Hacía mucho tiempo que Julia no iba a ninguna fiesta. Fue entonces cuando encontró esa invitación polvorienta, enviada mucho tiempo antes y traspapelada en su cajón de su escritorio.
El día de la celebración era el miércoles 14 de Febrero, justo cuando el instituto se vestía de gala para festejar San Valentín por todo lo alto.
¡¡¡Julia tenía muchas ganas de bailar y de divertirse con sus amigos!!! sobre todo, estaba deseando volver a reunirse con su chico, David, loca por compartir con él ese día tan especial.
Así que sacó del armario el vestido rojo, el preferido de su novio, y se lo puso.
Después se sentó frente al tocador y empezó a cepillarse su hermosa cabellera de color fuego. Para terminal, se pintó los labios con cuidado y le sonrió a su propia imagen. Se encontró perfecta, ideal para convertirse en la reina de la noche.
Lo primero que notó al entrar en la fiesta es que el gimnacio había aún más gente que en años anteriores. La mayoría, cómo no, eran parejitas y Julia pensó que David la estaría esperando apoyado en cualquier rincón. Dejó su invitación en la mesa de entrada y se abrió paso para buscarle. Atravesó la pista de baile y se acercó a la mesa de las bebidas, sospechando que él se habria retrasado.
Lo peor es que, por más que miraba, tampoco lograba ver a ninguno de sus amigos, así que se sentía más sola que la una.
De pronto, el corazón le dio un vuelco. Al otro lado de la pista distinguió a David, pero no estaba solo, ¡¡¡estaba besando a otra!!! Descubrir la traición de David la enfureció tanto que dio un violento manotazo a la mesa, sin poder contener la rabia.
La gente al rededor observó horrorizada cómo decenas de vasos y botellas se estrellaban contra el suelo, empujados por una fuerza invisible, al tiempo que el cuenco de ponche se hacía pedazos como por arte de magia.
Julia gritó de rabia. Ya no veía a David ni a la chica con la que se besaba. La gente que miró hacia la mesa, de allí habia salido un grito de espanto que no podía ser de este mundo.
Y entonces, los asistentes a la fiesta fueron testigo de una aparición paranormal: Una chica pálidisima, con grandes ojeras y la expresión desencajada, con un vestido rojo y el pelo de fuego alborotado, miraba hacia un punto de la pista como si no fuera consciente de la gente que estaba a su alrededor.
De su blanquísima muñecas heridas caían al suelo hilos de sangre que ya habían formado un pequeño charoc.
Todo el mundo salió corriendo del gimnacio, aterrado por aquella visión.
-¿Ves? Te advertí que no debíamos venir a esta fiesta. -Le dijo una chica a su novio-. Todos los años sucede igual, se aparece esa chica que se cortó las venas después de descubrir a su novio con otra.
Con este cuento te has superado. Es uno de los mejores que hay en este apartado. Muy terrorífico. El final es genial, me he llevado un susto que casi me caigo del asiento. Felicidades.