Se levantó, se vistió, se ducho y se afeitó pulcramente. Entró en la cocina y observó las curvas de ella,un tanto exageradas, pero siempre atractivas. Su color era muy bonito. Pasó la mano sobre la curva de su vientre, el tacto era suave y liso. La cogió y empezó a calentarla, pasó un rato, hasta que pudo oír sus gemidos y notó que el calor se desprendía de sus cavidades...
Aspiró el aroma cálido de sus jugos, como hacia cada día antes de probarlos, y finalmente, saboreó el líquido caliente, era dulce, pero amargo. Le encantaba y nunca dejaría de gustarle.
Sonrió levemente a su amante, después de años y años de vida solitaria acaba de darse cuenta de que ella, su tetera, era la mejor amante que podía tener.
Toda la picardía para este corto relato. Cualquiera pensaba que iba hacia un lado, y terminó yendo al otro. De verdad, muy bueno.