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El inventor del chicle

Carlos y Laura eran dos hermanos que disfrutaban mucho viendo las películas de las tardes de los sábados en casa. Pero lo que más les gusta de ese plan era que mamá les traía gominolas y chicles. ¡Les encantaban los chicles! 

Un sábado el abuelo fue a comer con ellos y cuando llegó la hora de la película y los vio con la bolsa de chicles les dijo: 

-¿Queréis que os cuente cómo se inventó el chicle?

-Lo inventarían en una fábrica ¿no abuelo? -contestó Laura-.

-Deja que nos lo cuente, será divertido -dijo Carlos.

Laura asintió con la cabeza y el abuelo empezó su relato.

-Hace muchos miles de años, los hombres ya tenían preocupación por mantener los dientes limpios. Para ello utilizaban resina que es un líquido que se obtiene de los árboles. En 1848. John Curtis utilizó resina de abeto con sabor a vainilla, pero todavía no se hizo muy famosa. Unos años después, en 1872, un presidente de México, creo que se llamaba Antonio López de Santa Anna, se fue a Nueva York para escapar de la guerra y ayudó a Thomas Adams a hacer una goma que sirviera para juguetes. En eso estaban, pero les salió una goma tan blanda que no la pudieron utilizar y a Adams se le ocurrió meter un trozo de esa goma en la boca y les gustó como se movía, pero no el sabor. Buscaron colorante que tuviera un sabor rico y al final tenéis lo que ahora compráis como chicle, pero antes también se llamaba goma de mascar. 

-Buahhh, yo pensé que salía del caramelo -mostró su extrañeza Carlos.

-Pues ya lo veis chicos -dijo el abuelo -. Pero eso fue hace muchos años^, ahora de resinas nada. 

-¡Qué de cosas sabes abuelo! -le dijo Laura, abrazándolo.

-¿Y dónde vendieron ese chicle? ¿Por la calle? -preguntó Carlos.

-Pues mira Carlos, lo vendieron en las farmacias. ¿Qué te parece? -dijo el abuelo-. Ahora ya podéis ver la película. Lo que si tenéis que recordar es que para tener los dientes limpios no hay que mascar chicle, sino lavarse muy, pero que muy bien, los dientes.

Al día siguiente los hermanos hicieron un círculo alrededor de ellos en el recreo mientras contaban la original historia que les contó el abuelo de cómo se logró hacer lo que ahora llamamos chicle. Después decidieron hacer un concurso de pompas y divertirse con ese sencillo invento.

Datos del Cuento
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