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El Fantasma del Convento de Guanajuato

Gerardo Murillo un famoso pintor mejor conocido como el Doctor Atl, en ocasiones paseaba por diversas zonas del ex convento, buscando la inspiración para sus pinturas. Una tarde en las que el pintor descansaba, vio que el Coronel y su asistente llegaron de forma apresurada, mientras discutían. En marcha firme hacia el patio el asistente se detuvo en seco, mirando fijamente hacia un arco, en el que después el Coronel se centró también, y comenzó a accionar su arma, el sonido era ensordecedor, la potencia sus disparos y el eco del lugar llamaron la atención de Murillo, que desde donde estaba ubicado no podía ver a quien se dirigían los disparos, pero atinó por tirarse al suelo.

El Coronel solo se detuvo cuando los proyectiles se terminaron, tomando espacio para cargar, las balas cayeron de su mano, las recogía con prisa y algo de nerviosismo sin apartar la vista de aquel punto, mirando con algo de miedo como si alguien se acercara, sus ojos se desorbitaron en el momento en que flotó en el aire, como si un hombre muy fuerte lo levantara del piso apretándole el cuello, tras la mirada incrédula de su propio asistente y el pintor que observaba desde lejos, el Coronel estaba ahí suspendido a mitad del patio, a más de medio metro de altura, pataleando, intentando liberarse de una fuerza que los sujetaba como pinzas robándole el aire, asfixiándolo. La lucha fue corta, el militar no pudo liberarse a pesar de sus esfuerzos, y simplemente; su arma cayó al suelo, seguida de su cuerpo flácido y desvanecido.

Corrió entonces Murillo a ayudarlo, pero al llegar junto al cuerpo, este exhaló su último aliento, y el Coronel murió con una mirada de espanto plasmada en su rostro. Llegó el comisario, que había escuchado los disparos en la distancia, el pintor estaba con el portero del lugar y su esposa contándoles lo que vio, compartió de inmediato la historia con el representante de la ley, por lo cual todos se ganaron un cargo de asesinato, por la poco creíble narración.

Se interrogó al portero, quien compartió la idea que el Coronel tenia para acabar con el Fantasma, después el desalineado pintor tampoco obtuvo mucha aprobación a sus declaraciones, siendo el primer sospechoso, solo el Médico de guardia parecía creer un poco en sus relatos, y tubo la gran idea de comparar las huellas dejadas en el cuello del coronel, con las manos del pintor, de inmediato pudieron darse cuenta de que no coincidan, pues las marcas superaban por mucho las manos de sospechoso, eran casi el doble de su tamaño.

Aun así esperaban la declaración del asistente del Coronel que se encontraba hospitalizado por la impresión. Al día siguiente en sus cinco sentidos, el asistente fue con el Comisario a reconstruir los hechos en el ex convento. Podía verse el miedo en los ojos, cuando el guardia de la ley ocupara el mismo lugar del día anterior y narrara lo sucedido. Diciéndole entonces:

– El Coronel y yo regresábamos de nuestras labores, cuando cruzábamos por el patio, vimos en uno de los arcos, levantarse desde el suelo una sombra más oscura que la noche sin luna, el miedo me paralizó pero el Coronel decidió dispararle, cuando se le acabaron las balas, el Fantasma desapareció de los arcos y apareció otra vez enfrente del Coronel, ahorcándolo con sus grandes manos, después de esto el miedo era tal que caí desmayado, es que aquello parecía el Fantasma de un Fraile, pero lucia espantoso, con su cara… y su manos… era…-

Titubeante en sus palabras, sin poder describir lo que vio, simplemente perdió el conocimiento de nuevo. El Médico del lugar lo ayudó a volver en sí, y tras varios intentos de describir al Fantasma desmayándose cada vez. El comisario retiró los cargos, aunque no satisfecho, pues no podía condenar a un Fantasma por el asesinato.

Cuenta la leyenda que todo esto sucedió en el ex convento de La Merced en Guanajuato. Y el Fantasma aun se ve por los pasillos, pues los intentos del Coronel por acabar con el no sirvieron de nada.

Datos del Cuento
  • Categoría: Terror
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