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El Suspiro de una Armonia

“Y del cielo no caerá y el se resigna a olvidar,
frecuentemente esta perdido en otro lugar.”
LDA

Mi guitarra se ha vuelto silencio y desde que no estas sus cuerdas son frías y crueles. Es difícil conseguir afinar sus notas y mi voz ya no tiene la fuerza desde aquel día que partiste. Aun sigo aquí, sentado frente al lago de los sueños, en donde compartíamos unos bocadillos y yo cantaba para ti, aunque casi siempre al final de la tarde emprendíamos la huida para alcanzar el último tren que nos llevara a la ciudad, y allí, mientras descansabas sobre mi pecho, te arrullaba cantando tu canción; esa que una vez en aquel bar nos encontró, mientras que yo nunca me imaginaba como seria el sabor de una rosa en mi boca hasta ese día en que te bese, y ahora, no he podido arrancar tus espinas echas de adiós, pues de tus labios bebí y ahora muero de sed. Mi vida donde estas, aun sigo aquí esperándote, recuerda que ayer viviste junto a mi algo mas que un amor. Nunca olvidare que me enamore de unos pétalos hechos brisa al acariciar tu piel.

Estas notas forzadas se combinan con mi piel deshecha por el tiempo, pero el lago sigue aquí, mientras el aire entona una melodía de luz con una orquesta hecha de tu ausencia. Sentado en medio de la espera, le enseño a un ángel a entonar mi suplica al infinito de volver a verte, aunque el viento insiste en que te deje ser infinita canción. Cada nota tiene un trocito de mi amor y de tu corazón. Ahora mi guitarra llora arpegios de melancolía y mis versos se fabrican de lágrimas que se inmolan al resbalar por mi cara.

Se pierden mis ojos hacia lo profundo del valle, viéndote correr por entre los arboles para que yo te alcanzara y al final unirnos en una sola mirada, y mis dedos decaen ante un do, re, mi.

No necesito un escenario para amarte, solo saber que estas escuchándome, me basta. Pero, necesito oír tus manos aplaudir; que calmes mis miedos. Es este verde que me tranquiliza, pero tu vos entre las cortezas la que me sacude. Quiero perderme en un sueño perenne y fugaz, sentir el canto de los cisnes arrullar mi soledad, sentir que un libro se cierra en la penúltima pagina y abrir otro a la mitad, ver un amigo huir y a mi enemigo levantarme, a un pobre compartir, una paloma nadar y a mis sentidos desvanecer.

Hace tiempo estoy, aquí, y este lago aun se conserva. Mi guitarra no sostiene sus cuerdas, sus notas destiemplan la superficie del agua y mis dedos a duras penas peinan mis cabellos frágiles como el recuerdo incierto de tu dorso. Tu imprecisa fotografía duerme en mi pecho, se mantiene aun de unas pequeñas fibras de papel, como mi corazón, que aun se sostiene por tu evocada imagen.

Mil horas me han hecho más viejo y mil mentiras más débil. Las manecillas siguen girando y el tiempo es efímero al instante en que la gente secuestra un hola. No hay ningún amigo a quien llamar en su nombre. Mis lágrimas rivalizan su suicidio al deslizarse por mi rostro y cada sueño es tan frágil como un cristal.

Cada exhalación es una serenata a la eternidad y cada latido es para soñar, mientras me rehusó a aprender a perder. Deja elevar mi ultimo suspiro en honor a nuestro pasado, en mis brazos yo te sostuve ayer y hoy hay tantas cosas que te quiero decir, tómame, no me dejes quedar, llévame a ti, acércate mientras siento el aliento de la muerte a mi espalda, róbame el corazón y la razón junto a mi vida. Ahora la veo caminar ante mí, con su manto negro, me sonríe mientras se acerca con su fría mano, me mira y me acaricia, exclama un silencio y luego se marcha de mi lado, pero sigo recordando como temblaba mi alma mientras contemplaba su mirada perdida y su voz enfriaba mis huesos. Mi guitarra es mi compañera, la que me acompaña en mi defunción.

Cuando mi vista se nublaba, empecé a escuchar unas notas musicales, un ambiente encantador, las estrellas en el cielo parecían fundirse cada vez un poco mas, pero las notas eran mas fuertes, me transportaban a la inmensidad de un mundo sereno, así un buen tiempo estuvo colmado de sosiego y de repente, la vista y mis fuerzas volvieron. Pude levantarme lentamente y, sin llevar mi mirada muy lejos, allí estaba ella en su columpio y con mi guitarra, tocando solo como una diosa puede hacerlo. Me ofreció su mano y al entrelazarla con la mía, empezamos a caminar hacia la eternidad.

Desde este momento, cuentan que cada tarde al ponerse el sol, aquellos que han encontrado su tranquilidad emocional refugiado en el amor de una mujer, podrán escuchar aquellas notas de amor sentados con la mirada fija en la eternidad; en el lago de los sueños.

“Ángel platónico ya murió, cogió sus alas y sobrevoló;
Por nubes negras y mares azules.
Ya cansado y en resignación, de su motivación se alejo,
esto me ha causado un gran dolor, por que ese ser herido; soy yo.”
LDA

Simplemente
Pedro
Datos del Cuento
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.52
  • Votos: 155
  • Envios: 2
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