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El papagayo mágico de Jacinto Perez

Un sol radiante iluminaba el parque aquella mañana del día domingo, entre el grupo de visitantes destacaba la figura de Jacinto, el vendedor de cometas o papagallos como también se les conocian, quien a pleno pulmón ofrecia sus llamativos artículos. No lejos de allí, un niño lloraba mientras su angustiada madre trataba de calmarlo, en ese momento Jacinto se acercó al pequeño y le preguntó: ¿Hola amiguito por qué lloras?. Carmen la madre del niño se queda mirando al hombre y responde: ¡Disculpe señor, mi hijo Carlitos esta llorando porque quiere comerse un helado y yo no tengo dinero para comprarlo!. Esbosando una sonrrisa Jacinto se llevó la mano al bolsillo y exclamó: ¡No se preocupe señora, si ese era el problema ya esta resuelto, mire tenga vamos a comprarle un helado al niño!. Dirigiendose a la cantina del parque, Jacinto le compró un helado de chocolate a Carlitos, quien muy contento y alegre se sentó en la grama a comerse su delicioso helado ante la mirada atenta de su madre. Transcurridos unos minutos Jacinto se acercó al niño y le preguntó:¿Oye pequeño, te gusto el helado, estas contento?.Carlitos se sonrrió y con cara de inocencia continuó comiendose su helado.Antes de retirarse del lugar Jacinto le obsequió un hermoso papagallo la niño, el cual sin perder tiempo se levantó de la grama y comenzó a volar la vistosa cometa, lentamente esta se fue elevando, cada vez más, hasta perderse entre las nubes, en esos momentos una fuerte rafaga de viento rompió el delgado hilo y el papagallo se perdió en el horizonte.Paralelamente en otro lugar de la ciudad, un niño esta sentado en una silla de ruedas, su padre lo ha llevado hasta el jardin de la casa, para que tome un poco del sol de la mañana, su nombre es Pedrito Navarro, quien ha quedado paralitico, después de haber sufrido un lamentable accidente, se le nota triste y solitario, estaba observando las flores del jardin, cuando vio llegar hasta el lugar un hermoso papagallo, sin perder tiempo lo tomó entre sus manos y a gritos llamó a su padre: ¡Papá, papá, mira lo que encontre!. Felipe Navarro, el padre de Pedrito se acercó inmediatamente a su hijo y le dijo: ¡Que suerte has tenido hijo, ese es un lindo papagallo, ven te enseñaré a volarlo!. Agarrando fuertemente la silla de ruedas, Felipe llevóa su hijo hacia un extremo del jardin para elevar el papagallo, como por arte de magia inmediatamente la cometa empezó a elevarse hacia el cielo, los ojos de Pedrito brillaban de alegría, olvidando por unos momentos su triste realidad, por tres horas sus manos sostuvieron el hilo mientras el papagallo continuaba tomando altura, pero de pronto un fuerte viento rompió el hilo y el papagallo se perdió en el horizonte.Lejos de allí una niña como de ocho años de edad, acompañaba a su hermano, quien vendia caramelos a las personas que en sus vehiculos transitaban a esa hora por la congestionada avenida de la ciudad, un sol inclemente casi le quemaba los cabellos, la pequeña Ana Gabriela sentia mucha sed, pero la necesidad de ganar algun dinero, la obligaba a tener que acompañar a su hermano a vender algunas golosinas y llevar dinero a su humilde hogar. De pronto los ojos de la niña se abrieron desmesuradamente, habia visto un hermoso papagallo revoletear sin rumbo fijo por encima de los vehiculos, sin perder tiempo, la pequeña corrió hacia el lugar y abriendose paso por entre la fila de carros, logró por fin atrapar el hilo de la cometa, muy contenta se acercó a su hermano y se lo mostró, alegres y sonrrientes dejaron por unos momentos la agitada venta de caramelos y apartandose de los carros comenzarón a elevar el papagallo, lentamente observaron como fue tomando altura, una gran alegria les embargó el rostro, mientras sus manos sostenian el delgado hilo, la cometa casi se perdia entre las nubes.Inesperadamente una fuerte rafaga de viento los estremeció y el hilo se rompió, con tristeza vieron como aquella cometa que les habia brindado unos momentos de risa y alegria, se perdió para siempre, resignados decidieron volver a sus actividades. A cierta distancia de aquel lugar, el pequeño José Gregorio, estaba sentado en uno de los bancos de la plaza, esperaba que algun cliente se acercara al lugar para limpiarle los zapatos, el día comenzaba pesado y dificil, apenas ha podido atender a tres personas en toda la mañana, sentia un cosquilleo en el estomago, sintoma de que el hambre apremiaba, de pronto entre los altos arboles, ve caer un enorme papagallo, sin perder tiempo corre a su encuentro, dando unos pequeños saltos, logra agarrar el delgado hilo, una sonrrisa le ilumina el rostro, dejando por unos momentos tirada la caja de limpiar zapatos, se dirigió a toda prisa hacia un lugar despejado de la plaza y tras una pequeña carrera logró elevar el papagallo, lentamente fue tomando altura, el cielo despejado le permitia ver como la cometa se perdia en el horizonte,de pronto sus manos se estremecieron y el hilo se rompió entre sus dedos, con tristeza observó como el papagallo se ocultaba entre las nubes, resignado José Gregorio regreso a su trabajo de limpiar zapatos. A toda velocidad Luis Enrrique se desplazaba en su patineta por la congestionada avenida, era una rutina habitual la que realizaba desde su casa hasta el negocio de su padre, de repente una enorme cometa pasa rosando por encima de su cabeza, sorprendido logra detener la marcha y sin perder tiempo agarra fuertemente el hilo del papagallo, una gran sonrrisa le ilumina el rostro, sostenidendo la enorme cometa entre sus manos reanuda la marcha, en esos momentos transita por la misma avenida, el alegre vendedor Jacinto Perez, quien va de regreso a su casa, el fuerte encuentro fue inevitable, la patineta del pequeño Carlos Enrrique se estrelló contra la pierna derecha de Jacinto Perez, ambos personajes ruedan por el suelo, incorporandose con dificultad del piso Jacinto le dice al pequeño: ¡Oye niño, es que no ves por donde corres, mira me has atropellado!.Apenado Carlos Enrrique respondió:¡Disculpe señor, la verdad es que no lo vi, digame se siente bien,que puedo hacer por usted!. Fue en esos momentos que Jacinto se dio cuenta del vistoso papagallo que el niño tenia entre sus manos, tratando de sonrreir pregunto: ¿Oye pequeño dime una cosa, ese papagallo es tuyo?. Carlos Enrrique respondio: ¡Si señor lo acabo de encontrar, crero que es un regalo que me cayo del cielo!. Jacinto insistió: ¡Bueno agamos una cosa, te compro ese papagallo!. Sorprendido por la oferta, el pequeño respondió: ¡No se preocupe señor, mas bien yo se lo regalo y asi me perdona usted el golpe que le di con mi patineta!. Entregando el apapgallo el pequeño se aleja sonrriente por la avenida. Jacinto Perez sostiene la cometa entre sus manos y despues de revisarlo minusiosamente se da cuenta que ese es el mismo papagallo que habia regalado en la mañana a un niño que lloraba en el parque.

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