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El farero y su nieto

Sabes que es un faro?

Un faro es una casa al lado del mar con una torre en el tejado. En lo alto de la torre, hay una luz que de noche se enciende para que los barcos que pasan cerca sepan dónde están.

 

En los faros, antes, siempre vivía un farero con su familia y el, era quien hacía que esa luz nunca se apagara.

Un día el cielo se puso tan negro que a pesar de que era temprano ya parecía de noche. Se acercaba una gran tormenta, la más grande desde hacía muchos años.

El farero pensó que la enorme luz no aguantaría tal temporal, los rayos y truenos se acercaban rápido y la lluvia era cada vez más fuerte, el viento soplaba con tanta furia que las olas llegaban hasta las ventanas de la casa.

Si el farero no pensaba pronto en una solución, cientos de barcos se perderían en la inmensidad del mar. Pensativo miraba el cielo desde la torre cada vez más preocupado.

De pronto uno de sus nietos, el más pequeño, se le acercó y le dijo.

-Tengo una idea!...si a través de las ventanas de la torre todos los niños del pueblo sujetamos una linterna, los barcos nos podrán ver desde lo lejos y no se perderán.

El farero, sin una idea mejor, miro al niño y decidió probar, aun temiendo que todos ellos no pudieran resistir el miedo a la tormenta y la idea fracasara.

Rápidamente se encargó de recoger uno por uno a todos los niños del pueblo, con ayuda de su nieto les contaba cómo podían ayudarle, a pesar de que la gran mayoría de ellos estaban asustados y con lágrimas en los ojos ,se unían al grupo.

Una vez todos en el faro y cada uno de ellos con una linterna en la mano se asomaron a los ventanales de la torre esperando el peor momento de la tormenta, callados y temerosos sus manitas temblaban.

Un gran rayo fundió la gran luz tal y como temía el farero, entonces todos encendieron su linterna y acercaron su luz a las pequeñas ventanas, de pronto el faro apareció iluminado como nunca lo había  estado y era tanta la luz que desprendía que desde muy lejos los barcos la veían, guiándoles así hasta los puertos.

Al cabo de poco rato, la tormenta empezó a ser más suave y pronto pudieron comprobar como la idea del niño era todo un éxito. Felices todos ellos por haber ayudado al farero regresaron a sus casas y desde ese día nunca volvieron a tener miedo a las tormentas, porque cada vez que se acercaba una, todos los niños del pueblo cogían su linterna y la encendían, de esa forma les acompañaba la luz hasta que se alejara.

El farero era mi abuelo y tu Didac sin duda hubieras sido el niño.

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