que abandonar el palacio y alejarse de su tierra para siempre.

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