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El invento de Bárbara

A Bárbara le encanta pasar los veranos en el pueblo, en casa de sus abuelos. Además de estar mucho tiempo con sus amigos al aire libre, los abuelos de Bárbara le dejan un viejo cobertizo donde puede hacer todos tipo de experimentos. Bárbara quiere ser inventora cuando sea mayor y en el pueblo puede dar rienda suelta a su imaginación.

Un verano, mientras desayunaba, Bárbara se dio cuenta de que sus abuelos eran ya muy mayores y que cada vez tenían más dificultades para hacer las cosas, incluso para desplazarse.

Dándole vueltas a la leche chocolateada Bárbara tuvo una idea. Dejó el desayuno a medias y se fue corriendo a su cobertizo laboratorio.

Mientras Bárbara hacía lo que parecían dibujos y garabatos sin sentido un sonido fuera llamó su atención. La niña se asomó y vio una ambulancia a la puerta de la casa.

Bárbara salió corriendo muy preocupada. Sin darse cuenta habían pasado varias horas, pero el tiempo se le había pasado volando.

-Abuela, ¿qué ha pasado? 

-Tu abuelo se ha caído. Hay que llevarlo al hospital.

Pasados unos días el abuelo regresó a casa, pero no por su propio pie. 

-Abuelo, ¿por qué vienes en silla de ruedas?

-Ya no puedo caminar, Bárbara. Necesitaré la silla y mucha ayuda a partir de ahora.

La niña, que no había parado de trabajar en el cobertizo desde que se llevaron al abuelo al hospital, se fue diciendo:

-Tengo algo para ti, abuelito. Espera aquí.

La niña volvió después de un rato con algo muy especial.

-Mira abuelo, este es Robotico, vuestro nuevo ayudante.

-¿Qué es esto? -preguntó el abuelo.

-Es un robot, abuelo -dijo Bárbara-. Lo he diseñado para que os ayude y acompañe. Pero como no contaba con la silla de ruedas tendré que hacer algunos ajustes y programarlo de nuevo. 

-Esto que has hecho es fantástico -dijo el abuelo.

-obotico os hará compañía cuando yo no esté, podrá empujar tu silla para que puedas disfrutar de tus paseos al aire libre, te ayudará cuando te vayas a la cama o cuando tengas que asearte y podrá hacer muchas tareas de la casa-dijo la niña-. Además, avisará a quien sea necesario si os pasa algo.

-Parece que no has necesitado hacerte mayor para convertirte en inventora -dijo la abuela.

-No tenía tiempo para esperar -rió la niña-. ¿Qué os parece si nos vamos los cuatro a dar un paseo y le enseñamos a Robotico el pueblo? Tenemos muchas cosas que enseñarle.

-Algún día todos los abuelos tendrán un robot que les ayude gracias a ti, Bárbara -dijo el abuelo.

-Entonces ningún abuelito ni ninguna abuelita se quedarán solos -dijo la niña, dándoles a sus abuelos un fuerte abrazo.

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