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El bosquecillo de operaciones

EL BOSQUECILLO DE OPERACIONES

¡Al fin! Ha llegado a la montaña de Pando la estación más esperada por la vida silvestre que habita en este maravilloso lugar.

Comienzan a reverdecer los árboles, los días son más largos que las noches, y la nieve se funde rápidamente para dar paso a campos minados de bellas y coloridas flores. ¡Sí, adivinaste. Ha llegado la primavera!.

El hielo descongelado en las zonas más altas de la montaña, abre paso a arroyos y riachuelos en donde se empiezan a conglomerar muchos animales.

Es la estación propicia para disfrutar del aire fresco y para compartir con los amigos.

Marmotas, turpiales, ardillas, venados, escarabajos, y un sin fin de especies animales, salían de sus escondites para disfrutar del reverdecer de los pastos.

Peter, un travieso zorro y Lowin, un audaz oso, amigos de la infancia, no escapaban a la alegría que envolvía a quienes habitaban en Pando.

Cuando iluminaban los primeros rayos del sol, Lowin y Peter, se despedían de sus madres, y se apresuraban a salir de sus madrigueras.

Así iniciaban todas las mañanas de primavera para el oso y el zorro.

Desde muy chicos, tenían un lugar de encuentro, el viejo árbol de Secuoya. Denominaban ese sitio como su “bosquecillo de operaciones”. Allí planeaban las travesuras que harían durante el día.

Era el lugar perfecto para esconderse, para divertirse, para descansar, para estudiar y para idear grandes aventuras.

Los árboles de Secuoyas son inmensos y poseen cortezas resistentes, gruesas y fibrosas. Adentro de sus gigantes raíces, las cuáles se alzaban sobre la superficie, Peter y Lowin habían conformado su comando de operaciones.

Desde muy pequeños, Lowin y Peter son amigos. Se conocieron un soleado y colorido día de primavera.

El astuto Peter cazaba insectos entre las flores, mientras que Lowin comía plantas muy cerca de donde se encontraba el zorro.

De repente, Peter descubrió una mariposa y estaba decidido a atraparla. Se colocó en posición de ataque y cuando saltó para agarrarla, chocó con Lowin.

-         Auchhhhh, ¿Qué haces?, me lastimaste, dijo el oso.

-         Disculpa, no era mi intención, intentaba capturar una mariposa, pero se me escapó, dijo Peter.

-         Ahhhhhh, bueno no hay problema. Me llamo Lowin y ¿Tu cómo te llamas?

-         Peter, pero ¿Vives en esta montaña?...

De esta manera, se  inició una larga conversación entre estos dos cachorros. Ambos se acostaron sobre el abundante pasto verde a descubrir las formas divertidas que se hacían con las nubes y descubrieron que a los dos les fascinaba hacer esto en su tiempo libre. Desde entonces, son los mejores amigos que se conoce por la montaña de Pando.

Ahora son unos inquietos adolescentes en busca de las más divertidas aventuras.

Es muy temprano, como de costumbre Peter y Lowin se encuentran en su escondite de Secuoyas. Abren un mapa y el zorro le propuso al oso iniciar una divertida hazaña en los gallineros del granjero George. A Peter le encantaba asustar a las gallinas.

-         Lowin ¿qué te parece si ponemos a correr a las viejas gallinas del granero de George?

-         Está bien, acepto - dijo el oso-, pero con una condición.

-         ¿Cuál? -Preguntó el zorro-

-         Después de jugar nos vamos a la laguna a darnos un refrescante baño.

-         Trato hecho.

Enseguida Peter empezó a planear cómo entrarían al gallinero. Tomó una ramita y sobre la tierra comenzó a dibujar un mapa para explicarle a Lowin de qué manera trabajar en equipo para no dejar escapar a ninguna gallina y darles un buen susto.

-Yo soy más pequeño y delgado - señaló Peter- voy a entrar cuidadosamente al lugar donde duermen las gallinas. Y tú, como eres más grande y fuerte, te quedarás afuera esperando que las gallinas salgan. Justo en ese momento, empezamos a corretearlas por toda la granja –dijo el zorro-

El oso asintió. De inmediato pusieron su plan en marcha.

A la cuenta de tres, tanto Peter como Lowin se pusieron en acción. Al cabo de unos segundos, empezaron a salir las gallinas.

El zorro y el oso corrían de un lado a otro, cuidándose de no dejar escapar a ninguna gallina. Casi cumplían su misión, cuando repentinamente los sorprendió el granjero George.

George, un señor de aspecto mugriento, alto y un poco gruñón, se montó en su tractor y comenzó a corretear a Peter y a Lowin por toda la colina.

El viejo brabucón aceleró el destartalado tractor y -bam bam-, se escuchó un ruido ensordecedor.

La oxidada lata no soportó tanta velocidad y explotó. Entre una nube de humo negro, salió George con los cabellos de punta y la cara negra.

Aún más enfurecido, agarró un palo y hecho a correr tras Peter y Lowin, pero sus piernas no dieron para más. Esta vez cayó en una gran poza de charco y George se dio por vencido.

El zorro y el oso no podían creer lo fácil que fue escabullirse del granjero gruñón. Esta vez la suerte estuvo del lado de estos intrépidos animales.

-Peter, tus ideas siempre terminan metiéndonos en problemas. Pasamos un buen susto.

- Si, si, ya lo sé. Pero fue divertido, admítelo.

- Tienes razón.

Estos amigos inseparables dejaron escapar una larga carcajada.

De camino a la laguna, ya se encontraban planeando la aventura del siguiente día.

Peter y Lowin disfrutaban al máximo de los días de primavera, su estación del año preferida.

Y justo como habían acordado antes de iniciarse en la divertida persecución de las gallinas, se dirigieron hacia la laguna a darse un divertido y relajante baño.

 

FIN

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