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Categoría: Románticos

Mi felicidad tiene nombre propio

Ahora mismo no se que seria de mi sin ti. ¿Qué podría hacer yo sin tu cariño? Probablemente, dejarme llevar a otra vida...para que negarlo? Todo era oscuro, todo era gris para mi, hasta que te encontré. Las lagrimas que inundaron mis ojos se esfumaron, desaparecieron como el rocío, que está presente en los verdes tallos a primera hora de la mañana, pero que desaparece a medida que pasan las horas. Tengo que reconocer que al principio no estaba segura de nada. Y sigo sin estarlo completamente. No sé hacia donde vamos, solo se que quiero ir contigo. Eso te dije. A ti pareció gustarte. Te echo de menos. Te extraño a cada hora, a cada minuto, a cada segundo, y aun escuchando tu voz a través del auricular, siento esa nostalgia dentro de mi. Echo de menos tu calor, ese calor que me dan tus manos, y la dulzura azul de tu mirada, que como el mar, me inunda. Tu forma de ser es un veneno, un veneno que no tiene cura, excepto amar. Eso es lo que yo hago. Antes de que me envenenases, ya te amaba. Eso es medicina preventiva, pero sin resultado, ya que me has envenenado igualmente, y es un dolor que no puedo arrancar. Pero por otra parte, es un dolor que me gusta. Me gusta todo eso, lo que tú, mi amor, me das. Me gusta ese calor de tu piel, ese mar azul de tu mirada, la suavidad de tu piel y ese sabroso veneno que saboreo en tu boca, esa confianza que me hacer sentir, y ese cielo que rozo cuando te veo sonreír. Eres un conjunto de pequeñas piezas que al juntarlas, muestran un paisaje único al que admirar día y noche, ya que tu brillo igualaría al del Sol, dejándome contemplar tu belleza sin descanso. Pero no todo en mi es seguridad. No acabo de comprender por qué yo, no entiendo como es que me eliges a mí para un cargo tan importante como el que me has dado. Quizá es porque te has dado cuenta de que yo soy la única que hoy en día puede darte todo sin pedir ningún favor. Quizá es mi fragilidad. Quizá la dulzura que se escapa de mis ojos cuando te miro, y que tu alcanzas a ver detrás del humo del tabaco es lo que realmente te envenena. Es y será una duda permanente que no me atrevo a preguntar. Lo que me asusta es perderte, y olvidar que un día fuiste mío, y volver a la profunda tristeza que antes me envolvía, ya que la desdicha de un amante no es perder el amor en si, sino su recuerdo , un recuerdo que quema los ojos y que oprime el corazón, que te vuelve loco y te mata lentamente, al revivir todos esas tardes, que me hacen ver que los recuerdos de los buenos momentos son los que causan el mayor mal. Entonces ya no me importará morir, ya que he visto el cielo en ti, y al rozarte me he sentido completa, recogiendo asi los frutos de unas semillas que regué con mis lágrimas. Y como nada graba tan fijamente las cosas en la memoria, como el deseo de olvidarlas, creo que no voy a librarme de tu esencia, que me rodea, y flota en el aire en todos esos lugares en los que ni estabamos solos, ni estabamos dos. Ahora puedo sentir resonar esa frase que tan bonita parece, pero tan cruel en realidad: sólo dejaré de amarte el dia que un pintor dibuje el sonido de una lágrima al caer. Tú eres como el aire que respiro, y los besos q compartimos parecen una obra maestra a dúo, diseñada entre los dos, exclusiva e inimitable, llena de colores y sensaciones. Tú llegaste a mi vida en silencio, cuando había bajado la guardia, y como una buena amiga me dijo, cuando menos me lo esperaba. Y sé que alguien dijo que los momentos que siempre recordamos son los que llegan de repente y sin hacer ruido. Fuiste un sueño por parecerme inalcanzable, y lo seguirás siendo porque eres demasiado para ser real. Te quiero tanto que el corazón se me hace pequeño. Tú vas a permanecer en mi memoria como mi mesías, como aquel chico al que las imperfecciones de su alma hacían perfecto, y cuyo rostro y cuerpo superaban en belleza a los de un dios, y como si hay algo de lo que somos dueños es de nuestro sueño, yo quiero que tu permanezcas en ese sueño, para tenerte conmigo cada noche que pase durante el resto de mi vida. La llama en mis ojos arde cuando te miro, pero el brillo que poseen las cenizas que quedan cuando aparto la vista, muestra igualmente la fuerza de lo que siento. Hasta tu nombre suena majestuoso en mis oídos, nombre que creo escuchar en cada soplo de viento, en cada murmullo provocado por las hojas de los árboles, en cada latido de mi corazón, en cada silencio, e incluso podría decir que el sonido de una lágrima al caer, si algún día un pintor consigue representarla, susurrará tu nombre...Alfonso.
Datos del Cuento
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.79
  • Votos: 53
  • Envios: 5
  • Lecturas: 8096
  • Valoración:
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